ciencia y feManuel Mª Domenech Izquierdo

El Caso Galileo III

Sin embargo los hombres que realmente representaron un progreso en cuanto al hallazgo de verdaderas leyes astronómicas fueron Tycho Brahe, Kepler y Newton, llevando a cabo un ímprobo y genial trabajo de observación, ordenación y síntesis.

Tycho Brahe vivió de 1545 a 1601. Hizo el catálogo de las estrellas visibles a simple vista y anotó sus posiciones. Confeccionó, por tanto, las primeras tablas astronómicas. Tycho Brahe era danés, de familia noble. No aceptó la obra de Copérníco. Estudió leyes en la universidad de Copenhague. Concebía la Tierra en el centro del universo, el sol giraba alrededor de ella y todos los demás cuerpos celestes alrededor del sol. Contó con la ayuda de Federico II de Dinamarca, por lo que pudo estar desde 1576 hasta 1592 en Uranieborg («castillo de los cielos»), donde llegó a medir sin ayuda óptica hasta el minuto de arco entre las visuales de las estrellas. Al morir Federico II en 1592, fue expulsado de allí. Sostenido por Rodolfo II de Bohemia, trabajó en un observatorio de Praga ayudado por Kepler. Por ello las tablas se publicaron con el nombre de «Rudolfinas”. Con los datos de estas tablas solamente, Kepler descubre y comprueba sus tres famosas leyes.

Nacido prematuramente, Juan Kepler vivió entre 1571 y 1630. Era delicado de la vista, pobre y enfermo. Enseñaba astronomía en Tubinga cuando tropezó con las ideas de Copérnico. Estaba profundamente convencido de que encontraría sencillas leyes geométricas a partir de las observaciones de Tycho Brahe.

En 1609, Kepler, publica sus dos primeras leyes y la tercera en 1619:

  1. Las órbitas de los planetas sonelípticas y el sol ocupa uno de los focos.
  2. La velocidad aerolar de los planetas es constante.
  3. Los cuadrados de los períodos son proporcionales a las terceras potencias de los semidiámetros de las órbitas.

El genio que redujo estas leyes al problema mecánico equivalente al lanzamiento de una piedra fue Isaac Newton. Este eminente físico es el primer hombre capaz de concebir un modelo fisicomatemático, fundado en las leyes de inercia y de la gravitación, con el que será posible calcular la posición de astros nunca vistos. Su obra fundamental, publicada en 1687, escrita durante los dos años anteriores se titula precisamente «Philosophie Naturalis Principia Mathematica». Lo aportado por Newton permite deducir matemáticamente las leyes de Kepler.

Con las tablas de Urano publicadas en 1821 por A. Bouvard y suponiendo que las perturbaciones observadas en la órbita de dicho planeta, eran debidas a una masa extraña que influía en su movimiento según los principios de Newton pudieron, Adams, el 21 de octubre de 1845, y Le Verrier el 23 de septiembre de 1846, enviar la posición de Neptuno, respectivamente, a Sir G.B. Airy, director del observatorio de Greenwich, que no puso suficiente interés en el asunto, y a Galle, en Berlín, que descubrió Neptuno la misma noche que leyó la carta, a 52′ de la posición indicada por Le Verder. Por cierto que Le Verrier era un ferviente católico. En una ocasión cuando explicaba su descubrimiento, fue muy aplaudido y dijo al auditorio: “No aplaudáis, quiero subir más arriba, hasta el cielo, y para esto necesito vuestras oraciones”.

Si todo lo movía el cielo, y el hombre ya tenía la clave del cielo, se hacía el rey del universo.

Newton muere en 1727 en Kensigton. La siembra ha terminado. Con él surge la llamada física clásica que se desarrollará durante los siglos XVIII y XIX. Esta física, lla~ada clásica no es la medieval, sino la que comienza a partir de Newton. Conviene saberlo para no dar por falsa la física de Aristóteles cuando se aprende que la física moderna ha demostrado que la clásica es falsa.

Tenemos, pues, por una parte, los hombres que producen la nueva física en un alarde de observación, síntesis y abstracción físico-matemática: Tycho Brahes Juan Kepler e Isaac Newton. Por otra, Galileo, el publicista que hace gran labor de divulgación y que mueve toda la espectacularidad del asunto. Es decir, los hombres que realizan los aspectos profundo y superficial de la nueva ciencia, la cual se presenta como la superación de la física aristotélica.

No obstante el siglo XX, es desde el principio, la historia de la crisis total de esta nueva física. ¿Se hará justicia a la física de Aristóteles? Aquella física que es el estudio profundo y completo del hecho de que «algo se mueve».