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Sufrimiento tesoro

“El sufrimiento es el tesoro más grande que hay en la tierra, purifica al alma. En el sufrimiento conocemos quién es nuestro verdadero amigo. El amor verdadero se mide con el termómetro del sufrimiento. Oh Jesús, Te doy gracias por las pequeñas cruces cotidianas, por las contrariedades con las que tropiezan mis propósitos, por el peso de la vida comunitaria, por una mala interpretación de [mis] intenciones, por las humillaciones por parte de los demás, por el comportamiento áspero frente a nosotros, por las sospechas injustas, por la salud débil y por el agotamiento de las fuerzas, por repudiar yo mi propia voluntad, por el anonadamiento de mi propio yo, por la falta de reconocimiento en todo, por los impedimentos hechos a todos [mis] planes.” Santa Faustina Kowalska, Diario de Santa Faustina Kowalska, nº 342 y 343.

El carácter español

“Avanzad más y observad en el orden religioso nuestra tradición y la manera como se manifiestan las creencias en la psicología nacional. Aquí no ha habido ni una sola herejía filosófica o teológica que pueda llamarse indígena; todas han venido de fuera, y todas han muerto rápidamente, sin necesidad de que las matase el poder, como ahogadas en nuestra atmósfera. El carácter español fecundado en la Iglesia y hasta por condiciones nativas especiales, que ella ha sabido desarrollar en el espíritu de nuestra raza, no admite creencias opuestas a la creencia católica: todas perecen y se agostan aquí antes de que puedan arraigar.” Juan Vázquez de Mella, El Verbo de la Tradición, p. 70.

La ley

“Meinvielle restaura la doctrina tomista: existe en cada hombre inclinación natural a obrar según la razón, es decir, prudentemente (S T, II, c. 94 a 3). La ley, por tanto es dictamen de la razón práctica de quien gobierna de acuerdo con la ley eterna cuya participación temporal es la ley de la sociedad. La norma no será otra que “hay que hacer el bien y evitar el mal» (sindéresis). Para su cumplimiento, los hombres deben reunirse en sociedad, cuyo fin es el bien común. Por tener el hombre simultáneamente un fin sobrenatural, así como la política se subordina a la moral, también se subordina al orden sobrenatural.”  Alberto Caturelli, Revista Gladius, nº 94, diciembre 2015, p. 15.

El poder político

“Como se ha dicho al comienzo, el poder no es la esencia de la política, sino un instrumento de ella. También se ha dicho aquél debe estar, en todo caso, «cualificado» intrínsecamente. Ahora bien, lo que «cualifica» el poder como político es la realeza, hoy atribuida impropiamente a los que son llamados erróneamente reyes. El poder político es el mando que prescribe y pretende obediencia no sobre la base de la capacidad de imponerse por la fuerza (bruta) o sobre la base de un consenso arbitrario y convencional, que permanece tal aunque fuese unánime. El mando propiamente político ordena lo que es conveniente (en el sentido que corresponde y es propio de la naturaleza del hombre) a un ser que le está sometido y es libre al mismo tiempo.” Danilo Castellano, Revista Verbo, nº 535-536, mayo-junio-julio 2015, p. 529.

Falla el pulso

“La actual Constitución es un arma defectuosa, algunos tiros salen por la culata, pero resulta suficiente para la salvaguarda de «la indisoluble unidad de la nación española» y la derrota total de la secesión. No falla, sobre todo, el arma; lo que falla es el puño que la esgrime, lo que falla es el pulso. Los constitucionalistas se hallan aquejados, en última instancia, del mal que está en la base del pensamiento liberal, el relativismo, han de admitir todo como discutible, la incertidumbre es su suelo, no pueden concebir la verdad. Si el liberalismo demuestra estar incapacitado para respetar el propio ordenamiento jurídico que se dicta, no digamos para defender una realidad «fuerte» como es la nación.” Manuel Antonio Orodea, Revista Razón Española, nº 196, Marzo-Abril 2016, p. 217.

Tiros contra el enemigo

“Inculcad, por lo tanto, venerable Hermano, a los miembros de esa católica Asamblea, que Nos al increpar tantas veces, como lo hemos hecho, a los secuaces de esas opiniones liberales, no nos hemos referido a los declarados enemigos de la Iglesia, pues a éstos habría sido ocioso denunciarlos, sino a esos otros antes aludidos, que reteniendo el virus oculto de los principios liberales que han mamado con la leche, cual si no estuviese impregnado de palpable malignidad, y fuese tan inofensivo como ellos piensan para la Religión, lo inoculan fácilmente en los ánimos, propagando así la semilla de esas turbulencias que tanto tiempo ha traen revuelto al mundo. Procuren, pues, evitar estas emboscadas, y esfuércense en asestar sus tiros contra este insidioso enemigo, y ciertamente merecerán bien de la Religión y de la patria». Ya lo ven nuestros amigos y también nuestros adversarios: todo lo dice el Papa en esos Breves, particularmente en el último, que de un modo especial deben desmenuzar y estudiar.” Félix Sarda y Salvany, El Liberalismo es pecado, p. 26.

El orden natural moral

“Esta noción de orden natural moral constituye, pues, el primero de los elementos teóricos fundamentales de Danilo Castellano. La importancia de la recuperación de esta perspectiva permite, entre otras cosas y ante todo, denunciar la impostura del constitucionalismo moderno como acto revolucionario que parte del individuo como sujeto libre negativamente. Permite advertir que en realidad toda constitución parte del pueblo ya organizado, el Cuerpo místico de Cristo para la Contrarreforma, cuyo objetivo es la comunicación final con Dios como cumplimiento de la Providencia. Para esta concepción, en efecto, el individuo nace en una organización dada, por lo que no es preciso que delegue sus funciones, en cuanto que el poder no se vincula a una decisión política, sino a la interpretación de la Ley universal.” Joaquín Almoguera Carreres, Revista Verbo, nº 537-538, agosto-septiembre-octubre 2015, p. 589.

La partitocracia, tal como ayer… o peor 4

“En el fondo, todos, excepto Gustavo Bueno, eran fervorosos creyentes de la «religión secular» demoliberal. Y todo siguió igual o peor. Cayó Felipe González Márquez, uno de los grandes corruptores de la política española de todos los tiempos, tras un dramático período de inmoralidad y de graves errores políticos. La llegada al poder de José María Aznar López no supuso ningún cambio cualitativo en el funcionamiento del régimen político; más bien todo lo contrario. Se limitó a gestionar lo existente. Su proyecto de regeneración política, si es que existió en realidad, quedó en agua de borrajas.” Pedro Carlos González Cuevas, Revista Razón Española, nº 200, Noviembre-Diciembre 2016, p. 256.