El dios de la democracia es el Estado. Hombres de carne, hueso y dinero.
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Si no conocemos la verdad, hacemos el bien y amamos a Dios y al prójimo, somos unos monstruos terrestres.
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San Pablo dice a los Efesios que: “somos los amados de Dios” (5,1). ¡Somos hijos de Dios! No dioses democratistas.
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La inteligencia sola no crea la verdad. La encuentra en la realidad de las cosas.
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Quién miente conscientemente es un veleta. No tiene personalidad. Es un papagayo.
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Un santo es un cristiano normal que vive en plenitud de la gracia divina y practica las virtudes.
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El comunismo arrambló con la fe y la propiedad privada. El capitalismo salvaje, lo mismo con guantes blancos.
