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El Pecado de Adán y Eva

02 jueves May 2013

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El segundo: hacer otro tanto, es a saber, traer las tres potencias sobre el pecado de Adán y Eva; trayendo a la memoria pecado de adan y evacómo por el tal pecado hicieron tanto tiempo penitencia, y quánta corrupción vino en el género humano, andando tantas gentes para el infierno. Digo traer a la memoria el 2º pecado, de nuestros padres, cómo después que Adán fue criado en el campo damaceno, y puesto en el paraíso terrenal, y Eva ser criada de su costilla, siendo vedados que no comiesen del árbol de la sciencia, y ellos comiendo, y asimismo pecando, y después vestidos de túnicas pellíceas, y lanzados del paraíso, vivieron sin la justicia original, que habían perdido, toda su vida en muchos trabajos y mucha penitencia; y consequenter discurrir con el entendimiento más particularmente, usando de la voluntad como está dicho.

Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Yavé Dios, dijo a la mujer: “¿Conque os ha mandado Dios que no comáis de los árboles del paraíso”?. Y respondió la mujer a la serpiente “Del fruto de los árboles del paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir”. Y dijo la serpiente a la mujer “No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”. Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él la sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio de él también a su marido, que también con ella comió. Abriéronse los ojos de ambos, y viendo que estaban desnudos, cosieron una hojas de higuera y se hicieron unos cinturones.  Oyeron a Yavé Dios, que se paseaba por el jardín al fresco del día, y se escondieron de Yavé Dios el hombre y su mujer, en medio de la arboleda del jardín.

El Papa Benedicto XVI dijo que en nuestro tiempo se habla muy poco del pecado. Los santos sí predicaban y escribían mucho sobre el pecado. San Juan de Ávila: “¿Por qué ofendes a Dios y le haces combate con las piedras suyas? Diote sentidos, ojos, oídos, gusto, manos, pies, con que le sirvieses y le honrases y con todo ello le ofendes”. “¡Oh pecado! ¿Quién no se espantará de ti, de que puedas tornar a Dios de manso en airado, de amoroso en  aborrecedor, y que envíe al infierno y para siempre castigo a quien creó a su imagen y semejanza, y a quién había tomado por hijo y prometido la herencia del Cielo? ¿Quién habrá que no te aborrezca?”

Adán y Eva fueron creados por Dios en estado de santidad y justicia, perfectos. Les concedió los dones preternaturales que perfeccionan la naturaleza, sin elevarla al orden sobrenatural, pero si sobre lo que de suyo exige la naturaleza humana: ciencia infusa, inmoralidad corporal, inmunidad de concupiscencia (dominio de las pasiones), inmunidad de dolores y achaques corporales. Y, sobre todo, les concedió la gracia santificante, que es un don absolutamente sobrenatural, que les hizo participes de la naturaleza divina.

Por el pecado original, Adán y Eva perdieron los dones preternaturales; perdieron la santidad y justicia en que habían sido creados. Perdieron el don de integridad: “viendo que estaban desnudos” (Gen. 3, 7); el don de inmortalidad:”Hasta que vuelvas a la Tierra, pues de ella has sido tomada, ya que polvo eres y al polvo volverás” (Gen. 3,9); el don de impasibilidad: “Multiplicaré los trabajos de tus preñeces, parirás con dolor tus hijos” (Gen 3,16); “comerás el pan con el sudor de tu frente” (Gen. 3,19) “Y le arrojó Dios, Yavé, del jardín de Edén…Expulsó a Adán…” (Gen 3,23-24).

Adán y Eva perdieron la gracia santificante, que solo se pierde por el pecado mortal. Todos los descendientes de nuestros primeros padres nacemos con el pecado original, privados de la gracia santificante y demás dones sobrenaturales. Los Santos Padres nos dicen que el pecado de Adán fue el más grande de todos los pecados porque es el de más graves consecuencias, tanto para Adán y Eva, como para sus descendientes, ya que con el pecado original, también perdimos nosotros la justicia y la santidad.

