Montserrat
¿Hasta cuando?
“Una vez, junto con una de mis hermanas fuimos a un baile [5]. Cuando todos se divertían mucho, mi alma sufría [tormentos] interiores. En el momento en que empecé a bailar, de repente vi a Jesús junto a mí. A Jesús martirizado, despojado de sus vestiduras, cubierto de heridas, diciéndome esas palabras: ¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañarás? En aquel momento dejaron de sonar los alegres tonos de la música, desapareció de mis ojos la compañía en que me encontraba, nos quedamos Jesús y yo. Me senté junto a mi querida hermana, disimulando lo que ocurrió en mi alma con un dolor de cabeza. Un momento después abandoné discretamente a la compañía y a mi hermana y fui a la catedral de San Estanislao Kostka. Estaba anocheciendo, había poca gente en la catedral. Sin hacer caso a lo que pasaba alrededor, me postré en cruz delante del Santísimo Sacramento, y pedí al Señor que se dignara hacerme conocer qué había de hacer en adelante.” Santa Faustina Kowalska, Diario de Santa Faustina Kowalska, nº 9.
Nueva luz de Cristo
“Este es el objetivo sobre el que la Iglesia quiere reflexionar con nueva intensidad en la novena de años que vengo a iniciar. Para poder ofrecer al hombre latinoamericano actual una nueva luz de Cristo, que ayude a transformar desde dentro a los hombres, las estructuras, la sociedad de hoy. Que ayude a implantar una civilización nueva fundada no en el odio o las luchas, sino en el amor. A Nuestra Señora y Madre de la Altagracia pido su protección y valimiento. A Ella encomiendo sobre todo a los enfermos, a los pobres, a los injustamente tratados, a los campesinos, a los habitantes todos de la República Dominicana y de América Latina. y a todos, como amigo y Pastor de la Iglesia universal, bendigo con afecto.” San Juan Pablo II, Ante el V centenario de la evangelización de América, pp. 22-23.
Sin Franco, anticolicismo
“Al llegar a este punto, leyendo el manuscrito que es una arma bastante incómoda de lectura, a mí mismo me asaltan idénticas preocupaciones. Sin Franco, sin su catolicismo profundo -aun admitiendo toda clase de errores contingentes en un hombre de Estado- una o dos generaciones de españoles, cuando menos, hubieran estado desprovistas, como hoy lo están, de ese bien absoluto, que es la fe católica. Y esto no es fanatismo, porque el fanatismo se caracteriza por el odio hacia todos aquellos que no profesan nuestras ideas y creencias, y el libro de don Faustino está escrito, contrariamente, con amor.” Luis Suárez Fernández, Franco. Héroe cristiano en la guerra, p. 10.
Crítica de la democracia cristiana
“La religión se veía desplazada a la periferia y se recluía cada v más en la esfera privada. Era una época de “interiorización de creencias como factor de distensión y disolución de las ideologías». Lo cual servía a Fernández de la Mora para someter a crítica la democracia cristiana, que, a su juicio, intentaba monopolizar, desde supuestos demoliberales, el sentimiento religioso, algo que no era “testimonio de religiosidad genuina», sino producto de una táctica política, que, por otra parte, en sus prácticas cotidianas, no dudaba en arrastrar a los creyentes hacia “concesiones y compromisos que les han impedido representar la ortodoxia pura». Además, la religión revelada no podía monopolizar el contenido de la ética, ya que existía una ética racional o natural, válida para todos, una moral privatizada y objetiva: “La revelación es objeto de fe, el orden moral es objeto de racional aceptación». De la misma forma, el nacionalismo se hallaba en crisis en los países europeos más desarrollados. Y es que el nacionalismo era una afirmación sentimental, polémica e irracional; respondía a una mentalidad primitiva.” Pedro Carlos González Cuevas, Revista Razón Española, septiembre-octubre 2015, p. 163.
Escalas ascendentes
“Así, desde el cimiento de la familia, fundado en ella como en un pilar, nace una doble jerarquía de sociedades complementarias, como el municipio, como la comarca, como la región; de sociedades derivativas, como la escuela, como la Universidad, como la Corporación. Estas dos escalas ascendentes, esta jerarquía de Poderes, surge de la familia y termina en las regiones, que tienen cierta igualdad entre sí, aunque interiormente se diferencian por sus atributos y propiedades. Los intereses y las necesidades comunes en esa variedad, en que termina la jerarquía, exigen dos cosas: las clases que la atraviesan paralelamente, distribuyendo las funciones sociales; y de una necesidad de orden, y una necesidad de dirección.” Juan Vázquez de Mella, El Verbo de la Tradición, p. 46.
Peor que morir
“Por eso hay que reivindicar el asombro e imponer a nuestra pedagogía -toda la vida es una larga y polifacética enseñanza- un sentido que no sea el del encallecimiento, sino el de la sensibilización. Arte difícil es, sin duda, este de no habituarse nunca y de saber sorprenderse a cualquier hora; difícil y a veces doloroso, porque equivale a tener siempre la piel como en carne viva, sensible al placer de la más leve caricia y también al dolor del menor roce. Pero el placer y el dolor son los dos polos que marcan el movimiento pendular de la vida, y renunciar a ellos es como abandonarla en el vacío y perderla. Cierto que encallecerse es defenderse del rasguño, pero es también incapacitarse para el beso. Y esto es peor que morir.” Gonzalo Fernández de la Mora, Revista Razón Española, julio-agosto 2015, p. 4.