El día 11 de mayo de 1982 S.S. Juan Pablo II declara solemnemente las VIRTUDES HEROICAS de BENITO MENNI Y FIGINI y el 23 de junio de 1985 lo proclama Beato.

Nace Menni dentro de una familia acomodada y numerosa, el día 11 de marzo de 1841 en Milán (Italia) recibiendo en el bautismo el nombre de Ángel Hércules. Los padres, trabajadores honrados y buenos cristianos, saben sembrar en sus hijos, con su ejemplo, la semilla del amor verdadero, de ese amor hecho misericordia que recorrería el mundo en la persona del quinto de sus hijos.

El joven Menni, siempre ejemplar, despierto, inteligente, con las mejores calificaciones escolares, siente una fuerte inclinación al estudio, no precisamente mercantil, que molesta enormemente a su padre, interesado como estaba por la integración de su hijo en el negocio familiar.

Pero, otra llamada vibra en la profunda vida interior de Ángel y, precisamente el dolor de la batalla de Magenta, durante la Guerra de la Independencia Italiana y el servicio que en ella prestan los Hermanos de San Juan de Dios, despiertan su vocación hospitalaria.

Con las ideas claras por delante, la firme voluntad que siempre le caracteriza, y los 19 años recién estrenados, comienza el noviciado en el Hospital de Porta Nuova de Milán, cambiando su nombre de bautismo, Ángel, por el de Benito y profesando al año siguiente.

El porvenir de Menni, a partir de entonces, queda en manos de Dios que lo es todo en su vida. La confianza, hecha abandono en el Corazón de Jesús, el amor al hermano que sufre, y la humildad, guían los pasos del joven Hospitalario. Además, la Virgen, Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, va a ser siempre su confidente.

Amplía sus conocimientos con estudios y prácticas de medicina y cirugía y cursa la carrera eclesiástica, siendo ordenado sacerdote el 14 de octubre de 1866 y celebrando su primera misa en la iglesia del Hospital de San Juan Calibita de Roma.

Y el P. Alfieri, General de la Orden, cautivado por las dotes y la generosidad extraordinarias de Benito Menni, descubre en él al Hospitalario que realizará un sueño que acaricia: la restauración de la Orden en España.

Animado el joven Menni por las palabras del Papa Pío IX: “Hijo mío, vete a España, con la bendición del Cielo, a restaurar tu orden en su misma cuna” y apoyado en su pobreza que en las manos de Dios es seguridad, llega a Barcelona en un momento sociopolítico poco favorable. Es el 6 de abril de 1867. Acaba de cumplir 26 años.

La labor realizada con motivo de la restauración es ingente y los peligros, dificultades, incomprensiones…, enormes.

En calidad de Restaurador de la Orden en España, Portugal y Méjico, como delegado general y superior provincial, durante los 36 años de gobierno, el B. Benito Menni siembra la península ibérica de hospitales y llega hasta Guadalajara (Méjico). Casi al final de su vida será visitador de su Orden y superior general.

Entretanto, la atención a las enfermas mentales se hace realidad con la Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. María Josefa Recio y María Angustias Giménez, dos granadinas, aparecen en el camino en el camino P. Menni. Una necesidad social, una duda prolongada, una insistente exigencia de estas dos mujeres… y Dios con un don en favor del pobre más pobre, la enferma mental y el niño desvalido, son los resortes que mueven a Benito Menni en la fundación. Es el año 1881. Mayo y Ciempozuelos (Madrid).

El gozo y el dolor se entretejen de nuevo en la vida de este hombre excepcional. Ve crecer y consolidarse la Congregación, realizando su labor hospitalaria en 14 Hospitales Psiquiátricos. Supera riesgos sin cuento y una vez más la incomprensión y la calumnia se ensañan en su vida, llevando al Restaurador y Fundador a morir en el olvido de Dinán (Francia), postergado y separado de personas y lugares queridos. Pero él calla. Le ha sido revelada la alegría de la cruz y su valor redentor. Desde ahí a la resurrección. Dios por encima de todo, y con El, no cabe la amargura ni el resentimiento; sólo el amor. Es el 24 de abril de 1914.

El Beato Benito Menni supo adelantarse, en la práctica, a sabias intuiciones posteriores en el campo psiquiátrico. Estuvo seriamente comprometido con la Iglesia y con la sociedad.

La actualidad de su carisma es evidente. Los necesitados, los desvalidos, los drogadictos, los enfermos de mente… hacen una llamada urgente a nuestra CARIDAD FRATERNA, a nuestra solidaridad.

  • Y, ¿no te llamará Dios para enviarte a ser testigo de que el Cristo compasivo y misericordioso del Evangelio permanece vivo entre los hombres?
  • Y, ¿por qué no pides con fe gracias y favores a Dios por intercesión del Beato Benito Menni y así puedes contribuir también a su Glorificación para el bien de la Iglesia y, para que, apareciendo ante toda ella como “un gran bienhechor de la humanidad”, muchas y muchos jóvenes entreguen su vida en bien de los enfermos en la vida hospitalaria?