¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció el pensamiento de Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa? Porque de él, por él y para él son todas las cosas. ¡A él la gloria por los siglos! Amén. (Romanos 11, 33-35)
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¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en el banco de los burlones se mas se complace en la ley de Yahveh Dios, su ley susurra día y noche! (Salmos 1, 1-2)
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¿Por qué se agitan las naciones, y los pueblos mascullan planes vanos? Se yerguen los reyes de la tierra, los caudillos conspiran aliados contra Yahveh Dios y contra su Ungido: “¡Rompamos sus coyundas, sacudámonos su yugo!” El que se sienta en los cielos se sonríe, Yahveh Dios se burla de ellos. (Salmos 2, 1-4)
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Y gritan con fuerte voz: “La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero”. Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: “Amén. Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén”. (Apocalipsis 7, 10-12)
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El es la piedra que vosotros, los constructores, habéis despreciado y que se ha convertido en piedra angular. (Hechos 4, 11)
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Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. (1 Juan 4,16)
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No os engañéis; de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará: el que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna. (Gálatas 6, 7-8)
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Ovejas entre lobos
También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre. Se produjo otra vez una disensión entre los judíos por estas palabras. Muchos de ellos decían: “Tiene un demonio y está loco. ¿Por qué le escucháis?” Pero otros decían: “Esas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos?” Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. (Juan 10, 16-22)
