Santa_Mar_a_Reina_InmaculadaIldefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965

Dios es amor.-Es la dulcísima y exactísima definición de Dios. -Así lo define él discípulo del Amor…, el que debió aprender esto al compás de los latidos del Corazón de Cristo, que él tuvo la suerte de escuchar en la última Cena.-Todo lo que de Dios se puede decir, parece que se condensa en esa palabra divina.-Es la vida más esencial de Dios, o mejor, el término de esa vida.

Porque la vida de Dios, como la de los espíritus puros, no consiste más que en el conocer y en el amar. -Pero en cierto modo, el conocimiento se dirige al Amor como a su término…, como a su necesario complemento.-Si Dios es un entender infinito…, eterno…, incesante…, sin interrupción…, es también y, sobre todo, el amor por esencia. -Se ama porque se conoce…; así quiere Dios también ser conocido por los hombres. A un alma santa la dijo: «Llámame el Señor…, el Omnipotente…, el Creador…, pero más que nada llámame el Am , ores el nombre que más me gusta y que más quiero entiendas de Mí.» -Mira cómo, efectivamente, todas las manifestaciones de su vida para con nosotros, Son otras tantas expansiones de su amor.-La creación…, la conservación…, la Encarnación…, la Redención…, no se entienden ni se explican sin el amor. -Por tanto, si el amor es la vida de Dios, necesaria y esencialmente se ha de encontrar en las tres divinas Personas. -Sin embargo, se da este nombre especialmente al Espíritu Santo…, porque así, por vía del amor, procede del Padre y del Hijo.

Pues bien, si el Padre corona a María con su Omnipotencia, y el Hijo la da participación de su Sabiduría…, justo era que el Espíritu Santo, al coronarla, la introdujera en el seno, que es origen y fuente de todo amor. -Contempla a tu Madre querida, hermosísima con la magnífica corona de la Omnipotencia… y con la de la Sabiduría…, pero mírala ¡cómo brilla ahora con la fuerza interior del fuego del Amor divino, que la abrasa con violencia semejante, con que las tres divinas Personas se abrasan en aquel flujo y reflujo de las olas de amor, en que viven completamente anegadas!

Reina del Amor.-Y ahora, constituida así como Reina del Amor, trata de penetrar en su corazón… y si Dios es amor, comprenderás a vista del Corazón de María, que es Ella la que más se le asemeja, porque no hay nadie que ame como María. -Recuérdalo que ya se ha dicho de aquel amor que tuvo a Dios en la tierra, que fue causa de su dichosa muerte… Si entonces ya fue tan intenso, ¿qué será ahora?

Dios tenía derecho al amor del corazón del hombre… y le pidió y le exigió tal amor…, pero el hombre, ¡ingrato!, se lo negó. -Fue necesario que Dios se buscara un corazón, que le compensara de aquella falta de amor…, que él solo le llenara más que todos los corazones juntos y le amara con amor más perfecto y verdadero y ese corazón, donde descansa el amor de Dios y encuentra sus complacencias de una manera satisfactoria y digna de Él, es después del Corazón de Jesús, el Corazón Inmaculado de Ma­ría.

Gózate de que Dios se vea correspondido como se merece, por el amor de la Virgen. -Dale a tu modo el parabién y la enhorabuena…, pues gracias a ese amor, no resulta una cosa inútil, por decirlo así, la creación del hombre, ya que no le rinde el fruto debido. -Junta todo el amor de todos los santos y ángeles del Cielo… y a la vista de ese conjunto hermosísimo, di con la Iglesia: «Sus fundamentos, en los montes más elevados»… Es decir, todo eso es nada, comparado con el Corazón de la Virgen…; donde todos acaban, Ella empieza…, lo que para los demás es la cumbre, para Ella es cimiento… ¡Qué gusto, qué alegría da el pensar que hay un corazón que así ame a Dios!

Pero ¿y qué diremos del amor que nos tiene a nosotros?… Nos ama con amor de Madre y esto basta…; todo lo que signifique ternura y encantos maternales, se encuentra intensificado, casi hasta lo infinito, en Ma­ría. -Contempla ese amor natural de madre sobrenaturalizado en Ma­ría aquí en la tierra y ahora míralo divinizado por el Espíritu Santo y comprenderás que es imposible saber cómo es este amor. -Avergüénzate al pronunciar esta palabra y convéncete que sólo mirando a Dios y en Él a Ma­ría, es como se sabe algo de lo que este nombre significa. -Compara tu -amor, el amor de las criaturas, con este amor… ¡A qué cosas, Dios mío, llamamos los hombres amor!…

Frutos de este amor. -Ante todo, la certeza y seguridad de su Patrocinio. -Ma­ría ya no puede dejar de amarnos…, aunque nos vea indignos de su -amor…, aunque, hijos ingratos, la lleguemos a dejar y a despreciar, posponiéndola a otros amores terrenos. -Su amor divinizado, nos atenderá en todos los instantes difíciles de nuestra existencia… No olvides, que si tiene conocimiento y sabe perfectamente todas nuestras necesidades por su corona de Sabiduría… y si la sobra poder para remediarlas con su Omnipotencia…, tampoco la falta la voluntad de hacerlo así, por su Amor. Repite muchas veces el título de «Reina y Madre de misericordia». -Si es Reina, sabe y puede…; si es Madre de bondad, quiere remediarnos y ayudarnos…; luego así será. -¿No sientes que tu corazón te lo confirma y te dice que así ha sido hasta ahora?

Además, Ella, con ese amor suyo, te enseña a dirigir y encauzar el tuyo a Dios. -Has de amarlo sobre todas las cosas con una intensidad apreciativamente suma…, esto es, que prefieras perderlas todas, antes que ofenderle. -Él demonio procurará estorbar con mil medios y pretextos esta dulcísima obligación… ¿quién te puede ayudar a cumplirla?… Tu Madre… primero con su ejemplo, que debes procurar imitar…; segundo, amándola a Ella, pues por su unión con Dios… amarla a Ella es amar a Dios. -No tienes disculpa para dejar de amar a Dios…, pero, ¿la tendrás para dejar de amar a tu Madre y Reina?.. Haz que su alma la ame como hija y esclava suya… y no consientas que nadie te aventaje en este amor.