pedro-berman-1Manuel Martínez Cano mCR

Ha muerto un Joven de San José, Pedro Bermán Beigbeder, el segundo más veterano de la Asociación.

Tenía 66 años y el Señor se lo llevó consigo el 10 de enero a las 11 de la noche. El día 8 por la tarde estaba ordenando ropa y juguetes en el local de los Jóvenes; hacía reír a una niña de diez meses; y cayó sin conocimiento al suelo. Una ambulancia lo llevó urgentemente al hospital. Enterado el P. Turú, fue administrarle la unción de los enfermos. Pocos días antes vino al colegio a confesar.san_jose

En la estampa-recordatorio de su muerte se lee: “Yo muero, pero mi cariño no muere os amaré en el Cielo como os he amado en la tierra”. Ya lo había dicho el Señor: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en Mí aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que vive y cree en Mí, vivirá eternamente”.

La estampa termina con estas palabras: “No lloréis, sed buenos: voy a unirme con Dios y os espero en el Cielo”; y el Padrenuestro.

Pedro y su esposa Isabel vinieron de la gran ciudad a vivir a Sentmenat para educar a sus hijos en el Colegio Corazón Inmaculado de María, fundado por el padre Alba. Siempre que se le pedía su ayuda, decía sí inmediatamente; últimamente iba a las convivencias de con los niños de EGB. Hace unos años el médico me aconsejó que me acostara con la cabeza más elevada que los pies. Se lo digo a Pedro. Quitó las patas de la cama e hizo otras a la medida que dijo el doctor. Sigue un largo etcétera que sólo Dios lo sabe.

En nuestros campamentos, era un “manitas” pluscuamperfecto: un altar, sagrario, cruces, andas, mástiles: No había avería o problema que no solucionara. Fue un payaso del Gran Circo de la Risa. Hacía reír a bebés de meses, niños de pocos años, jóvenes: las noches, en los fuegos de campamentos, nos tronchábamos con sus actuaciones.

En los mercadillos misioneros para sacar fondos en beneficios de la obra apostólica de Perú, siempre estaba activo. Lo que había que hacer, lo hacía siempre bien. En la primera procesión de San José, desde el Paseo de Gracia hasta la Sagrada Familia, un sacerdote muy veterano me dijo que no recordaba que el Santo hubiese salido en procesión por las calles de Barcelona. Para él, era la primera vez. Las andas en que se apoyaba el Patrón de la Buena muerte, de los obreros, de la Iglesia, de la vida espiritual. . . las había hecho Pedro, con toda devoción y entusiasmo. Y San José le concedió una santa muerte recibiendo los últimos sacramentos.

A las cuatro de la tarde, del día doce, la parroquia de Sentmenat estaba abarrotada de familiares y amigos de Pedro. Concelebraron varios sacerdotes. El padre Turú rezó el último responso en el cementerio. Terminada la oración, gritamos: ¡Viva María Reina! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Pedro!, y siguieron nuestros himnos religiosos. Estábamos muy contentos. Y seguimos lo mismo.