Obra Cultural

EI libro más estudiado

Usted sin duda ha oído hablar de la Biblia, y tal vez incluso la ha leído. Como usted sabe, es una colección de libros escritos en épocas diversas y por autores independien­tes y dignos de confianza.

¿Qué dice?

Que Dios habló una y otra vez a los judíos de la antigüedad y que por último vino Él mismo a declararnos abiertamente la manera como quería ser servido por nosotros. Si usted rechaza la Biblia, está negando la evidencia de los hechos. Los hombres han analizado minuciosamente la Biblia; ningún libro ha sido tan a fondo estudiado, y a pesar de todo -¡es curioso!- jamás ha sido convencido de falsedad.

Una dificultad

Claro que ahora se presenta una dificultad: Usted no tiene tiempo de estudiar la Biblia. Y en todo caso, ¿cómo podrá estar seguro de que comprende su sentido verdadero, viendo que la gente la interpreta de maneras muy diferentes?

La solución

Por el Nuevo Testamento puede probarse este hecho histórico: que cuando Dios vino en la persona de Jesucristo, fundó una Sociedad a la cual confió para siempre la misión expresa de enseñar a los hombres cuáles eran las verdades que Él había revelado. Dios sabía que serían muy pocos los que tendrían tiempo para dedicarse al estudio de los Libros Sagrados, y así estableció un Cuerpo magisterial con su propia autoridad, del cual podrían aprender sin dificultad todos los hombres. Puede probarse también históricamente que este Cuerpo es la Iglesia Católica, diseminada por todo el mundo, pero unida con la Sede de Roma. Pues en realidad esta Iglesia es la única corporación de hoy día que pretende enseñar con autoridad la verdadera revelación de Dios, hecha por Jesucristo.

Por lo tanto, si usted desea saber cómo quiere Dios que le sirvamos, pregúntelo a la Iglesia Católica.

Una buena ganga

Claro que no pedimos que vaya usted a creer todo esto, simplemente porque lo halle usted escrito aquí. Pero, ¿puede usted decir que sigue los dictados de su conciencia, si no presta atención al hecho, muy posible, de que Dios quiera que usted le sirva da una manera determinada y escogida por Él? Si fuera posible que determinado médico pudiera curar una enfermedad tenida por incurable, ¿no le consultaría el enfermo, aunque no hubiera más que una remota posibilidad de curación?

Lo que puede Ud. ganar

¿Y qué sucederá si resulta ser verdad que Dios ha revelado algo y puede usted hallarlo tan fácilmente? El resultado es la SEGURIDAD. Usted aprenderá con certeza lo que debe creer y lo que debe hacer. Estas cuestiones no son insolubles; sus respuestas están al alcance del que las busca. No habrá más dudas, ni más incertidumbres, provocadas por la última novedad sobre religión aparecida en los periódicos; no habrá más ansiedad en las cuestiones fundamentales sobre la vida, la muerte y la eternidad.

El premio

Y el resultado final de todo, la obra que coronará todos nuestros esfuerzos, es la excelsa recompensa que Dios ha prometido a aquellos que le escuchan: la visión de Él mismo, cara a cara, por toda la eternidad. Una vez convencido uno de todo esto, no experimenta ya otro temor que el de no cumplir lo que conoce y perder por esto la recompensa.

Aceptando todo esto, podrá usted continuar obedeciendo los dictados de su conciencia; pero ésta será ya una conciencia iluminada. Y usted podrá hacer más en orden a mejorar el mundo y hacerlo más feliz siguiendo las direcciones ciertas puestas por Dios, que escuchando las dudosas insinuaciones de su propia razón.

Debe usted admitir que el que todo esto sea verdad es una ganga. ¿La despreciará usted?

Razones que no se prueban

«Desde luego, yo creo en Dios, pero le sirvo a mi manera. Las diferentes religiones pueden ser buenas para aquellos que gustan de estas cosas. Yo sólo pido que me dejen seguir mi propia conciencia. Si todos lo hicieran así, el mundo iría mucho mejor y seríamos todos más felices.»

Para ayudarle a Ud.

Si alguna vez ha creído usted que tenían alguna fuerza estas razones, o no ha sabido contestar una dificultad de esta clase propuesta por un amigo, las consideraciones siguientes podrán serle de provecho.

Una regla

Todo el mundo tiene perfecto derecho a seguir su propia conciencia; es más: tiene obligación de seguirla. Pero esto no significa que deba seguir lo que le gusta, sino lo que conoce que está bien.

Un ejemplo

A un enfermo le es perjudicial comer lo que le gusta; deberá, en cambio, tomar lo que le ordene el médico, porque, por él, conocerá lo que le va bien -aun cuando no le  guste.

El origen de la cuestión

Dios podía haber dejado a nuestro arbitrio el modo y manera de prestarle los servicios que, como criaturas suyas, le debemos; como debió existir un tiempo en que los hombres debieron ingeniarse para curar sus propias dolencias por sí mismos. Pero de la misma manera que hoy en día llamaríamos loco al hombre que rechazara todo consejo del médico, así también ningún hombre sensato puede dejar de hacerse la pregunta: «¿Nos ha dejado Dios a nuestro arbitrio el modo y manera de servirle, o nos ha dado alguna indicación sobre la manera como quiere ser servido por nosotros? ¿Ha demostrado algún interés por nuestra salud espiritual? ¿Nos ha dado alguna orientación sobre el modo de conseguir con nuestra vida un éxito perdurable?»

Una cuestión de hecho

Hacer estas preguntas es preguntar: «¿Ha habido una revelación?». Como usted ve, la razón y la filosofía no pueden contestar; es una cuestión de historia, una cuestión DE HECHO. ¿Podemos probar históricamente que Dios ha hablado alguna vez a los hombres, diciéndoles qué deben hacer para servirle?

«EL QUE SABE BIEN ORAR, SABE BIEN VIVIR», dice San Agustín. No lo olvides. Y para ello esta solución magnífica: Cada mañana y cada noche LAS TRES AVEMARÍAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN.