Padre Alba I
Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 231, septiembre de 1998

La ordenación de tres nuevos sacerdotes de nuestra Asociación, los Padres, José Mª, Javier y Miguel nos obligan a seguir en las consideraciones iniciadas el mes pasado.

Son tres varones a los que puede confiarse el testimonio de la predicación, el ejemplo y la guarda de las santas tradiciones que hemos recibido.

A imitación suya, así debemos ser todos los que integramos la Asociación Juvenil San Luis Gonzaga, y la Asociación Madre, Unión Seglar de San Antonio Mª Claret. La Tradición recibida nos señala como cristianos de estos últimos tiempos, que el apóstol S. Pablo profetizó que serían difíciles, porque los hombres serán amadores de sí mismos, fanfarrones, soberbios, desobedientes, ingratos, desleales, infatuados, con cierta compostura de piedad, que habrán renegado de la verdad. La Tradición de la Unión Seglar se remonta a nuestros padres en la fe, desde los últimos, Mn. Ricart y el P. Solá, hasta los anteriores, los PP. Solé, Roig Gironelia, Berlina, Segarra y P. Plulachs, el siervo bueno y fiel. El P. Sola quiso retrasar su ida al médico, consciente de lo que tenía hasta concluir las clases de los ahora ordenados. Acabó el último día de abril y falleció el 18 de mayo. Esos ejemplos, y esa Tradición es la que nosotros debemos seguir.

Otros pueden llevar unos caminos de santificación diferentes a los nuestros desde su llama da a la vida cristiana. Respetémoslos. Pero no son para nosotros, que seguimos desde hace más de treinta años una senda que ha dado sin ruido alguno en el mundo eclesial frutos de sacerdotes, religiosos y santos matrimonios. Algunos se lamentan que somos pocos. Es verdad y ojalá fuéramos miles más. Pero de lo que hoy hace ruido, tal vez después de treinta años, quede menos apariencia. El Papa ha convocado en Roma a doscientos mil jóvenes y adultos de los nuevos movimientos eclesiales. Y exactamente les ha dicho eso: “que no sean flor de un día o de unos años. Que el tiempo y la fidelidad a la Tradición, sean la piedra de toque de su autenticidad.”

Nuestra característica ha de ser la del espíritu ignaciano de los Ejercicios, la realeza de los Corazones de Jesús y María, la fidelidad a España, la nación de la eterna cruzada, especialmente a los mártires de nuestra última persecución, el amor a la Iglesia universal y al Papa, sin particularismos de grupos o ritualismos, y finalmente la sencillez, humildad y caridad y unión entre todos. Muy claro todo. Muchos no quisieren esto. Por eso se marchan, se apartan o nos critican. Pero las minorías, -sacerdotales o religiosas o seglares- que salgan de entre nosotros serán levadura del nuevo mundo que se aproxima.

Adelante, minorías llenas de esperanza. Junto a los nuevos sacerdotes, sigamos humildemente los pasos que nos marcaron nuestros mayores.