Por eso, majestad, acepta de buen grado mi consejo: expía tus pecados con limosnas, y tus delitos socorriendo a los pobres, para que dure tu paz. (Daniel 4, 24)
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Por lo tanto, queridos hermanos, ya que siempre habéis obedecido, no solo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, trabajad por vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y el obrar para realizar su designio de amor. Cualquier cosa que hagáis sea Sigue leyendo


