ciencia y feManuel Mª Domenech Izquierdo

El Pitagorismo Moderno

Una de las impresiones más indelebles y que más me han conmovido durante mi vidas la recibí leyendo un libro que me presentó el sobrino de su autor. Por Motivos de amistad tengo que omitir su nombre. No está bien hacer quedar mal a los amigos. El autor había trabajado toda su vida en la construcción de centrales hidroeléctricas y se había especializado en la resolución de los problemas referentes a las pérdidas de carga en las conducciones hidráulicas debida a los regímenes turbillonarios. Su espíritu ya no hacía otra cosa que girar junto con los remolinos acuáticos que daban vueltas sin cesar en su cerebro. Su obra era la exposición sistemática de su teoría: estaba convencido de que el universo entero estaba constituido exclusivamente por giros.

El giro es una abstracción fisicomatemática como lo son los números. Todas las disciplinas científicas han progresado mucho levantando abstracciones nuevas sobre las construcciones realizadas sobre previas abstracciones. Pitágoras, dedicado especialmente a las teorías numéricas, redujo el mundo a los números. Los modernos científicos, dedicados a disciplinas elaboradas sobre la base matemática, reducen también el mundo a lo que han dedicado su vida. El caso del pariente de mi amigo ha quedado en el olvido, si es que alguien llegó a tomarlo en cuenta. La tecnología de las centrales hidroeléctricas ha llegado a unos niveles de rendimiento que ya casi no resulta rentable ningún esfuerzo dedicado a su mejora. En cambios la industria del proceso de datos está en el momento inicial de su expansión. Los trabajos de investigación en este área pueden resultar muy interesantes y no se desprecia ningún artículo sobre teoría de computabilidad.

Por eso, en una publicación tan seria como «IBM Journal of Research and Development» acabo de leer un artículo (43) que reduce el mundo a una red de comunicación de interacciones cuánticas. Parece que la ciencia, sin una correspondiente formación filosófica y religiosa, constituye un sistema de antiparras que no deja ver nada más que aquello que principalmente ha ocupado el cerebro de los dedicados a cada especialidad. Los que, como yo, sean también profesionales de la informática, verán en el artículo el eco de la teoría de los giros del familiar de mi amigo.

Comentando con un compañero, durante mi época de estudiante, lo admirable que resulta el poder simular con ordenadores analógicos las leyes de la mecánica, exclamó convencido: «todo son servomecanismos». Otro ejemplo de la reducción de todo a la última abstracción fisicomatemática que nos es familiar.

El Romanticismo Científico que hemos visto en el apartado anterior y este pitagorismo moderno, representan la versión contemporánea de aquellos dos grandes errores contrarios que, de una manera u otra, siempre han estado presentes en la historia: «La confusión de la imagen con la idea» y «La hipostatización de los números», cuya crítica hemos desarrollado en los dos primeros capítulos.

Los que actualmente se tienen por sabios científicos pero desprecian la filosofía, están claramente divididos en las dos tendencias romántica y pitagórica. Sus más genuinos representantes, desviados hasta el extremo de ambos errores, son los biólogos evolucionistas y los físicos que buscan la teoría del campo unificado. Es curioso notar que ambas posiciones se ignoran mutuamente. Valga esto de ejemplo: Richard Dawkins, defensor del más absoluto evolucionismo, en su libro «El relojero ciego» declara: «Muchos de nosotros no comprendemos la teoría cuántica, o la teoría de Einstein sobre la relatividad general y especial, pero esto no nos lleva a oponernos a estas teorías», y el físico-químico Peter Atwins, de Oxford, en su libro «La Creación» dice: «No hay nada que no pueda ser comprendido y no hay nada que no. pueda ser explicado. Todas las cosas son simples. Una gran parte del universo no necesita ninguna explicación. Por ejemplo, los elefantes».

Estos dos grandes errores se corresponden también con el empirismo y el racionalismo que, a su vez, son consecuencia de la crisis del tomismo que comenzó con el nominalismo de Ockham. (44)

En el ámbito religioso se juega esta deletérea estratagema: mezclando románticamente mitos y fantasías con la verdad se reduce toda la religión a sentimiento, como hiciera antaño el modernismo» condenado por San Pío X en su encíclica «Pascendi», y, a la vez, en nombre de ese racionalismo pitagórico moderno, se pretende excluir toda manifestación sensible y todo afecto de una supuesta religión purificada, con lo que se consigue, primero, el olvido de la verdad, y después se justifica el abandono de toda práctica religiosa. Por eso dijimos que era principalmente religioso el motivo de este libro.

No se crea que estas ideas afectan solamente a los especialistas. La informática se ha popularizado mucho y las últimas ideas de éstos, alcanzan los ámbitos de la divulgación científica a una velocidad sorprendente. He leído recientemente, en una revista geográfica, un artículo (45) cuyo autor reduce el universo a una computadora y declara que ve tanta inteligencia en él, que no admite la existencia de Dios, pero en cambio está convencido de que alguien está haciendo funcionar el universo como una computadora para resolver algún problema. Hablando de esto con un licenciado en psicología sentenció: «esto es ya ciencia ficción» la cual merece que le dediquemos el siguiente apartado, como ya prometimos al hablar del Romanticismo Científico.

43 “World as system self-synthesized by quantum networking”. JOHN ARCHIBALD WHEELER. “IBM journal of research and development” Vol 32, nº 1 enero 1988.

44 “Para una fundamentación de la metafísica”. FRANCISCO CANALS. p. 58 Publicaciones Cristiandad, Barcelona 1968.

45 «Did the universe just happen?”. ROBERT WRIGHT. «The Atlantic.». (Boston) Vol. 261 nº 4 abril 1988.