Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965
1º El lirio entre espinas. -Así se llama esta virtud, y con razón, pues sólo entre las espinas de la mortificación, que la guardan y la defienden, puede crecer y desarrollarse. –No olvides que hemos dicho que es una flor delicadísima y muy mimosa…; cualquier cosita la puede marchitar…, que hay enemigos en todas partes dispuestos a presentar batalla, para hacernos caer…: que donde menos quizá lo pensamos, allí nos acecha el ladrón dispuesto a arrebatarnos esa joya, en cuanto pueda y aprovechar cualquier descuido…; en fin, que el cofre que la guarda es de barro quebradizo y un golpe sólo puede saltarle y romperle.
Por eso, la castidad requiere un sacrificio constante…, en muchos casos equivaldrá a un verdadero martirio por lo duro…, por lo constante del sacrificio. -San Ignacio mártir, dice:<<Que se debe apreciar y estimar a las almas vírgenes como a verdaderos sacerdotes de Cristo, que en su corazón y en su cuerpo, ofrecen sin cesar verdaderos holocaustos al Señor>>. -Sólo Cristo podía hacer esta maravilla…; que la debilidad humana obtuviera este glorioso triunfo del espíritu sobre la carne. Sólo Él lo ha hecho… Gloria suya es la castidad…, la pureza…, la virginidad. -Fuera de Cristo…, fuera de la Iglesia, no se da esta flor. -Por eso, llegó a decir San Atanasio, que era «la virginidad una nota característica de la Iglesia verdadera>>…, pues en ella y exclusivamente en ella se da este heroísmo.
Mas por eso mismo que es un heroísmo…, un sacrificio constante…. un holocausto total y perfecto de nuestro cuerpo y de nuestra alma al Señor, por eso requiere valor…, cuidado…, vigilancia…, en fin, la práctica y ejecución de los medios indispensables para triunfar en esta lucha. -También la Santísima Virgen es un modelo en esto… Ni un solo descuido, como ya se ha indicado; se portó siempre en la guarda de esta virtud como si tuviera miedo…, como si hubiera estado rodeada de grandes tentaciones y de ocasiones peligrosas…, y es que ama tanto a esta virtud, que nunca creyó hacía bastante para conservar la blancura del lirio de la castidad -Mira pues a tu Madre…; recorre estos medios indispensables y medítalos despacito uno por uno.
2º Medíos negativos. -Son los que más bien podemos llamar preventivos… -¡Cuánto mejor es prevenir que curar! -Pero, sobre todo, ¡cuánta verdad es esto en materia de castidad! -Hay caídas tan mortales, que parecen irremediables sin una gracia muy grande de Dios… y que después exigen una muy difícil reparación:
- a) Lo primero, pues, es huir…, evitar las ocasiones…; esta fuga no es vergonzosa…, no es de cobardes, sino de prudentes y avisados. -Imprudencia y locura es acercarse al fuego y no quererse quemar…; necedad inexplicable sería pasar junto a un león dormido y despertarle… ¿Quién sabe lo que pasaría después? -Él Espíritu Santo lo advierte con toda claridad: «Amar el peligro es perecer en él… San Jerónimo, exclama: «¿Quién jamás durmió tranquilo junto a una víbora?»… Acuérdate de que no es la salud, sino la enfermedad la que se contagia… Por tanto, hay que huir del contagio hay que desconfiar de todo, muy prudentemente…
- b) No transigir con nada que se relacione con esta materia… No andes bordeando el precipicio, ni viendo hasta dónde puedes llegar y hasta dónde no…, que es materia resbaladiza y es muy difícil, puesto ya en el resbaladero, detenerse y decir «de aquí no paso>>. -Todas las grandes caídas vinieron por pequeños resbalones…, por descuidos insignificantes. -Hasta los paganos antiguos decían: principiis obsta… Da mucha importancia a los comienzos…, no transijas con un principio aunque parezca pequeño, de enfermedad…
- c) Puede figurar entre estos medios negativos, la mortificación y penitencia, pues su fin no es tanto castigar y reparar el daño cometido, como el de prevenirlo, quitando fuerzas a la carne y a los sentidos y así hacer que la tentación no encuentre terreno apto para su desarrollo… San Carlos Borromeo, dice: «Sin la guarda de los sentidos y las maceraciones corporales, nadie logrará el don de la castidad» -Todos los santos obraron como San Pablo, castigando su cuerpo duramente y sometiendo, como San Jerónimo, a fuerza de ayunos, su carne para que no se rebelara. -La mejor garantía y seguridad de la castidad, es la mortificación… Como alguien ha dicho, es amarga como la quinina, pero fortalece y tonifica como ella. -Mortificar es matar, pero no los principios vitales que nos sostienen, sino los gérmenes de enfermedad y de muerte. Ama la mortificación, que es madre de pureza.
3º Medios positivos. -a) La oración es, sin duda, el primero y más principal… Por eso Cristo tanto insistió en ella para que no cayéramos en tentación. -La oración nos pone en contacto con Dios, todo pureza…, nos acerca a las cosas del Cielo y nos aparta de la tierra… Además, nos alcanza de Dios los auxilios necesarios para combatir y para triunfar. -La oración es necesaria para todo…, para toda clase de virtudes…, para impetrar todo género de gracias, pero mucho más indispensable lo es para esta virtud. -Dice Cristo en el Evangelio: «Hay algunos géneros de tentaciones que sólo con la oración y el ayuno se pueden vencer.» ..
- b) Los Santos Sacramentos…, la Penitencia para lavarnos y purificarnos blanquearnos…, es el Sacramento de la limpieza… de la pureza.- Pero aún más si a ésta se le añade la Comunión… Comunión, esto es, unión común en una misma vida con Cristo… ¡Qué extraño que la Comunión sea fuente de castidad y de virginidad! -Él Inmaculado…, el Hijo de la Inmaculada…, el que se apacienta entre lirios y azucenas…. el Esposo de las almas vírgenes, hecho pan blanco para engendrar blancura de virginidad. -Es imposible comulgar bien, y no ser puro…, casto…, virgen…
- c) Ejercitarse en otras virtudes, como la humildad, tan unida a la castidad, que, según San Francisco de Sales, <<no es fácil ser casto sin ser humilde>>, y según otros santos dicen, que «Dios a veces castiga al soberbio, dejándole caer en la humillante impureza>>… Asimismo, es muy importante la laboriosidad, pues en el campo de la ociosidad es donde mejor se da la impureza.
- d) Por último, la devoción verdadera a la Santísima Virgen…, pero devoción de imitación… Mira cómo apreciaba Ella su pureza…, cómo la cuidaba con la vida retirada y silenciosa, sin aparecer en público más que cuando la caridad o el servicio de Dios lo exigían así…; cómo la conservaba con su vida de laboriosidad, evitando toda ociosidad y sustentándose con el trabajo de sus manos…, con la mortificación de sus sentidos, de su lengua, de sus ojos, de sus oídos, recogiéndolos con el más esmerado recato y la más pudorosa modestia…. con su oración continua, de suerte que jamás perdió la presencia de Dios… ni dejó de sumergirse y anegarse un momento en la fuente divina de pureza. -Mírala…, examínala muy despacio hasta saber de memoria todo lo que hacía por su pureza virginal. -Invócala…, llamándola con frecuencia especialmente en las ocasiones…, en los peligros…, acude a Ella instintivamente y dila, con el corazón, mil veces: «Mírame con compasión…, ¡no me dejes, Madre mía!»