Iñigo de Loyola era un hombre vano y desgarrado, frívolo y mundano, que sintió la llamada de Dios a la vida de perfección cristiana en una convalecencia que hubo de soportar por la herida provocada por una bomba en la ciudadela de Pamplona. Iñigo ha pasado a la historia como uno de los más grandes santos de la iglesia y gran benefactor de la Humanidad. Leamos su Autobiografía, la vida de san Ignacio de Loyola.
Por inspiración del Espíritu Santo, san Ignacio escribió, bajo la maternal mirada de María santísima, los Ejercicios Espirituales que el Magisterio de nuestra santa madre Iglesia ha encomiado en más de 700 documentos pontificios. Los Ejercicios de san Ignacio son un encuentro con Cristo que llevan a una experiencia de amistad y amor tan fervorosa que transforma la vida del ejercitante. No exagera nuestro compatriota Iñigo cuando afirma: Los Ejercicios es todo lo mejor que en esta vida puedo yo pensar, sentir y entender, ya para que el hombre se aproveche a sí mismo, ya para que fructifique y haga aprovechar a muchos.
El Papa León XIII dijo: Mucho he procurado hacer el bien en mi país natal, pero de todo lo que he hecho, lo más saludable y lo que más me llena el alma de consuelo es el haber facilitado al clero la práctica de los Ejercicios Espirituales. La meditación del fin del hombre por si sola bastaría para renovar todo el orden social.
San Pío X, primer Papa santo del siglo XX afirmó: La obra de los Ejercicios para obreros es la más providencial de todas.
En su encíclica Mens Nostra sobre los Ejercicios del 20 de diciembre de 1929, Su Santidad Pío XI dice. En estos cenáculos-alzados como por inspiración divina- los corazones generosos, fortalecidos por la gracia, ilustrados por las verdades eternas y alentados por el ejemplo de Cristo, no solo conocerán el valor de las almas y se incendiarán en deseos de salvarlas sino que emprenderán con celo los trabajos y arduas empresas del apostolado cristiano. Los Ejercicios son el antídoto de la novísima ligereza, la formación del cristiano, fragua de apóstoles, estímulo fortísimo y peritísimo para procurar la reforma de las costumbres y alcanzar la cima de la perfección.
Pío XII, en proceso de beatificación, nos dijo a los Españoles: Si se quiere dar un poderoso impulso a la renovación espiritual que, después de tantos sacrificios, se siente en la noble y católica España será un poderoso medio propagar en toda la Nación esta Obra de Ejercicios parroquiales que hará de todos aquellos que se retiran a meditar, según el tradicional método ignaciano, las verdades eternas, perfectos cristianos que han de irradiar a su vez, en torno suyo, la vida sobrenatural.
Siendo Arzobispo de Milán, el Cardenal Montini, dijo: Los Ejercicios son escuela sublime, que después de tantos años, en vez de mostrarse superada y agotada, parece inventada para nuestros tiempos y nuestra psicología. Ya Sumo Pontífice afirmó: Los Ejercicios de san Ignacio son todavía hoy escuela insustituible para introducir a las almas a una mayor intimidad con Dios, al amor a la virtud y a la verdadera ciencia de la vida como don de Dios y respuesta a su llamada.
El beato Juan Pablo II afirmó rotundamente: La escuela de los Ejercicios Espirituales será siempre un remedio eficaz para el mal del hombre moderno, arrastrado por el torbellino de las vicisitudes humanas a vivir fuera de sí, excesivamente absorbido por las cosas exteriores. Sea fragua de hombres nuevos, de cristianos auténticos, de apóstoles comprometidos. Es el deseo que confío a la intercesión de la Virgen, la contemplativa por excelencia, la maestra sabia de los Ejercicios Espirituales. Que sacerdotes, religiosos y seglares continúen siendo fieles a esta experiencia y le den incremento. Hago esta invitación a todos los que buscan sinceramente la verdad.
Nuestro amado Benedicto XVI, Vicario actual de Cristo en la Tierra nos enseña que los Ejercicios Espirituales: En un tiempo como el actual, en que la confusión y multiplicidad de los mensajes y la rapidez de cambios y situaciones dificultan de especial manera a nuestros contemporáneos la labor de poner orden en su vida y de responder con determinación y alegría a la llamada que el Señor dirige a cada uno de nosotros, los Ejercicios Espirituales constituyen un camino y un método particularmente valioso de buscar y hallar a Dios en nosotros, en nuestro alrededor y en todas las cosas, con el fin de conocer su voluntad y de llevarlas a la práctica.
Como la confusión que denuncia el Papa, se ha introducido también en la práctica de los Ejercicios Espirituales, hemos de tener muy presente la advertencia de Su Santidad Pío XII que nos dice que todos los frutos reseñados solo se conseguirán: con la condición de que sean auténticamente ignacianos.
Muchos santos ratifican la doctrina de los Sumos Pontífices. San Juan de Ávila, nuestro nuevo doctor de la Iglesia dice que los Ejercicios Espirituales es escuela de celestial sabiduría. San Pedro Canisio: noviciado del género humano. San Francisco de Sales: método santo de reformar las costumbres. San Alfonso
María de Ligorio: tesoro manifestado por Dios en estos últimos tiempos.
Y en los tiempos actuales, la mujer que ha practicado en toda su perfección la misericordia divina, la madre de los
pobres más pobres, la fundadora de las Misioneras de la Caridad, la beata Teresa de Calcuta dejó establecido que: en nuestras constituciones de Misioneras de la Caridad, hacemos desde el comienzo los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, que son hermosos y fructuosos. Los aconsejo a todos, pues no están reservados a los religiosos.
Yo también os lo aconsejo. En los Ejercicios de san Ignacio conocí a Cristo.
P.Manuel Martínez Cano, mCR
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