Tómate un poco de tiempo. Piensa en Dios y en ti mismo. Convéncete de que Dios es amor.
Puedes comenzar haciendo tuya alguna de estas plegarias; así le muestras tu confianza en su perdón y tu dolor por no amarle suficientemente.
Del Salmo 32
Mientras callé se consumían mis huesos, rugiendo todo el día, porque de día y noche tu mano pesaba sobre mí; mi savia se me había vuelto un fruto seco como en los colores del verano. Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”, y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Sigue leyendo

