Montserrat
Te doy gracias Jesús
“Te doy gracias, Jesús, por los sufrimientos interiores, por la aridez del espíritu, por los miedos, los temores y las dudas, por las tinieblas y la densa oscuridad interior, por las tentaciones y las distintas pruebas, por las angustias que son difíciles de expresar y especialmente por aquellas en las que nadie nos comprende, por la hora de la muerte, por el duro combate durante ella, por toda la amargura.” Santa Faustina Kowalska, Diario de Santa Faustina Kowalska, nº 343.
Herejías foráneas
“La teodicea y la cosmología de Prisciliano descienden del pleroma de los gnósticos, de que son una derivación; los antinitrinitarios de Córdoba no son más que unos arrianos rezagados, que mueren al golpe de la lógica del abad Speraindeo; el adopcionismo de Félix de Urgel y de Elipando de Toledo no es más que nestorianismo hipócrita, que pronto sucumbe cuando se conoce el engaño; el antropomorfismo de Hostégesis no es más que un burdo fragmento arriano, acompañada de una absoluta ignorancia de los atributos divinos, que fermenta en el alma corrompida de un traidor a sus hermanos y de pronto sepulta el abad Sansón; la trinidad absurda de Migecio, de la que forman parte David y San Pablo, desaparece como una ridiculez en la Historia. El falso misticismo de los alumbrados y los quietistas procede de los begardos y de los fraticelos, no de producción indígena, a pesar de la guía de Miguel de Molino.” Juan Vázquez de Mella, El Verbo de la Tradición, pp. 70 y 71.
Poder político auténtico
“La primera exigencia, pues, para distinguir el poder político: de cualquier otro poder es su necesaria fundacionsobre el orden ético, que también es la regla de su ejercicio. No es, por tanto, la voluntad de una nación o de un pueblo la que está en la base de la realeza, que las monarquías liberales han creído poder invocar para la propia legitimación desde el siglo XIX. Tampoco la tradición, entendida como la sola costumbre histórica de una nación o de un pueblo, es idónea para legitimar las formas de regimiento político, aunque aquélla tenga un peso, a veces relevante, para favorecer la obtención del bien común. La divisoria de aguas para la legitimación sustancial del poder auténticamente político es, así, el bien común, que es el bien propio de todo hombre en cuanto hombre y, por eso, común a todos los hombres.” Danilo Castellano, Revista Verbo, nº 535-536, mayo-junio-julio 2015, pp. 529 y 530.
¿Sienten amor por España?
“No se puede, efectivamente, defender enérgicamente a España sin amarla y hacerlo conlleva amar la acción de la Iglesia en su historia. ¿Cuántos de aquellos que participan de poder político en nuestro país parecen sentir ese amor? Y no nos referimos a que sean creyentes o no, que eso radica en la conciencia de cada cual, pero sí a que aprecien la catolicidad española, la preconicen e inspiren su actuación pública en la doctrina social y moral de la Ley de Cristo. En el panorama, lo que encontramos va desde las elusivas referencias a un «humanismo cristiano» con que esa inanidad política llamada centroderecha pasa como sobre ascuas por un asunto que, es patente, le incomoda, hasta las manifestaciones de anticlericalismo que oscilan del desprecio a directamente el odio en las izquierdas más o menos incendiarias.” Manuel Antonio Orodea, Revista Razón Española, nº 196, Marzo-Abril 2016, p. 218.
Ley natural
“Lo que he tratado de mostrar en mi libro sobre la ley natural en John Locke es la diferencia insalvable entre la concepción escolástica tomista y la moderna; en otras palabras, la absoluta imposibilidad de maridadas. Dando por sentado que la de Santo Tomás de Aquino es la cima de la versión clásica -antigua y medieval- de la ley natural, me pareció que las versiones de Locke contenían muy bien las contradicciones modernas de las doctrinas sobre la ley natural. Digo las versiones, en plural, de la ley natural de Locke, porque en verdad, dada una base fundamental -a la que ya me referiré-, sobre ella elabora no una sino tres (incluso cuatro) interpretaciones de la ley natural.” Juan Fernando Segovia, Revista Verbo, nº 547-548, agosto-septiembre-octubre 2016, p. 555.
Peste perniciosísima
“Resumiendo cuanto ha dicho del Liberalismo el Papa en distintos documentos, podemos sólo indicar los siguientes durísimos epítetos con que en diferentes ocasiones le ha calificado. En efecto, en su Breve a Segur con motivo de su conocido Libro Hommage, le llamó pérfido enemigo; en su alocución al Obispo de Nevers, verdadera calamidad actual; en su carta al Círculo Católico de San Ambrosio de Milán: pacto entre la justicia y la iniquidad; en este mismo documento le califico de más funesto y peligroso que un enemigo declarado; en la citada carta al Obispo de Quimper, virus oculto; en el Breve a los de Bélgica, error insidioso y solapado; en otro Breve a Mons Gaume, peste perniciosísima. Todos estos documentos se pueden leer. íntegros en el citado libro de Segur, Hommage aux catholique libéraux.” Félix Sarda y Salvany, El Liberalismo es pecado, pp. 26 y 27.
Libertad
“Estas consideraciones en torno al orden llevan al segundo de los ejes teoréticos de Danilo Castellano: el de la libertad. Para la modernidad, resulta incomprensible la afirmación aristotélica de que es libre el hombre que cumple con su deber. En un horizonte teórico de esa clase sería contradictorio, dada su concepción negativa de la libertad. Por consiguiente, el profesor de Udine se esfuerza en restablecer el sentido clásico de la libertad, rechazando, mediante una minuciosa crítica el principio de una libertad basada en la felicidad y el querer individual, que excluye la racionalidad y convierte todo el derecho en positivo, siendo su única razón la del mero cálculo utilitarista.” Joaquín Almoguera Carreres, Revista Verbo, nº 537-538, agosto-septiembre-octubre 2015, p. 590.
La partitocracia, tal como ayer… o peor 6
“Lo mismo podemos decir del desastrado período protagonizado por la torva figura de José Luis Rodríguez Zapatero, que marcó el culmen de la estolidez política e ideológica. Como hubiera dicho el gran Joseph de Maistre, el régimen del 78 fue fruto y, al mismo tiempo, catalizador de un proceso social y político que ha adquirido una dinámica propia a la que sus adalides y promotores son incapaces de dar una respuesta creativa, Buena prueba de ella fue el mediocre final del reinado de Juan Carlos I de Borbón, supuesto «Rey Taumaturgo» de las Españas. En junio de 2014, el monarca se vio obligado, por pura necesidad, a abdicar en su hijo Felipe VI. La institución y la figura del monarca fueron incapaces de resistir la erosión de las críticas de que fueron objeto, dada su obsolescencia, la tormentosa vida privada de su titular y la corrupción económica que caracteriza a no pocos miembros de la Familia Real.” Pedro Carlos González Cuevas, Revista Razón Española, nº 200, Noviembre-Diciembre 2016, pp. 256 y 257.