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Ten piedad de mi miseria

“Jesús, Verdad Eterna, fortalece mis fuerzas débiles. Tú, oh Señor, lo puedes todo. Sé que sin Ti mis esfuerzos no valen nada. Oh Jesús, no Te ocultes ante mí, porque no puedo vivir sin Ti. Escucha el llamado de mi alma; no se ha agotado, Señor, Tu misericordia pues ten piedad de mi miseria. Tu misericordia supera la inteligencia de los ángeles y de los hombres juntos, y aunque me parece que no me escuchas, no obstante he depositado mi confianza en el mar de Tu misericordia y sé que mi esperanza no será defraudada.” Santa Faustina Kowalska, Diario de Santa Faustina Kowalska, nº 69.

Plena vivencia de la fe

“Un dato consignado por la historia es que la primera evangelización marcó esencialmente la identidad histórico-cultural de América Latina (cf. Puebla 412). Prueba de ello es que la fe católica no fue desarraigada del corazón de sus pueblos, a pesar del vacío pastoral creado en el período de la independencia o del hostigamiento y persecuciones posteriores. Ese sustrato cultural católico se manifiesta en la plena vivencia de la fe, en la sabiduría vital ante los grandes interrogantes de la existencia, en sus formas barrocas de religiosidad, de profundo contenido trinitario, de devoción a la Pasión de Cristo y a María. Aspectos a tener muy presentes, también en una evangelización renovada.” San Juan Pablo II, Ante el V centenario de la evangelización de América, p. 37.

Radicalmente nuevo

“El eón definitivo es el de la historia de la salvación: «se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios, convertíos y creed la Buena Noticia» (Mc. 1, 15). Se trata de un tiempo radicalmente nuevo -esto es lo que significa la palabra griega eón-, en conflicto permanente con el eón antiguo, un eón mítico, pues, como dice el evangelio de San Juan (16, 13), «el Espíritu de la verdad os guiará siempre hasta la verdad completa». Quid quid latet apparebit, se dice en el oficio de difuntos. Lo que está oculto no se hará plenamente patente hasta el final de los tiempos.” Dalmacio Negro Pavón, Revista Razón Española, nº 192, julio-agosto 2015, p. 15.

Necesidad de la emancipación municipal

“De ahí la necesidad extraordinaria de su emancipación; de ahí la necesidad de acabar con el régimen oprobioso, tiránico y centralizador que padecemos. Hoy no existe autonomía en el Municipio; el Municipio no es más que una creación legal, no es más que una sección, una parte del Poder ejecutivo en funciones. Cuando un Municipio trata de unirse a otro o de segregarse, no le basta la voluntad de los vecinos, es necesario que el Poder central la ratifique; cuando se trata de funcionar, el alcalde tiene dos delegaciones: una, la delegación política, en que se hace dependiente inmediato del Gobernador, que a su vez es inamovible y responsable ante el señor Ministro de la Gobernación; y otra, la delegación administrativa, que queda absorbida por la delegación política.” Juan Vázquez de Mella, El Verbo de la Tradición, p. 51.

El hombre de dinero

“Pero la monarquía, cuando permanece tal, ilustra ejemplarmente la trabajosa victoria sobre la plutocracia: «El poder del Dinero (ése sí que es hereje) le tiene un miedo grandísimo a la Monarquía, como que es la única fuerza capaz de meterlo en petrina; por lo cual se aplica hoy con perseverancia a pintarla como un cuco, y a echarle agua bendita, conjuros y maldiciones. Pero la Monarquía, en su sentido amplio, es una cosa que está en la naturaleza y por lo tanto echada por la puerta vuelve por la ventana, disfrazada si es preciso: «una fuerza patente para meter en petrina a las fuerzas secretas» […]. Para poder defenderse de la opresión de los poderosos inmediatos (de los cuales ninguno más peligroso y universal que el Hombre de Dinero)” Miguel de Ayuso, Revista Verbo, nº 535-536, mayo-junio-julio 2015, p. 402.

La ideología es una voluntad de poder

“El estatuto epistemológico de las ideologías es muy pobre y tanto por sus productos como por su actitud se sitúa en un plano sobradamente alejado de la ciencia. El supuesto carácter científico o cognoscitivo de la ideología es nulo. La ideología es lo más extraño que existe para la ciencia. Las ideologías triunfan, como se ha indicado, no por su rigor científico sino por la capacidad de que las opiniones de las que son portadores generen una adhesión más o menos irracional. Su éxito se cifra en la medida en que sus indemostradas premisas o el ideal postulado sea capaz de generar una respuesta más o menos beligerante. Julien Freund señala, al igual que Fernández de la Mora, que tras la condición doxológica de las ideologías no hay sino un interés de dominio, es decir, una voluntad de poder.” Carlos Goñi Apesteguía, Revista Razón Española, nº 193, septiembre-octubre 2015, pp. 194 y 195.

El liberalismo niega la doctrina católica

“El liberalismo niega la necesidad de la divina revelación, y la obligación que tiene el hombre de admitirla, si quiere alcanzar su último fin. Niega el motivo formal de la fe, esto es, la autoridad de Dios que revela, admitiendo de la doctrina revelada sólo aquellas verdades que alcanza su corto entendimiento. Niega el magisterio, infalible de la Iglesia y del Papa, y en consecuencia todas las doctrinas por ello definidas y enseñadas. Y después de esta negación general y en globo, niega cada uno de los dogmas, parcialmente o en concreto, a medida que, según las circunstancias, los encuentra opuestos a su criterio racionalista. Así niega la fe del Bautismo cuando admite o supone la igualdad de todos los cultos; niega la santidad del matrimonio cuando sienta la doctrina del llamado matrimonio civil; niega la infalibilidad del Pontífice Romano cuando rehúsa admitir como ley sus oficiales mandatos y enseñanzas, sujetándolos a su pase o exequatur, no como en su principio para asegurarse de la autenticidad, sino para juzgar del contenido.” Félix Sarda y Salvany, El Liberalismo es pecado, p. 11.