Padre Alba IEsta página para meditar, no va a ser para la meditación, sino para animarnos todos a participar en la Olimpíada.

¿No definen este año 1992, como el año de la gran olimpíada nunca vista? ¿No dicen que la epopeya del descubrimiento y evangelización del Nuevo Mundo que dará oscurecida por el efímero resplandor de unas cuantas medallas de oro, plata y bronce?

Pues este año, ya desde el comienzo, os invito a la gran olimpíada, a la gran participación y desafío olímpico. Ganaréis oro de ley para la vida eterna. ¿Cómo?

Tomemos ejemplo de Santa Teresa, llena de cortesana sabiduría y grandeza de generosidad, en sus “desafíos” espirituales.

Desafiaba a cualquiera de sus hijas, a que se ofreciera durante mes y medio, a sufrir unas mortificaciones muy graves de sus hermanas y que considerasen la humildad y silencio del Señor delante de sus tribunales.

El día que lo hiciere, le entregaba Santa Teresa la mitad de lo que mereciese aquel día, tanto en la comunión como en sus dolores y padecimientos.

¿Quién no se desafiaría con Santa Teresa, para obtener tan copioso premio de su victoria?

Os propongo este año estos “desafíos olímpicos”, para animaros a la perfección. Puede ser entre marido y mujer, entre dos o tres compañeros, entre dos amigos, presentes o por correo. Que duren dos meses, cambiar otros dos meses, y así sucesivamente hasta final de año.

“X” se desafía con “Y”: “X” mirará al crucifijo tres veces al día en memoria de las tres horas de agonía del Señor en la Cruz, para alcanzara “Y” la gracia del silencio y saber callar en la contradicción. “Y” le aplicará a “X” el mérito de sus vencimientos. Examinarán cada quince días la marcha del certamen y decidirán para el final de los dos meses, el nuevo desafío.

“A” ofrece a “B” el mérito de llevar con alegría, haciendo tres veces al día su aceptación, la voluntad de Dios en los sucesos de cada día, y “B” le ofrece el mérito de sus comuniones. “C” le ofrece la comunión espiritual a “D” puesto que no puede comulgar a diario, si “D” le suplica en sus comuniones un aumento de devoción eucarística.

Se piden cuenta cada quince días.

Otros ejemplos: dominio de la vista, ejercicio de paciencia, de la caridad, de la alegría espiritual, de la rectitud de intención, de la pereza, de la vida interior, de la humildad y la obediencia, del propio vencimiento. Tres actos cada día.

Vamos a entrar toda la Asociación en esta olimpíada. Todo lo demás se nos dará por añadidura. Además creceremos en virtud y en amistad y unión espiritual.

¡Medallas de oro incorruptibles!

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 159, febrero de 1992