La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada uno de nosotros los encontrarnos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer esto hay que tornar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico.
El pecado nos ciega La parábola es despiadada al mostrar las contradicciones en las que se encuentra el rico (cf. v. 19). Este personaje, al contrario que el pobre Lázaro, no tiene un nombre, se le califica sólo como “rico”. Su opulencia se manifiesta en la ropa que viste, de un lujo exagerado. La púrpura, en efecto, era muy valiosa, más que la plata y el oro, y por eso estaba reservada a las divinidades (cf. Jr 10, 9) y a los reyes (cf. Jc 8, 26). La tela era de un lino especial que contribuía a dar al aspecto un carácter casi sagrado. Por tanto, la riqueza de este hombre es excesiva, también porque la exhibía de manera habitual todos los días: “Banqueteaba espléndidamente cada día” (v. 19).
Cardenal Vincent Nichols
Las apariciones presentaban un “desafío considerable”, y que los católicos deben preguntarse: “¿Cuán bien expresamos nuestro discipulado de Cristo todos los días? ¿Cómo avanzamos en esas dos maneras de dar tiempo al Señor y a los demás: en esas áreas de oración y sacrificio?” El Cardenal recomendó el rezo del rosario como una oración para ayudar a uno a decir “sí” a Dios, que fue, dijo, la esencia de la devoción al Inmaculado Corazón de María.
Cardenal Carlo Caffarra
Entonces se intenta resolverlo con leyes olvidando que no habrá nunca leyes tan perfectas que hagan que el ejercicio de las virtudes sea inútil. No las habrá nunca. En esto, en mi opinión, nosotros los pastores tenemos una gran responsabilidad por haber permitido la irrelevancia cultural de los católicos en la sociedad. La hemos permitido, a veces incluso la hemos justificado. ¿Cuándo jamás la Iglesia ha hecho esto? ¿Cuándo jamás los grandes pastores de la Iglesia han hecho esto?
Cardenal Cañizares
Si por una trágica ofuscación de la conciencia colectiva, el escepticismo llegará a poner en duda hasta los principios fundamentales de la ley moral el mismo ordenamiento democrático -basado en el respeto y la tolerancia- se tambalearían en sus fundamentos.
Cardenal Velasio De Paolis
La crisis moderna es muy compleja. La estamos viviendo en su momento más alto y crítico. Tiene raíces lejanas, eminentemente racionalistas. Se enraíza en el iluminismo que le da la doctrina y en la Revolución Francesa que le da la potencia militar y política. El Papa Benedicto XVI dirá en la encíclica Spe salvi (8) que con la Revolución Francesa la esperanza cristiana pierde su carácter de trascendencia y se hace inmanente: se reduce a la dimensión humana, es fruto simplemente de la actividad del hombre y se mueve en esa dimensión. El hombre proclama su autonomía e independencia de Dios. El hombre no tiene necesidad de Dios. El hombre ocupa el lugar de Dios.
Monseñor Demetrio Fernández
Todo esto no lo entendemos hasta que no entramos en el Corazón de Cristo, y él nos explica con su vida el drama del pecado, que le ha llevado a la humillación y a la Cruz, y nos ilumina el atrayente misterio de un amor más fuerte que el pecado y que la muerte, por el que ha ofrecido su vida libremente en la Cruz y la ha recibido nueva de su Padre en la resurrección.
La resurrección de Cristo es como un foco potentísimo que ilumina el misterio del hombre, su vocación y su destino, el sentido del sufrimiento y del amor humano. A la luz de este foco potente, se entienden las bienaventuranzas de Jesús.
Monseñor Jesús Sanz Montes
El gran historiador jesuita Ricardo García Villoslada, reconocido especialista que fue en Lutero, explicó en una obra menor pero de gran importancia lo que fue ese humus que dio pie a que Lutero expusiese sus tesis e iniciara su reforma. En el libro Raíces históricas del luteranismo abordó con maestría esta gran cuestión que permite entender la separación luterana. Hubo principios filosóficos como el que representó el nominalismo de Guillermo de Ockam, pero no estuvieron al margen las presiones de los príncipes alemanes que querían emanciparse del papado romano, así como la flagrante mundanización de la vida cristiana y la corrupción que se verificaba en no pocos prelados (obispos y abades).
