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Hace 26 años que desempeño el cargo de capellán en un balneario del Sureste español. El año pasado coincidí con un señor que me dijo varias veces que él era católico apostólico y romano; que cada domingo iba a Misa. Hablando, hablando, me dijo que él no creía en el purgatorio ni en el infierno. Empecemos pues con el purgatorio. Es doctrina de fe divina católica – es dogma de fe – que existe el Purgatorio que es un estado en que las almas justas, salidas de este mundo con alguna mancha de sus pecados, sufren castigos purificativos por los pecados no expiados perfectamente en esta vida. El buen hombre del balneario pues, es un hereje.

Cuando un católico confiesa sus pecados en el sacramento de la Penitencia, quedan perdonados en cuanto a la culpa merecida; pero no siempre queda perdonada toda la pena que han merecido sus pecados mortales o veniales. La pena temporal merecida que no purificamos en esta vida, la pagamos en el Purgatorio. Los protestantes del siglo XVI, decían que la doctrina del Purgatorio es “un invento de Satanás”. Satanás sigue tentando con lo mismo en el siglo XXI.

En el segundo libro de los Macabeos del Antiguo Testamento, Judas Macabeo, hace una colecta de dos mil dracmas, que envió a Jerusalén para ofrecer sacrificios por el pecado de los muertos en la batalla. Obra digna y noble, inspirada en la esperanza de la resurrección. El autor del libro inspirado por el Espíritu Santo, termina diciendo: “Obra santa y justa es orar por los muertos”.

Jesús ha dicho: “Quien hablare contra el Hijo del hombre será perdonado; pero quien hablare contra el Espíritu Santo, no será perdonado ni en este siglo ni en el venidero”. El pecado mortal no se puede perdonar después de muerto, quien muera con él va al infierno. Cristo nos dice que hay pecados que no se pueden perdonar en este siglo ni en el venidero. Esta fórmula “ni en el venidero” seria superflua si no se supone que en el purgatorio es posible una remisión de la pena merecida.

La Tradición Divina, con San Gregorio Magno, enseña que “Hemos de creer que existe el fuego del purgatorio para algunas culpas leves”.

Varios concilios de la Iglesia han definido la doctrina católica sobre el Purgatorio. El concilio Segundo de Lión dice: “Creemos… que si verdaderamente arrepentidos muriesen en caridad antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por sus comisiones u omisiones, sus almas son purificadas después de la muerte con penas purgatorias”.

Seguiremos, Dios mediante, con el Purgatorio.

 

Manuel Martínez Cano, mCR