Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 208, julio-agosto de 1996
La celebración del CENÁCULO-200, con la presencia entre nosotros de hermanos venidos de tantos lugares de España, nos obliga a pronunciar innumerables veces el verso del salmo que presidía la jornada: No a nosotros, Señor. Sea dada la gloria a tu Nombre”. El Señor es quien edificó la Unión Seglar. El Señor la mantuvo en su ser. El Señor la ha bendecido abundantísimamente. El Señor la guardará hasta el día de su gloria. Que la Asociación juvenil en todas sus secciones, que es la esperanza de la Unión Seglar y su base de sustentación, por así decir, permanezca alerta contra todos los enemigos del exterior y contra todas las debilidades del interior, para que, firme en la vocación de perfección y apostolado a que hemos sido llamados, siga siendo escuela de virtudes, jardín de vocaciones y castillo de fe católica.
Desde la fundación de la Unión Seglar en el ya lejano 1969, cientos de hombres y mujeres han militado bajo sus banderas. Muchos ya han muerto dejándonos el aroma de su fidelidad a Cristo, pero otros muchos han venido a cubrir sus huecos, de forma que la Unión Seglar ha continuado su camino, detrás de los fundadores que la han guiado con una vida ejemplar de servicio a la Iglesia. Gracias a esa continuidad, se han constituido Uniones Seglares robustas en diferentes diócesis, como la magnífica Unión Seglar de Navarra. Gracias a esa continuidad, bien ajena a los bandazos de nuestro tiempo, han hallado las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa el clima adecuado para madurar. Gracias a esa continuidad se han dado docenas de tandas de Ejercicios para bien de muchas almas. Gracias a esa continuidad, se ha hecho posible que la procesión mariana más importante de toda Barcelona y la correspondiente vigilia mariana no se haya interrumpido a lo largo de veintisiete años. Gracias a esa continuidad, los turnos de Adoración Nocturna han crecido y fortificado la vida de reparación en nuestra diócesis. Gracias a esa continuidad, hemos visto el milagro de hacer un Colegio de la nada de nuestras posibilidades económicas, donde hoy se educan muchos hijos de las familias de la Unión Seglar, y también niños y jóvenes de otras familias que desean para sus hijos una educación católica. Gracias a esa continuidad, la revista “AVEMARÍA” ha proseguido su marcha ascendente y hoy llega, con sus diez mil ejemplares mensuales, a lugares donde no alcanza el apostolado de la palabra. Gracias a esa continuidad, docenas de niños inocentes han nacido de nuestros matrimonios que forman la corona y la gloria de la Unión Seglar. Todo esto en lo más visible, porque ¿quién puede medir la hondura y anchura de los actos de amor, resignación y virtud, los grandes deseos y ansias de apostolado y perfección que han brotado de los miembros de la Unión Seglar en tantos años? ¿Y qué decir de las persecuciones de las que ha sido objeto, que son la muestra más delicada de la predilección de Nuestro Señor Jesucristo?
Por todo ello, demos constantes acciones de gracias al señor. Huyamos de caer en el terrible pecado de la ingratitud. Deseemos ser fieles y constantes en nuestra vocación y por, nuestra entrega, comuniquemos a nuestros prójimos nuestras esperanzas en un mundo mejor, en el que se reconozca la realeza social de Nuestro Señor Jesucristo.