El Santuario de Nuestra Señora La Bien Aparecida se encuentra situado en el tercio oriental de Cantabria, término municipal de la villa de Ampuero, y casi en el punto medio del ferrocarril que une Santander con Bilbao, distando la estación ferroviaria cerca de 5 kms., salvados por una excelente carretera.
En la ascensión van quedando atrás curvas y árboles, respirando el aroma de los eucaliptos y la manzanilla, con la pureza del aire de la campiña.
Por fin, y bajo una fronda espesa de robles, empieza la última cuesta. Y al final de la misma, ¡hemos llegado! La espaciosa plaza delante del Santuario nos recibe en sus brazos haciéndonos sentir la blandura de la hierba como alfombra tendida hasta sus puertas.
Una vez dentro del templo llama la atención el retablo del altar mayor, una bella joya del churrigueresco, minuciosamente labrado y dorado, con 14 metros de alto y casi 10 de ancho. En el centro, luciendo un dorado más reciente que el del resto del retablo, el hermoso camarín de la Virgen.
Marrón, en los principios del siglo XVII, estaba arrimado al mar y no lejano del puerto de Laredo. Actualmente consta de tres barrios: Marrón, junto al río Asón; Hoz, un poco más alto, y Bosquemado, subido en la montaña.
Entre Hoz y Bosquemado había, por aquel entonces, una ermita dedicada a San Marcos, donde solían acudir los inocentes pastorcillos del poblado. Un día de setiembre, uno de tantos días de pastoreo, señalado por la Providencia de Dios y en el amor maternal de María, vieron, junto a la ventana de la ermita, un fulgor que indicaba algo misterioso. Se acercaron y contemplaron atónitos la presencia de una simpática imagen nunca vista hasta el momento. Era la imagen de la Virgen María con Jesús entre sus brazos. Una pequeña talla que mide, incluido el pedestal, 21,60 centímetros. En la actualidad, esta talla auténtica de la aparición se conserva en el camarín del Santuario.
La noticia de esta aparición se corrió enseguida por todos los contornos, y era tanta la gente que allí acudía que, en el año 1614, hubo de construirse una hospedería para albergue de los peregrinos. En el año 1701, a instancias del Prelado, se abren los cimientos para una nueva iglesia en el lugar de la aparición, y en el 1722, se concluyó la fábrica del templo y se colocó, entre grandes festejos, la imagen de Nuestra Señora La Bien Aparecida en el camarín dorado del majestuoso retablo del altar mayor.
Aprovechando el primer cincuentenario de la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción y el tercer centenario de la aparición de la imagen de La Bien Aparecida, el celo y fervor de sacerdotes y fieles motiva la petición al Señor Obispo que declare, a La Bien Aparecida, Patrona de la diócesis y provincia de Santander. El Obispo Sánchez de Castro eleva la petición al Papa Pío X y éste accede gustoso a la demanda del Prelado. La Virgen Bien Aparecida es declarada así Patrona, según lo solicitado, el 6 de diciembre de 1905. Con él fin de ocuparse directa y exclusivamente del culto, decide el Señor Obispo que sean los PP. Trinitarios quienes se instalen en el Santuario, tomando posesión la primera comunidad el 28 de abril de 1908. Otra fecha memorable es la del 29 de mayo de 1955, pues ese día, Fiesta de Pentecostés, a las cinco de la tarde, es coronada canónicamente por el Obispo Bueno, don José Eguino y Trecu, la imagen de Nuestra Señora La Bien Aparecida, en ceremonia celebrada en la Plaza de las Estaciones de Santander. Treinta imágenes marianas de la Provincia, todas ellas cargadas de siglos, historia y veneración, escoltaban a la Reina y Madre de la Montaña rodeadas de sus hijos. El fervor Mariano de los fieles de Cantabria quedó patente y perdurable en todos los que asistieron a tan fausto momento.
Cada año, el 15 de setiembre sin falta, suben los fieles a honrar a la Madre en su Santuario en el día de su fiesta. Es el día del cumplimiento de las promesas hechas a lo largo del año, siendo muchos los que suben andando, a veces con los pies descalzos, aunque la mayoría, hoy día, lo hacen en coche, pero todos encuentran consuelo y alivio en este Santuario y vuelven reconfortados a sus hogares. Durante el año, el Santuario ofrece un cuidado servicio al culto litúrgico, administra los Sacramentos, especialmente el Bautismo, la Eucaristía y el Matrimonio que son atendidos dentro del espíritu peculiar en la comunidad cristiana. En Semana Santa celebra los oficios propios, con un ciclo de Música Religiosa. En el mes de julio tiene lugar la Cátedra de Fe y Cultura, y durante el verano, otro ciclo de Música Coral y de Órgano.