Jesús dijo: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mc.12, 13-17). Fue la respuesta de Cristo a los fariseos y herodianos que querían cazarlo con esta pregunta: ¿Es lícito pagar impuestos al César o no? ¿Pagamos o no pagamos? Ríos de tinta han corrido comentando estas palabras del Señor. Lo común es oír o leer “una cosa es la política y otra la religión”. Pues no.
Es verdad que al poder político, legítimo y justo se le debe “dar lo suyo”, los impuestos justos, por ejemplo. Pero al poder político, no se le debe dar lo que es de Dios. La vida es Dios: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, dice Jesús. Sin Dios no hay vida. La vida es Dios y ningún poder político, democrático, republicano, totalitario puede matar a los inocentes con abortos, eutanasias, manipulación de embriones… Porque la vida es Dios y la da Dios y sólo Él puede quitarla.
El fin del poder político es el bien común, no el programa político de uno u otro partido, que fomenta bienes aparentes, particulares o de grupos. No se debe votar, dar el poder, con el voto, a los abortistas, ni a ningún partido partidario de leyes anticristianas.
El matrimonio es una institución divina de derecho natural. Entre los cristianos, el matrimonio es un sacramento de la Nueva ley, instituido por Cristo. Todo matrimonio, incluso el de una mujer y un hombre no bautizados, es indisoluble. No se puede disolver por decisión de uno, ni aún de los dos contrayentes, ni por la ley civil o política. El matrimonio es de Dios y nadie tiene poder para disolver el vínculo conyugal contraído entre un hombre y una mujer.
Sólo la iglesia posee derecho propio y exclusivo para legislar y juzgar en todas las cuestiones relativas al matrimonio. Los emperadores cristianos reclamaron para sí el derecho a legislar sobre el matrimonio, pero tenían en cuenta la doctrina de la Iglesia. En la alta Edad Media se fue imponiendo poco a poco la exclusiva competencia de la iglesia en la legislación y jurisdicción matrimonial.
El Estado moderno se ha arrogado para sí el derecho a legislar sobre el matrimonio, pero es un abuso de poder, porque el matrimonio no es una institución civil sino una institución divina, el matrimonio es de Dios, no del César, del poder político. No se debe votar a partidos divorcistas porque el matrimonio es indisoluble.
Muchos cristianos sufrieron el martirio, porque se negaron a ofrecer incienso a los emperadores romanos, a los césares, como si los hombres fueran dioses. en las últimas elecciones, me dijo un sacerdote: “voy a ofrecer incienso a las urnas” un servidor, como no aprendí ese oficio tenebroso no voy a las urnas. Sólo Cristo es soberano. El llamado pueblo soberano, está manipulado por ideologías democráticas, comunistas, liberales, totalitaristas, socialistas, masónicas, etc.
La vida es de Dios, el matrimonio es de Dios, el César es de Dios. Todo es de Dios, Padre Todopoderoso, que premia a los buenos con el Cielo y castiga a los malos con el infierno.
