La oración y el sacrificio constituyen toda mi fuerza y son las armas invencibles que Jesús me ha dado. Ellas pueden, mucho mejor que las palabras, mover los corazones.
Santa Teresa de Lisieux
Todos los santos comenzaron su conversión por la oración y por ella perseveraron; y todos los condenados se perdieron por su negligencia en la oración. Digo, pues, que la oración nos es absolutamente necesaria para perseverar.
Cura de Ars
El número de locos es tan grande, que la prudencia se ve obligada a ponerse bajo su protección.
San Agustín.
La oración es la mejor arma que tenemos: es la llave que abre el corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no sólo con tus labios, sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle sólo con el corazón.
San Pío de Pietrelcina
La santidad consiste en estar siempre alegres.
San Juan Bosco
«Es el amor lo que da precio a todas nuestras obras; no es por la grandeza y multiplicidad de nuestras obras por lo que agradamos a Dios, sino por el amor con que las hacemos».
San Francisco de Sales
La santidad consiste en la disposición del corazón.
Santa Teresa de Lisieux
Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración.
San Pío de Pietrelcina
La oración da un corazón transparente. Y un corazón transparente puede ver a Dios.
Santa Teresa de Calcuta
En la vida oculta y silenciosa se realiza la obra de la redención. En el diálogo silencioso del corazón con Dios se preparan las piedras vivas con las que va creciendo el Reino de Dios y se forjan los instrumentos selectos que promueven su construcción.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)
Cuando hablamos a Jesús con simplicidad y con todo nuestro corazón, Él hace lo que una madre, que toma en sus manos la cabeza de su hijito y la cubre de besos y de caricias.
San Juan María Vianney
Conócete, acéptate, superáte.
San Agustín.
Errar es humano; perseverar en los errores es diabólico.
San Agustín.
El infierno está empedrado de buenas intenciones.
San Bernardo de Clairvaux.
Un santo triste es un triste santo.
San Francisco de Sales.
Niega tus deseos y hallarás lo que desea tu corazón.
San Juan de la Cruz.
