SAN FRANCISCO JAVIERObra Cultural

Francisco Javier

Francisco Javier -san Francisco Javier- es una de las figuras gigantes de la humanidad. Nació en 1506, en el Castillo de Javier, Navarra. Murió el 3 de diciembre de 1552, o sea alas 46 años, 8 meses y 26 días, en Sancián, frente a Cantón, China. Este hombre, en pocos años misionó la India, las Malucas, el Japón y ardía en deseos de convertir la China. Sus viajes, tan arriesgados, son impresionantes. Leer su vida es conocer a uno de los grandes protagonistas de las aventuras más extraordinarias.

Francisco Javier es un gran protector de sus amigos. Es célebre la llamada NOVENA DE LA GRACIA, que se acostumbra a practicar del 4 al 12 de marzo, pero que durante todo el año también se hace con provecho. La historia de la NOVENA DE LA GRACIA tiene este origen: El 11 de diciembre de 1633 se desmontaba la ornamentación del altar de la Inmaculada, del Palacio Real de Nápoles. El P. Marcelo Mastrilli, jesuita, que intervenía en el desarme del altar, sufrió un accidente mortal al caérsele sobre la cabeza un martillo de dos libras de peso, que le destrozó la cabeza, le dejó sin sentido, con el parietal derecho herido mortalmente. Cuando ya se creía desahuciado, interiormente hizo voto de ir a las Indias si, por intercesión de san Francisco Javier, el Señor le concedía la salud. Al día siguiente, un cuadro que tenía en la habitación con la imagen de san Francisco Javier, empezó a hablar al moribundo. -«Marcelo, ¿qué haces? ¿Quieres morir o pasar a las Indias?» Inmediatamente recuperó la salud. Al día siguiente celebraba ya Misa. Y desde entonces, la NOVENA DE LA GRACIA ha sido practicada por grandes santos -san Juan de Brito, san Vicente de Paúl, santa Teresa del Niño Jesús, san Pío X, el beato P. Hoyos, y tantos otros. » Quienquiera que sea puede probar y sabrá la eficacia que tiene la NOVENA DE LA GRACIA a san Francisco Javier. Se hace rezando las siguientes oraciones:

Oración que se ha de rezar, cada día de la novena

Amabilísimo y amadísimo Santo, adoro junto con vos y con la mayor reverencia a la divina Majestad, y complaciéndome sumamente en los especialísimos dones que os comunicó, así de gracia, en tiempo de vuestra vida, como de gloria después de vuestra muerte, le rindo las más afectuosas gracias y, con todo mi corazón os ruego que me alcancéis por vuestra poderosa intercesión, la gracia importantísima de vivir y morir santamente. Os suplico además, que me impetréis… (aquí se piden las gracias espirituales y temporales que se desean). Y si esto que os pido no es para mayor gloria de Dios y mayor bien de mi alma, alcanzadme vos lo que sea más conforme a lo uno y a lo otro. Así sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oración compuesta por San Francisco Javier por la conversión de los infieles

Eterno Dios, Creador de todas las cosas: acordaos que las almas de los infieles fueron creadas por Vos y hechas a vuestra imagen y semejanza; mirad, pues, Señor, cómo a vuestro pesar se está llenando de ellas el infierno. Acordaos de que, por salvarlas, Jesús, vuestro Hijo, padeció una muerte atrocísima; ruégoos, Señor, que no permitáis por más tiempo sea vuestro Hijo des-preciado de los infieles; antes bien, aplacado con las oraciones de los santos y de la Iglesia, Esposa de vuestro Santísimo Hijo, acordaos de vuestra misericordia y, olvidando su idolatría e infidelidad, haced que también ellos, algún día, lleguen a conocer al que enviasteis, Jesucristo, Señor nuestro, que es nuestra salud, vida y resurrección, por quien hemos sido hechos salvos y libres, y a quien sea dada gloria por los siglos de los siglos. Así sea.

  1. Ruega por nosotros, san Francisco.
  2. Para que, seamos dignos de las promesas de Jesucristo.

Oremos. -Oh Dios, que por la predicación y milagros del bienaventurado Francisco, quisisteis agregar a vuestra Iglesia las naciones de las Indias: concedednos propicio que imitemos también los ejemplos de virtud de aquel cuyos gloriosos méritos veneramos. Por nuestro Señor Jesucristo. Así sea.

Nota. -Para alcanzar el fruto de la NOVENA DE LA GRACIA, precisa durante la misma confesarse bien y comulgar fervorosa-mente, una vez.

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Para entender la gran figura de san Francisco Javier, reproducimos unos versos de José María Pemán, en «El Divino Impaciente»:

  1. Ignacio

Yo te bendigo, Javier: / que Dios bendiga tus hechos. / A grandes empresas vas / y no hay peligro más cierto / que éste de que, arrebatado / por el afán del suceso, / se te derrame por fuera / lo que debes guardar dentro. / La vida interior importa / más que los actos externos; / no hay obra que valga nada / si no es del amor reflejo. / La rosa quiere cogollo / donde se agarren sus pétalos. / Pídele a Dios cada día / oprobios y menosprecios, / que a la gloria, aun siendo gloria / por Cristo, le tengo miedo. / No te acuestes una noche / sin tener algún momento / meditación de la muerte / y el juicio, que a lo que entiendo, / dormir sobre la aspereza / dé estos hondos pensamientos, / importa más que tener / por almohada, piedra o leño. / Cada mañana tendrás / con la Señora, algún tierno / coloquio, donde la digas / esos dolores secretos / que a la Madre se le dicen / de modo más desenvuelto / que no al Padre, que por ser / el Padre, da más respeto. / Mézclame, de vez en cuando, / en el trabajo requiebros / y jaculatorias breves, / que lo perfumen de incienso. / Ni el rezo estorba al trabajo, / ni el trabajo estorba al rezo. / Trenzando juncos y mimbres / se pueden labrar, a un tiempo, / para la tierra un cestillo / y un rosario para el cielo. / Escríbeme, por menudo, / tus andanzas y sucesos: / ni los agrandes por vano, / ni los calles por modesto; / que de Dios serán las glorias / y tuyos solos los yerros. / Piensa que ya en esta vida / no volveremos a vernos. / Te emplazo para la Gloria, / que para los dos la espero, / por la bondad del Señor, / que no por méritos nuestros. / Mientras tanto, Javier mío, / porque no nos separemos, llévame en tu corazón, que en mi corazón te llevo.

Javier

Postrado a tus pies benditos / aquí estoy, Dios de bondades, / entre estas dos soledades / del mar y el cielo infinitos. / Con sal en la borda escritos / fracasos de su poder, / vencida de tanto hacer / frente al mar y a su oleaje / ya va a rendir su viaje / la barquilla de Javier… / Te he confesado hasta el fin / con firmeza y sin rubor; / no puse nunca, Señor, / la luz bajo el celemín. / Me cercaron, con rigor, / angustias y sufrimientos. / Pero de mis desalientos / vencí, Señor, con ahínco. / Me diste cinco talentos / y te devuelvo otros cinco. / Bendice ahora que se gasta / mi luz, a Ignacio de Loyola… / Cuida a mi gente española… / Y si algún día mi casta / reniega de Ti y no basta, / para aplacar tu poder, / en la balanza poner / sus propios merecimientos…, / ¡pon también los sufrimientos / que sufrió por Ti, Javier!

«MADRE INMACULADA, RUEGA POR EL HIJO MANCHADÍSIMO», decía don Manuel González. Todos estamos manchados ante Dios. Para purificarnos, reza cada mañana y cada noche la TRES AVEMARÍAS.