Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965
1º Su valor. -Es realmente incalculable…; en apariencia, nada más baladí que el tiempo…; es una cosa Insegura…, inquieta. -Nadie puede asegurarse ni un momento determinado del mismo…; te acuestas y no sabes si amanecerás empiezas un trabajo, e ignoras si lo terminarás…; tras muchos afanes, consigues algo que deseabas y puede ser que llegues a gozarlo.
Es evidente que no puedes contar como cierto y seguro más que el momento actual, que el instante presente…; el pasado ya no es tuyo, ya no te pertenece…; el futuro es incierto e inseguro…; sólo pues, te resta el actual. -Pero es tan inquieto el tiempo…, es tanto lo que corre…, que este momento actual y presente es casi una quimera…, una verdadera ilusión… Cuando lo nombras y dices presente, ya ha dejado de serlo…, ya es algo pasado… -De donde resulta que nuestra vida no cuenta, como cierto, más que el instante que prácticamente resulta una ilusión… ¡Qué poco vale el tiempo!… ¡Qué cosa más rápida y fugaz!…
Y, por tanto, el mismo valor tienen todas las cosas que dependen del tiempo…, o se miden con el tiempo… -Todo lo de la tierra, es así de caduco…, así de pasajero…; corre y se deshace con el tiempo todo pasa, y por eso, es una ilusión también -Las horas alegres y las amargas…, los días buenos y los malos…, los placeres y los sufrimientos…, ¡qué rápidamente se deslizan!… ¡Qué preocupaciones más irracionales las que tiene el hombre por cosas de tan poco momento!…
Y, no obstante, el tiempo es una moneda de un valor infinito…; con ella se compra la eternidad…, se compra el goce y la posesión de Dios…; cada minuto, vale siglos… y el último de nuestra vida, ¿cuánto vale?… Es el momento aquel, de suyo fugacísimo, pero del que dice el Espíritu Santo «que está pendiente la vida de la eternidad». -Él tiempo es lo más precioso que podemos tener y desear…; si él falta, todo falta…; cuando él se acaba, todo se acaba a la vez… -El tiempo será algún día el don más pedido y el más deseado…. ¿Quién no deseará, al fin de su vida, tener un día más…, unos instantes siquiera más?.. Y, sin embargo, ¡qué poco aprecio hacemos ahora del tiempo!
No obró de este modo la Santísima Virgen.- Ella apreció mejor que nadie, el valor del tiempo y por eso lo aprovechó tan admirablemente. -Cada día y cada instante corresponden a un anhelo más…, a un fervor más…, a una prueba de amor más…, en fin, a un paso más hacia la santidad. -Ella, tan santa, no se cree con derecho a desperdiciar ni un minuto tan solo… y todo lo aprovecha para el bien de su alma y para el bien de los demás.
Cuando ya su Hijo subió a los Cielos, se dedicó a trabajar y a ser útil a la Iglesia naciente… y en efecto, la que había empleado tantos años en cuidar a su Jesús…, ahora emplea los últimos de su vida en bien y provecho de su obra… Ah Y qué fructuosos fueron para la Iglesia esto últimos años de la vida de la Santísima Virgen! Qué vida la suya tan llena de merecimientos! Fue una vida larga según la Tradición, pero sobre todo, fue una vida bien aprovechada…, porque fue superabundante en gracia de Dios y en méritos suyos. -También a nosotros nos gusta y deseamos, más o menos, una vida larga…. Pero ¿para qué?… Si fuera como la de María, se explica…, pero si sólo ha de servir para aumentar la cuenta y hacer mayor nuestra deuda, ¿por qué lo deseamos así?
2º Pérdida del tiempo. -Piensa, pues, con cuanta facilidad perdemos el tiempo… ¡Qué bien sabe engañarnos el demonio!… Siempre nos seduce con «el mañana», que no llega nunca. -Nos inspira Dios una santa resolución…; estamos convencidos de que debemos obrar así y obedecer a Dios…; hasta proponemos practicarlo…, pero en seguida, Viene el fatídico mañana…; hoy, no…, no hay que correr…, no hay que tomar las Cosas así…, hay tiempo para todo, etc…, y así lo dejamos sin hacer hoy como lo dejamos ayer… y como lo dejaremos mañana… i ¡Qué engaño más corriente éste, y qué bien lo maneja y explota el demonio en daño de las almas!…
Es una locura inmensa perder, no ya un tesoro, Sino una mínima…, una fuente de tesoros, Como es el tiempo. -No olvides que con cada hora que transcurre, el Señor te concede nuevas y nuevas gracias… y, que por lo mismo, al perder el tiempo, estas a la vez despreciando esas gracias de Dios. -He ahí por qué hemos de dar estrechísima cuenta al Señor de todos los instantes de nuestra vida…, uno por uno…, desde que comenzamos a perder el tiempo, con el uso de nuestra razón hasta el fin de nuestra vida.
