P.Alba con Rafael Stern en el Colegio Corazón Inmaculado de

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 240, junio de 1999

En el centenario de la Consagración del Mundo al Corazón de Jesús

En este mes de junio se cumple el centenario de la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús. La realizó el Papa León XIII el 11 de junio de 1899, Esa consagración ha traído al mundo innumerables bienes y ha sido una bendición única para la Iglesia.

Durante la acción de gracias de la Santa Misa, tuvo el Papa León XIII una visión en la que se le descubrió el porvenir de la Iglesia en el siglo XX. Satanás, como en el libro de Job, le decía al Señor que destruiría la Iglesia en este siglo. El Señor le respondía que lo intentara porque nada podría. Permitirla que su Iglesia fuera tentada pero al final resplandecería más luminoso el poder de Dios y la humillación de Satanás. Fue entonces cuando el Papa ordenó que al final de la Santa Misa todos los sacerdotes invocaran al arcángel san Miguel y que repitieran tres veces la invocación al Corazón de Jesús. Poco después había de venirle consagración del mundo al Sagrado Corazón.

Por eso el siglo XX ha sido el de mayor confrontación y luchas de la iglesia, que en todos los anteriores. Y, además, con una velocidad, con una intensidad diabólica única en la historia. Pero también ha sido el siglo de las más sublimes glorias de la Iglesia en todo el mundo, que son el fruto más granado de la Consagración de mundo al Sagrado Corazón.

Es verdad que todas las fuerzas del mal han recorrido el siglo, dando muestras de su poder infernal, con persecuciones, herejías, autodemolición de la Iglesia, ideologías, guerras y odios satánicos, con el triunfo aparente del materialismo liberal que ha llegado a destrozar la vida en su mismo origen y a descomponer la misma familia fundamento de toda sociedad, en la que ese ha prescindido del nombre de Dios. Sin embargo, también es verdad que la Iglesia ha resplandecido como nunca en su historia de amor de veinte siglos.

Repasemos en nuestro corazón la belleza nueva de la Iglesia, de la forma más somera. Apariciones de la Santísima Virgen, desde el mensaje de Fátima, hasta las últimas apariciones en el teatro de la guerra de los Balcanes. La consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María, Los Papas extraordinarios que han regido la iglesia hasta el Papa actual, que ha derramado su sangre un trece de mayo en plena plaza de san Pedro. Millones de mártires. Sí, millones de mártires de los cinco continentes. Millones de héroes desde los cristeros mejicanos y los de la Cruzada de España, hasta los héroes anónimos dala Rusia marxista, de la Alemania nacionalsocialista, de los países islámicos. Sangre a raudales derramada en el himno de la fidelidad a Cristo Rey. Siglo de santos desde san Pío X hasta los niños de Fátima, el padre Pío, Teresa de Calcuta, Maravillas de Jesús, padre Rubio, Escrivá de Balaguer, Faustina Kowalska y tantos otros más cuyo nombre sólo Dios conoce.

Este siglo XX que concluye dramático y sin rumbo, ha sido para la iglesia una cumbre en su historia de salvación, como resultado de la consagración al Sagrado Corazón. Y aún resta el triunfo majestuoso en las almas y en las naciones del Reinado del Corazón de Jesús. Las esperanzas del Papa y de la Iglesia que nacen de la consagración del mundo al Sagrado Corazón, tendrán su cumplimiento total en la nueva época que abre el nuevo milenio. Renovemos todos nuestra consagración al Sagrado Corazón y clamemos ante el Señor por la llegada del nuevo Pentecostés que renovará la faz de la tierra.