Pedimos dos cosas. Primero que el Señor nos abra las puertas del corazón. Todos somos pecadores. Todos tenemos necesidad de sentir la palabra del Señor; que el Señor venga. Y segundo, que el Señor nos haga entender que el camino de la vanidad, de las riquezas, del orgullo no son caminos de salvación. . . Que el Señor nos haga entender que su caricia de Padre su misericordia, su perdón es cuando nosotros nos acercamos a aquellos que sobran, a los descartados de la sociedad.
Solamente Dios nos da la misericordia, la gracia. Y para acercarnos a esa gracia tenemos que acercarnos a los descartados, a los pobres, a los que tienen más necesidad. Porque seremos juzgados por esta cercanía.
Cardenal Müller
En un tiempo en que en algunos ambientes de la Iglesia la unidad con la Cabeza parece perder la vitalidad que es necesaria en nuestra fe, estimo, queridos hermanos en el episcopado, que es necesario una reafirmación personal de nuestra unión al Papa, siguiendo el sabio consejo de san Pedro Crisólogo en la carta a Eutiques: “Te exhortamos, venerable hermano, a que aceptes con obediencia todo lo que ha escrito el santísimo Papa de Roma; porque el bienaventurado Pedro, que vive y preside en su propia sede, ayuda a los que buscan la verdad de la fe. Puesto que nosotros, en aras de la paz y de la fe, no podemos tratar temas que afecten a la fe sino en comunión con el obispo de Roma” (san Pedro Crisólogo, Carta a Eutiques, 2).
Cardenal Burke
Está escrita en cada corazón humano. Y así la Iglesia, cuando enseña sobre el matrimonio monógamo, fiel, de toda la vida, está enseñando la ley moral natural, y tiene razón en insistir en esto en la sociedad en general. El Concilio Ecuménico Vaticano II se refiere al divorcio como una plaga en nuestra sociedad, y lo es.
Cardenal Fernando Filoni
África necesita líderes políticos valientes y proféticos, que sepan inspirarse por el Evangelio; obispos y sacerdotes según el Corazón de Cristo; laicos generosos y responsables, hijos devotos que miran a la propia tierra no como lugar problemático y avaro, sino rico en bien y esperanza que se siembra y se construye.