Primero le perdimos casi sin malicia…, de una manera infantil., pero con los años creció la malicia, porque ya nos dábamos cuenta de lo que hacíamos y lo que perdíamos… y, no obstante, no hacíamos caso y seguíamos así. -Sin duda, que éste será uno de los mayores remordimientos al fin de nuestra vida… y, lo que es peor, uno de los mayores tormentos de los condenados en el infierno… ¡El tiempo que perdieron y con el que tan fácilmente se pudieron salvar!… ¡Ah!, si a un condenado le concediera el Señor ahora un día…, una hora más de vida ¿qué haría?… Pues ya que eso no es posible, ¿por qué no aprovechar las que te da el Señor en los días que dure tu existencia?
Y con ser tan espantosa la pérdida del tiempo y acarrearnos males tan grandes y responsabilidades tan enormes…,. Aún hay otro mal mayor, y es el «malgastar el tiempo». -Si al fin, el tiempo se pierde en tonterías sin importancia, es un mal menor…, pero si se malgasta, esto es, si se gasta mal…, si se emplea positivamente en hacer nial…, ¿qué diremos entonces? -Y ¿no crees que tú has llegado a eso? -Pues el tiempo que empleaste en pecar y ofender a Dios… y el tiempo que permaneciste en tus pecados, ¿qué fue?… Eso no fue sólo perder, sino emplear mal…, muy mal., en daño tuyo el tiempo que tan generosamente te daba el Señor.
Aprende de la Santísima Virgen a ser avaro del tiempo y con él, bien aprovechado, aumentar las virtudes la vida de la gracia de tu alma, como sucedía con Ella. -Ponte en su presencia y piensa cuántas veces has «perdido el tiempo}}…, has «matado el tiempo)}…, has llegado a «malgastar el tiempo»
3º Redimir el tiempo. -Pero aunque esta mirada a tu alma en relación con el tiempo que has perdido y malgastado, sea muy triste y desoladora…, no te desalientes…, no está todo perdido…, aun hay remedio… y es éste que con palabras tan expresivas dice San Pablo: «redimamos el tiempo».. Podemos redimir el tiempo perdido y malgastado…, no haciendo volver a los años que pasaron, que esto ya es imposible, sino aprovechando bien el que aún nos resta de Vida…; con esto conseguiremos no sólo no perder más el tiempo, sino que Dios nos perdone y que no nos castigue por el pasado que perdimos.
Vida de nuevo fervor…, de nuevo esfuerzo…, de nuevo trabajo…, empleándolo todo lo que nos reste de vida en servicio de Dios…, en bien de nuestra alma y del prójimo. -No parece sino que esa fue la última lección de la Santísima Virgen.- Aunque parezca mentira, también en esto puede y debe servir de modelo. -Es cierto que Ella no tenía que redimir ningún momento perdido en su Vida interior pero como si tuviera que redimirlo…; los últimos años de su vida, aún se esforzó por aprovecharlos con mayor fervor en bien de las almas.
Hasta entonces, la Santísima Virgen había cuidado muy poco de los Apóstoles y discípulos…; éstos tenían a Jesús y les bastaba…, pero ahora que Jesús ya había subido al Cielo, Ella le suple y con sus palabras y ejemplos les anima…, con suela y dirige…; no descansa aunque ya es anciana…, no puede perder un solo minuto, y todo lo emplea en trabajar por aquella Iglesia que a Ella, como a Madre se la ha confiado…¡Qué otra cosa hubiera hecho si tuviera que redimir, como decía San Pablo, el tiempo perdido! pues bien, si Ella no, nosotros sí que tenemos que redimir, y mucho… Pues a imitarla…, a trabajar por nosotros y por los demás… ¿No redimieron así el tiempo que malgastaron los santos? -Recuerda a San Pablo la Magdalena…, San Agustín…! San Ignacio Javier, etc., ¡cuánto tiempo perdieron!… Pero, ¡qué bien lo redimieron después!…: -Anímate con estos ejemplos a hacer tú lo mismo… Pide ayuda y protección a estos Santos, y singularmente a la Santísima Virgen… Haz propósitos decididos y firmes… y arrójate en brazos de tu Madre, para que con Ella…, aproveches bien todos los días que te restan de vida…, quizá sean muy pocos ya…, los que sean, sin perder ni uno sólo… y así, con el tiempo, llegar a asegurar tu eternidad.