Satanás que odia a Dios y a los hombres y mujeres hechos a su imagen y semejanza, anda en torno nuestro mirando a quién devorar. Eva se dejo llevar por la curiosidad: el fruto prohibido “era muy hermoso a los ojos” (Gr 3,8). La vanidad de Eva, alagada con el “seréis como dioses”, le hizo alargar la mano; su sensualidad, excitada por el suave gusto de lo prohibido, le hizo caer. Y Adán, por complacer a su esposa, también desobedeció a Dios ¡Cuántas almas caen por los mismos pasos! Debemos refrenar nuestra curiosidad, fundarnos en humildad, mortificar nuestra sensualidad y jamás estar ociosos, aprovechando siempre el tiempo en la oración, el apostolado, los trabajos…

“La tentación nunca nos coge tan flacos como cuando estamos ociosos… No dejéis que se entretenga vuestro espíritu en pensamientos varios e inútiles; si se acostumbra a estos, luego pasará más allá, deteniéndose en los malos y nocivos” (San Francisco de Sales). Y nuestro doctor de la iglesia, san Juan de Ávila, nos advierte: “Combates tendréis y no pequeños, porque nuestros enemigos son muchos y muy crueles, por tanto no os descuidéis; si no, luego sois perdidos. Si los que velan aún tienen trabajo en guardarse, qué pensáis será de los descuidados, sino ser vencidos”. “Un santo nos dice que el hombre que se cree a sí mismo no ha menester demonio que lo tiente, que él es demonio para sí”.

Beata María Pilar Izquierdo: “Las tentaciones son como el abono que hace producir las flores más hermosas de las virtudes. Cada vez que se resiste una tentación se hace un acto de virtud consolidándose más el alma. ¡Oh!, que hermosos ramilletes de mil variadas flores podría ofrecer cada noche a Jesús después de un día de lucha y fidelidad”. “Las tribulaciones, las tentaciones, todo hay que bendecirlo, porque de esos males se sacan grandes bienes”. Nuestra doctora de la Iglesia, santa Teresa de Jesús, dice: “Son tantas veces las que esos malditos demonios me atormentan, y tan poco el miedo que yo los he, con ver que no pueden menear si el Señor no les da licencia… Sepan que cada vez se nos da poco de ellos quedan con menos fuerza y el alma muy mas señora… Porque son nada sus fuerzas si no ven almas rendidas a ellos y cobardes que aquí muestran ellos su poder”.

La tentación sólo puede incitar a pecar, pero nunca nos puede obligar a pecar, porque la voluntad permanece siempre dueña de su libertad. La tentación es pecado, no cuando la sentimos, sino cuando voluntariamente la consentimos. Las tentaciones se vencen con la frecuencia de los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia; con la oración y la mortificación de los sentidos; con la agregación del entendimiento y de la voluntad; con la huida de las ocasiones de pecar y, sobre todo, con la devoción a la Santísima Virgen. Estamos en buenas manos, estamos en el Corazón divino de nuestro Salvador, Jesucristo: “Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, antes dispondrá con la tentación el éxito para que podáis resistirla” (1 Cor 10,15).

“¡Cuanta corrupción vino al género humano andando tantas almas al infierno!” (san Ignacio). Y en mi alma ¿qué ha ocurrido? En el bautismo fuimos adornados por la gracia de Dios, las virtudes infusas, los dones del Espíritu Santo, hechos hijos de Dios, herederos del Cielo y templos vivos de la Santísima Trinidad. Y si pecamos, lo perdemos todo. Nuestros primeros padres pecaron una sola vez, yo tantas veces ¿qué penas no he merecido yo? ¿Cómo es la fealdad de mi alma con tantos pecados manchada? Yo soy mayor culpable que Adán y Eva, merezco mayor castigo. Y, sin embargo, la Misericordia divina ha purificado mi alma y vive en ella. Misterio insondable del amor de Dios a sus criaturas.

Alabar, Hacer Reverencia y Servir a Dios

20 miércoles Feb 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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El hombre ha sido creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, dice San Ignacio. san-ignacio-de-loyolaEs el fin próximo del hombre. El fin último es la eterna felicidad del cielo. ¡Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder! “El hombre y la mujer es el ser más maravilloso que Dios ha creado. Basta contemplar los ojos de un bebé, su luz, su transparencia, su sonrisa, para ver a Dios.

Sí. Hemos sido creados para alabar a Dios. Los Salmos están repletos de alabanzas al Señor, que debemos hacer nuestras, en todos los momentos de nuestra existencia; ¡cómo ensancha el corazón la alabanza a Dios! Alabemos a Dios.

