ciencia y feManuel Mª Domenech Izquierdo

La Crisis Provocada por el Principio de Indeterminación

Werner Heisenbergs en 1927, formula el Principio de Indeterminación. «EI producto de las incertidumbres de las medidas del impulso y la posición de una partícula, es igual a la constante de Plank». Como el impulso es igual al producto de la masa de la partícula por su velocidad, resulta que la precisión en la medida de la posición de una partícula aumenta en detrimento de la precisión en la medida de su velocidad y viceversa. Sí mediante algún experimento negara a establecerse exactamente la velocidad de una partícula, la incertidumbre de su posición sería tan grande que, según ese mismo experimento, podría estar en cualquier punto del universo. Además, el principio de indeterminación afirma que eso es cierto para cualquier experimento posible. No se puede argumentar en contra, diciendo que algún día la ciencia encontrará la manera de medir con precisión ambas cosas.

El viejo sueño de Laplace, del científico profeta que conociendo el est.ado de movimiento y situación de todas las partículas del universo sería capaz de profetizar todo el porvenir, ha terminado. El sabio no podría ni empezar sus cálculos. (37) No se pueden tomar los datos del problema. Para cualquier experimento que pueda pensarse, toda precisión en la posición implica un error inevitable en el movimiento y viceversa. De nuevo la imaginación queda perpleja; y esto no por defecto de la manera de medir, sino porque la realidad concreta no se deja encuadrar en un modelo que suponga la posibilidad de eludir el principio de indeterminación de Heisenberg. Los modelos fisicomatemáticos no son objetivables ontológicamente.

Modernamente, el principio de indeterminación de Heisenbergs y los experimentos que llevan a él, demuestran que la última realidad de las cosas no obedece a la ley matemática que el hombre pueda concebir. La realidad se escapa y con plena libertad obedece sólo a Dios. La física no puede determinar su objeto. Y no es que las cosas no estén de algún modo, sino que es falsa la manera de plantearse el problema como lo hacen los deterministas y probabilistas, porque las cosas matemáticas no tienen realidad como sustancias.

(37) «La doble faz del mundo físico». DESIDERIO PAPP. Espasa-Calpe. Pág. 154.