padre canoManuel Martínez Cano, mCR

Nuestra compatriota Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia, decía que “humildad es andar en verdad”; y solo Cristo ha dicho “yo soy la Verdad”. Si queremos ser humildes y vivir en la verdad, debemos vivir como Jesús vivió. San Juan Eudes, lo dice así: “La vida cristiana es una continuación y un cumplimiento de la vida de Jesús. Debemos ser otros Jesús en la tierra para continuar su vida y sus obras, estar revestidos de sus sentimientos”.

Es verdad que a nosotros no nos ha creado ningún parlamento, constitución o democracia. Todo ha sido creado por Dios. Esa es la verdad. La democracia no es una diosa, ni el hombre es un dios. Nos ha creado Dios y, si quiero vivir en la verdad, tengo que reconocer mi condición de criatura. Por tanto, debo reconocer los derechos de Dios, mi Creador y Señor, debo someter mi voluntad a la voluntad de Dios, cumplir siempre los diez mandamientos de la ley de Dios, aún a costa de cualquier sacrificio, hasta el martirio.

La verdad es que Dios que me ha dado el ser. Me ha dado su vida divina en el  Bautismo y me la sigue dando durante toda la vida. Dios es nuestro Padre. ¡Somos hijos de Dios! Mi condición de hijo de Dios debe amar siempre su sabiduría, su bondad, su justicia, su poder, su misericordia… jamás ofenderle. El P. Alba decía que, en su relación con Dios Padre, no hacia distinción entre pecado mortal, venial, falta. Todo eso es ofender a Dios. Y nunca debemos ofender a nuestro Padre. Al contrario, hacer siempre los gustos de Dios, ser cariñosos, tiernos, inocentes, puros.

La verdad es que Dios que nos ha creado, y hecho hijos adoptivos, nos ha redimido con su vida, pasión, muerte y resurrección. También es verdad que yo no valgo nada, pero como he sido redimido por la sangre de Dios, hecho hombre, tengo un valor infinito. Debemos, pues, participar del misterio de la Cruz, aceptar los sufrimientos que Dios, en su divina providencia, nos envíe para purificar nuestras almas y santificarnos, salvando muchas almas.

No olvidemos la Navidad. Sería estupendo que pidiéramos a Dios Padre, por medio de su Hijo Jesucristo y de la Virgen Santísima: que comprendamos nuestra condición de criaturas y obedezcamos siempre al Señor. Que comprendamos que somos hijos de Dios y debemos agradarle en todo, que hagamos los gustos de Dios y no los nuestros. Que sintamos internamente que hemos sido redimidos por los sufrimientos de Dios, hecho hombre. Que comprendamos que somos miembros del Cuerpo Místico de Cristo, militantes de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

¡Viva el Niño Jesús! ¡Viva la Niña Hermosa de Nazaret! ¡Viva San José!