Señora Nuestra Liberadora. Ten piedad de todos nuestros hermanos difuntos especialmente de los que tienen más necesidad de la misericordia del Señor.
Intercede por todos los que nos han dejado para que se complete en ellos la obra del Amor que purifica. Que nuestra oración, unida a la de toda la Iglesia, les obtenga el gozo que sobrepasa todo deseo, y alcance aquí abajo consolación y fortaleza a nuestros hermanos probados o desamparados…
Madre de la Iglesia, ayúdanos, peregrinos en el tierra, a vivir mejor cada día nuestro paso hacia la Resurrección. Cúranos de toda herida del corazón y del alma. Haz de nosotros testimonios de lo Invisible, ya encaminados hacia los bienes que el ojo no puede ver. Haznos apóstoles de la Esperanza, semejantes a los que esperan la aurora.
Refugio de pecadores y Reina de todos los santos, reúnenos a todos un día, para la Pascua eterna, en la comunión del Padre con Jesús, el Hijo, en el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Amén.
Señora Nuestra del Carmen.
Ruega por las almas del Purgatorio.