La lectura del Oficio divino del jueves primero del tiempo ordinario, nos propone la meditación de unos versículos del libro del Eclesiástico. Alabar a Dios a quien nadie ha visto por la contemplación de todo lo que ha creado: “Voy a recordar las obras de Dios y a contar lo que he visto: por la palabra de Dios son creadas y de su voluntad reciben su tarea.

El sol sale mostrándose a todos, la gloria del Señor se refleja en todas sus obras. Aun los santos de Dios no bastarán  para contar las maravillas del Señor. ¡Qué amables son todas sus obras!; y eso que no vemos más que una chispa.

Todas difieren…. unas de obras, y no ha hecho ninguna inútil. Una excede a otra en belleza: ¡quién se saciará de contemplar su hermosura ¡que glorioso espectáculo! El sol, cuando sale derramando su calor ¡qué obra maravillosa del Señor! ¡Qué grande el Señor que lo hizo! Sus órdenes espolean a sus campeones.

Las estrellas adornan la belleza del cielo, y su luz resplandece en la altura divina; a una orden de Dios ocupan su puesto y no se cansan de hacer la guarda.

Mira el arco iris y bendice a su creador: «¡qué esplendor majestuoso! Abarca el horizonte con su esplendor cuando lo tensa la mano poderosa de Dios”

Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y la alabanza, porque tú has creado el universo. El cosmos es inconmesurable. La Vía Láctea, nuestra galaxia, tiene cien mil millones de soles. Y se conocen cien mil millones de galaxias como la nuestra. La nebulosa de Andrómeda consta de doscientos mil millones de estrellas y está situada a dos millones de años luz de nuestra galaxia… las otras son aturdedoras.  Leed el Salmo 19.

El doctor de la Iglesia, san Juan de Ávila nos dice: “Las criaturas irracionales no son capaces de ser amadas con amor de caridad; mas, tales cosas, como son los cielos, agua y tierra, animales y árboles, secundariamente se pueden amar, no por ellos , sino porque resplandece la gloria de Dios, que está en ellos; y así decís: “Bendito sea Dios, que crió tal árbol”. Y de quien bien queréis , aun la ropa que trae vestida la amáis, según que le es provechosa a aquél a quién queréis.

No es menester mirar los cielos ni la tierra ni todas las otras hermosuras para conocer algo de vuestra hermosura y bondad, sino mirar mis maldades y mi fealdad y allí veo vuestra bondad mejor que en todas las otras cosas. Señor; ¡que con todo eso me amáis! ¡que no me echáis delante de vuestros ojos, siendo yo cosa tan fea y leprosa de mi propia cosecha! Señor, ¡que a tales criaturas dais hermosura de vuestra gracia y amor! Verdaderamente más me amáis que nadie, y más que yo mismo, pues lo que yo no me supiera Vos me lo sufrís.

“Este es Dios; mayor en bondad que todos. Dios es amor y Dios es infinito”

Santa Maravillas de Jesús: “¡Qué importa todo más que Él sea glorificado! Nada tiene importancia fuera de la gloria de Dios, como nadie es nada fuera de Él, ni puede nada… lo único que importa es agradarle a Él y no que se entere la gente. ¡Qué buenísimo es nuestro Cristo, que hermosísima es su Iglesia! ¡Qué será el cielo!”

Beata María Pilar Izquierdo: “¡Qué bueno es Jesús nuestro divino Maestro! ¡Qué Corazón tan hermosos y que inmenso es el amor que nos tiene!” En todas las cosas vemos la mano de Dios; porque bien es verdad que las hojas del árbol no se mueven sin su voluntad”

Beata Teresa de Calcuta: “Una vez que comprendamos hasta qué punto Dios está enamorado de nosotros, ya solo podemos vivir la vida irradiando amor… Dios se nos ha entregado por completo. PongámonosDivina_Misericordia_ nosotros por completo a su disposición”.

La Misericordia divina dijo a santa Faustina: “Proclama que la misericordia es el atributo  más grande de Dios. Todas las obras de mis manos están coronadas por la misericordia.”

Casiano dice que: “alabar a Dios es narrar sus maravillas”. Lo primero que hizo Adán. Alabemos a Dios constantemente. Reconozcamos a Dios como nuestro bien supremo, como nuestro magnífico bienhechor. Vivamos estos ejercicios en la presencia de Dios, hasta llegar al conocimiento interno de tantos bienes recibidos del Señor. Así viviremos en continuas acciones de gracias y alabanzas a Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial.

P. Manuel Martínez Cano mCR

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