Las notas comunes a las formas de ateísmo que se tienen por más representativas del hombre moderno, según las presentan sus mismos autores, son las siguientes:
- El ateísmo moderno suele tener en los «pensadores» carácter postulatorio, es decir, parte de un postulado (o’ decisión o supuesto) «arbitrario», de una opción «a priori»; no es el término de una investigación o de una demostración. Así todos, desde Feuerbach, pasando por Marx y Engels, y, en otra línea, por Nietzsche y por los existencialistas más recientes. «Si existiera Dios, yo no sería dios» (42).
- Tanto en sectores «intelectuales» como en las «masas» -en la medida en que se puede hablar de ateísmo de masas- el ateísmo moderno es una situación ya dada; es un punto de partida, heredado, desde el cual se piensa en la planificación de la vida humana para el futuro. Esta nota, consecuencia de la anterior, la subrayan muchos autores, entre ellos el profesor Jean Lacroix, que uno de estos días daba una conferencia en Madrid (43). Esta es la razón de que un hombre como Carlos Marx -que confiere al tema religioso una significación importante, aunque sea negativa, y que es tan radical- sea tan pobre en su exposición: pobre y endeble, porque no lo estudia de frente con un análisis ponderado, sino que lo da por resuelto y sale de las dificultades críticas suponiendo, sin más, que Religión es lo mismo que Capitalismo en el orden social económico, o Idealismo en el orden filosófico, que son los objetos de su reflexión.
- Este ateísmo no es, como el de otras épocas (siglo XVII y comienzos del siglo XVIII), esotérico, reservado a los selectos o «ilustrados». Propende a ganarse al pueblo, a tener vigencia social.
- Como en los viejos países cristianos -que son a la vez cátedra de las mayores manifestaciones culturales el ateísmo es una apostasía del cristianismo, los ateos más agudos tratan de presentar su ateísmo, no como una mera apostasía negativa, sino como una hermenéutica o reinterpretación humanista del cristianismo, vaciando al cristianismo del contenido sobrehumano que le atribuye el creyente, y convirtiéndolo en un símbolo y un portante histórico de lo natural humano; reduciendo la Teología a Antropología. Hay una pretensión irénica o «conciliadora»: más que como negación del Cristianismo, el ateísmo quisiera aparecer como superación integradora del mismo, en una nueva fase histórica post-cristiana (44), que no se opondría a reconocer los servicios prestados por el cristianismo en otras fases históricas del pasado, siempre -naturalmente-que se tengan como superadas.
- Otra nota común y muy significativa es la aspiración a lograr actitudes ateas sin inquietud. El ateísmo predominante en casi todas las épocas ha sido tenso, combativo, incómodo para sus profesos. Un ateísmo sin inquietud: esta fue la aspiración de Nietzsche; ésta llegó a ser la de André Gide, al final de una larga vida de búsquedas o al menos de jugueteos literarios en torno al tema (45). Vale la pena releer las páginas autobiográficas de Gide, editadas en 1949 y 1950, en las que con pluma insuperable expresa la aspiración a un ateísmo tranquilo, ~in más lucha ni búsqueda ni discusión; páginas que de paso nos permiten ver de nuevo en toda su plenitud y en todo su vacío el enfoque fundamental de un ateo inteligente. Para él, en esta última fase de sus confidencias (confidencias escritas para ser publicadas), Dios no es más que el esfuerzo del hombre hacia la libertad y el dominio del mundo, y debe ser reemplazado por la virtud del hombre. Léanse los textos transcritos más arriba en las Notas 18 y 37. Ahí tenemos una de las expresiones más completas y más recientes de un ateísmo verdaderamente contemporáneo.
Notas
(42) Nietzsche: «¿Podríais crear un Dios? ¡Pues no me habléis de dioses! Sí, podríais crear al superhombre». «Todos los dioses han muerto: ahora viva el superhombre» (Así hablaba Zaratustra, ed. esp. cit. en nota 34, pp. 53.57). Sobre Hartmann, cf. nota 7. Sobre Sartre, cf. nota 41. Sobre Goldmann, cf. nota 34 y el texto a que corresponde.
(43) Jean Lacroix, Le sens de l’athéisme moderne, Casterman, Paris 1961, p. 13.
(44) De Lubac, Ateísmo y sentido del hombre (cit. en Bibliogr. final), p. 30 ss.
(45) Según Nietzsche, el camello, sometido al «Tú debes», ha de transformarse. en león que dice «Yo quiero», creador libre de nuevos valores, que rompe las viejas tablas; pero ha de ser un león risueño, como un niño inocente (Así hablaba Zaratustra. p.78).
Sobre Gide, cf. nota 37.
Ateísmo-Hoy
José Guerra Campos
Obispo de Cuenca
Fe Católica-Ediciones, Madrid, 1978




