Seguimos a la espera de poder anunciar la fecha de la beatificación de los 109 mártires claretianos. Exponemos hoy el martirio de otro grupo de mártires cervarienses.
El día 21 de julio de 1936 recibieron la orden de expulsión los 150 Claretianos que componían la comunidad-seminario de Cervera (Lérida). El primer grupo de mártires, compuesto por 15 seminaristas, derramaron su sangre por Cristo Rey en el cementerio de Lérida el día 26 de julio.
Los claretianos ancianos, enfermos e inválidos de la numerosa comunidad de Cervera buscaron refugio en el Hospital de la ciudad, a la sazón regido por las Hermanas Cordimarianas. Estas los recibieron con todo cariño, y los colocaron en el lugar menos llamativo del Hospital. Entre los religiosos se encontraba el P. Juan Buxó, doctor en Medicina, y el P. Jaime Girón, superior de la comunidad y destacado apóstol en los ambientes obreros de Cataluña. Ambos quisieron permanecer con sus hermanos enfermos. El P. Buxó se unió al equipo médico del Hospital para atender a todos los enfermos del Centro.
A pesar de la discreción con que actuaron las religiosas, la presencia de los claretianos era conocida por el Comité revolucionario. Cuando convino a éste, pasó aviso a las Hermanas de que se iba a proceder a un riguroso registro del Hospital. El P. Jaime Girón Puigmitjá y otro Padre buscaron refugio fuera de la ciudad. No habían transcurrido aún dos días, cuando el cuerpo del P. Girón fue hallado acribillado por las balas en uno de los pueblos cercanos.
La visita del Comité revolucionario al Hospital llenó de intranquilidad al grupo de religiosos enfermos. Por su gusto, hubieran huido de allí, pero se lo impedía su situación física. Por fin, el día 17 de octubre por la noche, estando ya acostados, reciben la orden de prepararse para ser trasladados a un «sanatorio». El camión los llevó directamente al cementerio. Allí cayeron fusilados, víctimas del odio a la religión.
- Juan Buxó Font. Debido a su condición de médico, se alojaba en las estancias reservadas a los médicos del Hospital. Una religiosa fue rápidamente a contarle lo sucedido hacía una hora. Pero él lo había intuido al oír la descarga de fusilería.
Una hora más tarde, a la una de la madrugada, se presentan tres revolucionarios, entre ellos Enrique Ruano, «famoso asesino». Tres semanas antes este anarquista había ingresado en el Hospital herido en una pierna por accidente. El P. Buxó se desvivió por él día y noche. «Cuando esté bien, ya te lo pagaré», le decía Ruano.
Atado al brazo de un empleado del Hospital, fueron conducidos ambos al cementerio. El P. Buxó, al ver a Ruano le recordó la promesa que le había hecho unos días antes: «Cuando esté bien, ya te lo pagaré». La respuesta de Ruano fue escueta y llena de cinismo: «Espera, ahora vamos a salvarte». «¿Dónde quieres que te pongamos la inyección?» Parece ser que Ruano no se atrevió a disparar. Un miliciano, testigo de los hechos, declaró posteriormente: «Todos morían con el mismo grito, y los jóvenes lo proferían con más vigor y vehemencia».
Nombres de los mártires del Hospital
P Jaime Girón Puigmitjá
- Juan Buxó Font
- Heraclio Matute Tobías
- Luis Jové Pach
- José Serrano Pastor
- José Mª Ausellé Rigau
- José Lancán Campodarve
- Evaristo Bueria Biosca
- Manuel Solé Vallespí
Hno. Francisco Canals Pascual
Hno. Buenaventura Reixach Vilaró
Hno. José Ros Nadal
Hno. Miguel Rovira Font