FrancoFranco y la Iglesia Católica
José Guerra Campos
Obispo de Cuenca
Separata de la obra “El legado de Franco”

Merece atención el modo con que Franco mantiene el rumbo a través de circunstancias tan complejas y cambiantes, de tantas corrientes que había de integrar en el interior y de tantas presiones internacionales. Ciñéndonos a la relación con la Iglesia, véanse algunos ejemplos. a) En el campo de la Enseñanza, para el reconocimiento de los títulos académicos que el Estado concedió, había que vencer en el interior la resistencia de una tradición liberal estatista o «napoleónica», arraigada en los cuerpos docentes estatales y en parte de la población, incluidos catedráticos muy católicos. b) Su voluntad de actuar como hijo de la Iglesia coexistía durante la guerra con la necesidad de no perder el indispensable apoyo de Alemania, que veía con disgusto la confesionalidad católica; y después iba a tropezar con el mismo problema por parte de los Aliados con un Truman que odiaba la misma confesionalidad. c) Las corrientes populares de simpatía hacia Alemania iban contra corriente del mundo liberal europeo, que presionaba al Vaticano, receloso ya ante el neopaganismo «nazi». d) Durante la guerra mundial, el General de la Compañía de Jesús, P. Ledochowski, informaba al Papa que, según el testimonio del 99 por cien de los Jesuitas españoles, «desde Asturias hasta Andalucía», el Régimen de Franco favorecía un renacimiento espiritual magnifico; pero al mismo tiempo un «lobby» o grupúsculo de católicos nacionalistas, instalado en el «mundillo» romano, mantenía recelos o reticencias, en convergencia con sectores de pensamiento francés, tan influyente en la Curia…

Teniendo en cuenta todo esto, y más si se añade la tempestad intraeclesial de los años sesenta y setenta, el equilibrio de Franco y su línea vectorial de fidelidad cristiana se yerguen como un ciprés, «inter viburna cupressus»; Y se comprende la confianza que en él depositaron siempre los Papas y los Obispos.