Primer domingo de Adviento. Tenemos que preparar nuestros corazones para el nacimiento de Jesús que está por llegar. El Adviento es un tiempo en el que se debe profundizar en el misterio de nuestra Salvación, el cual se inicia con el nacimiento de Cristo. Es un tiempo propicio para la oración, de manera particular la oración en familia, recordando precisamente, que Jesús quiso nacer en una familia como la nuestra. Es necesario recuperar la oración y la lectura de la Sagrada Escritura en donde se nos instruye sobre la verdad de la Navidad y su significado para nuestras vidas.
Los niños en casa me preguntan ¿cuánto falta para Navidad? Están nerviosos y en sus ojos resplandece una gran alegría por estar tan cerca el nacimiento de nuestro Rey. Cuentan los días que faltan para las Navidades.
Yo les propongo que en este tiempo de espera, preparen regalitos al Niño Jesús, como puede ser obedecer a papá y a mamá, portarse bien en el colegio, no pelearse con los hermanos, durante el día darle muchos besitos al niño Jesús y decirle que le quieres, tantas veces como te acuerdes y así prepararle al Niño Dios una cunita en nuestro corazón.
Es muy bonito ver a los niños con qué ilusión sacan el pesebre de su caja, envuelto con mucho cuidado el año anterior, y van poniendo las figuras, despacio para no romperlas, cada una en su sitio: el pastor con sus ovejas, los pajes al lado de los reyes y San José muy cerquita de Jesús y María. Y así representando el gran misterio del amor de todo un Dios en el cuerpo de un bebé acostado en un pobre pesebre, y de este modo vamos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría y esperanza. Al contemplar el pesebre recordamos especialmente a las familias que no tienen techo, alimento y comodidad, y pedimos a la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar.
Viviremos así, intensamente, este Adviento como una verdadera preparación a la fiesta de la Navidad, pero también aprovecharemos para crecer en el amor hacia los demás y para que nuestra vida se parezca más a la de Jesús.
Vivir la Navidad compartiendo con los demás la alegría del nacimiento de nuestro Dios que viene a quedarse con nosotros. Cantar en casa y por las calles los villancicos que alegran nuestros corazones. Este es el verdadero “espíritu de la Navidad”.
Adviento es, tiempo de expectación piadosa y alegre. Este es el fruto del Adviento: ¡Qué hermoso es entender la vida entera como expectación de la venida del Señor!
El tiempo de Adviento viene a hacernos una pregunta ¿Quién es Dios? Dios es don y promesa; Dios es regalo, el infinito regalo del ser y la existencia. Dios es el infinito regalo de la misma vida. La vida, entendida en su honda y palpitante realidad, está impregnada de Dios. Dios está aquí, en un pesebre solo por tu amor. Jesús lo único que quiere es tu corazón y un poco de tu atención y tu amor. Que tu compartir sea un verdadero signo de amor y fraternidad buscando imitar a Cristo, que se regaló a nosotros para hacernos inmensamente felices.
Tomemos como ejemplo a María Santísima. En ella encontraremos el modelo de los que piensan primero en los demás, de los que han puesto en el centro de su vida a Dios, de los que no se dejan convencer por las voces del mundo, sino que permanecen fieles al compromiso hecho con el Dios que salva. Debemos, pues, prepararnos, como ella: orando y sobre todo deseando con todo el corazón que el Reino de Cristo sea una realidad en nuestra vida, en nuestra familia y en todo el mundo. Imitemos a la Virgen, que con gran gozo esperaba la venida del Redentor. Imaginemos la escena viendo con qué delicadeza Maria debió preparar todas las cosas para el nacimiento de su Hijo Dios; «María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc. 2,19).
Si tú quieres, puedes vivir un Adviento diferente que te prepare para el encuentro con Jesús, al cual descubrirás en tu prójimo, en los sacramentos, en la oración y haz que esta Navidad sea diferente… Como los Magos, póstrate a los pies del niño Jesús, y ofrécele tu vida.
A los pies de la cunita de Jesús, junto con José y Maria en el portal de Belén, os deseo a todos una ¡Feliz Navidad!
