Padre Martínez Cano, m.C.R.

San Pablo escribió mucho sobre el «hombre nuevo», siguió un aluvión de hombres, ideologías, políticas etc… con la pretensión de crear ese hombre nuevo. Nadie lo ha conseguido, ni lo conseguirá. El nombre nuevo es el que vive la caridad. El que ama a Dios y al prójimo, incluso a sus enemigos.

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El liberalismo democratista concede todas las libertades aberrantes que la loca de la imaginación inventa: asesinar niños, convertir un hombre en una mujer, etc…

Este liberalismo quiere destruir la libertad interior que confirma que somos personas creadas a imagen y semejanza de Dios.

 ¡Nada sin Dios!

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Hubo un tiempo en el cual a los medios de comunicación social se les llamaba «el cuarto poder». A nuestro entender, esos medios son una sección más de las oligarquías que, desde las tinieblas de la mentira y la corrupción, quieren dominar el mundo: Todos: sencillos, ricos, pobres, debemos vivir en la verdad de Cristo. El Verbo de Dios encarnado en las purísimas entrañas de la Virgen María.

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El votante, el individuo, el obrero, el empresario, la mujer, el hombre, son personas humanas. Y humanamente se las debe tratar. No encorsetarlas en ideologías delirantes y endemoniadas.

La Iglesia, su Magisterio Doctrinal, es experta en humanidad. El democratismo de los partidos políticos es experto en manipulación.