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Catecismo Social XXXIV: Liberalismo, Capitalismo Y Supercapitalismo

10 jueves Oct 2013

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capitalismo, supercapitalismo

1 -¿ Cuál es la característica de la economía liberal?

Responde a toda la ideología liberal considerar que la libertad siempre es buena, justa y aceptable. Adam Smith nos presenta el «sano egoísmo individual» como el resorte máximo de toda la economía. Entonces, la economía, para los liberales no tiene límite alguno, ética ni regulación que no sea el progreso indefinido y la aplicación de la ley de la oferta y la demanda. La economía liberal se desarrolla a raíz de la Revolución Francesa, en 1789, en la que la ley Le Chapelier (1791) disuelve la organización económica de los gremios. Añádase a esto el invento de la máquina de vapor por Watt (1736-1819), que transforma toda la producción con la nueva técnica. Desaparecen los talleres pequeños, y la ley de la oferta y la demanda concentra en pocas manos los resultados del maquinismo. Materialmente fue un gran progreso, pero la desaparición del sentido cristiano de la vida pública origina que el industrialismo suprima todas las defensas de las instituciones existentes entre el obrero y el empresario, y sin asociaciones, la masa obrera queda desamparada, convirtiéndose en proletariado. El slogan del liberalismo económico es el famoso «laissez faire, laissez passer», o sea, que los liberales afirman que los males de la libertad se curan intervención. El resultado es la lucha de clases.

 

2 -Pero, ¿capitalismo no es igual a propiedad privada?

Hay muchos equívocos en torno del concepto preciso del capitalismo. Si por capitalismo entendemos la propiedad privada legítimamente adquirida por el trabajo acumulado, la herencia, la compraventa, no habría cuestión. La propiedad privada adquirida honestamente es de derecho natural y es una injusticia suprimirla. Tampoco es condenable el capitalismo en cuanto supone la personalidad empresarial y el régimen de salario, aplicado con las exigencias que la justicia importa.

 

3 -¿Cuándo el capitalismo es condenable e inadmisible para un católico?

Repetimos: Capitalismo como expresión de propiedad privada es lícito y deseable si la propiedad está hecha a medida humana. Y también como sistema de capital y trabajo, es una fórmula positiva. Pablo VI nos descubre el capitalismo liberal que hemos de rechazar: «Por desgracia, sobre estas nuevas condiciones de la sociedad -(la revolución industrial)-, ha sido construido un sistema que considera el provecho como motor esencial del progreso económico, la concurrencia como ley suprema de la economía, la propiedad privada de los medios de producción como un derecho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales correspondientes. Este liberalismo sin freno, que conduce a la dictadura, justamente fue denunciado por Pío XI como generador de EL IMPERIALISMO INTERNACIONAL DEL DINERO. No hay mejor manera de reprobar tal abuso que recordando solemnemente una vez más que la economía está al servicio del hombre» («Populorum Progressio», 26).

 

4 -La revolución industrial, la maquinaria, ¿han sido, pues, desgracias para el hombre y para el obrero en particular?

No, todo progreso material iluminado por la moral cristiana, es cosa de alabar. Pablo VI lo explica así:

«Si es verdad que un cierto capitalismo ha sido la causa de muchos sufrimientos, de injusticias y luchas fraticidas, cuyos efectos duran todavía, sería injusto que se atribuyera a la industrialización misma los males que son debidos al nefasto sistema que la acompaña. Por el contrario, es justo reconocer la aportación irreemplazable de la organización del trabajo y del progreso industrial a la obra del desarrollo» («Populorum Progressio», 26). La expansión industrial y el progreso técnico son nobles y merecen todos los aplausos. Lo que ha estropeado el uso de estos avances ha sido el liberalismo. O sea, entender que el dinero se puede ganar de cualquier manera, sin moral ni freno, y enfrentando al patrono y al obrero en una lucha desigual, que produjo los jornales de hambre, la explotación, el despido en la ancianidad, la carencia de leyes sociales, y por reacción, la violencia y el odio entre las clases sociales.

Catecismo Social XVII: Libertad y Liberalismo II

12 miércoles Jun 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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14 de Mayo de 1971, 80 proposiciones más destacadas del liberalismo, anarquismo, ateísmo, autodeterminación, autonomía moral, único absoluto, bien común de la sociedad, calvinismo, capitalismo, captable, carta cardenal Roy1, causa de todas las desgracias de este mundo, causa del ateísmo, centrismo, comunismo, condena, confusionismo, conocer, convivencia, decálogo, democracia cristiana, desenfreno libre, dictadura, dictadura del estado, Dios, disgregación, el individuo se autodetermina hasta el yo elevado a la única realidad, en nombre de la libertad, encierra, entroniza alEstado, esencia de la libertad, espontáneos, existencia de Dios, explotación, familia liberal, fascismo, fe cristiana, fin de la existencia humana, fruto del liberalismo, guerras internacionales, hambree, hombre, ideologías, Iglesia, iluminismo, indiferentistas, instintos, irenismo, jesucristo, legislan, ley, liberales naturalistas, liberalismo, liberalismo católico, liberalismo naturalista, liberalismo total, libertad, libertad humana, mal, maldad intrínseca del liberalismo, maneras de proceder, maritanismo, marxismo, matices del mismo error, matriz, máscaras, moral personal, moral social, naturaleza humana, naturalmente bueno, nazismo, negación, niega, no aceptan, nominalismo, orden económico, orden intelectual, origen y razón de todos los derechos, pablo VI, Papas, pasionales, pío IX, perversión, práctica privadad, prescindir de Dios, presencia de Jesucristo, progresismo, propugna, pureza de la raza, quanta cura, racionalismo, razón humana, rechaza, rechaza a Dios, religiones, religiones iguales, Revelación, se apoya en la razón de la fuerza, secuela del mismo, sentido verdadero de la vida, sentidos, sistemas totalitarios, sobrenatural, sociedad, sofismas, suicidios, sylabus, teoría de la riqueza como signo de la predestinación, todas las ideas pueden ser divulgadas, tragedia, VaticanO II, Verdad, verdad objetivad

6 -Entonces, el liberalismo, ¿qué propugna?

El liberalismo niega la naturaleza humana en su versión auténtica. Pretende que el hombre es naturalmente catecismo socialbueno. Y así entiende que la libertad es la autodeterminación de cada uno, sin tener en cuenta ni a Dios, ni el fin de la existencia humana, ni el bien común de la sociedad. Para el liberalismo, la libertad es lo único absoluto. Todo lo demás se subordina a la misma. Y la familia liberal tiene diferentes máscaras. Desde el liberalismo total que rechaza a Dios como si fuera el mal, al liberalismo naturalista que navega en el confusionismo de que todas las ideologías, religiones y maneras de proceder son dignas de respeto, hasta el liberalismo llamado católico -la democracia cristiana, el maritainisrno, el centrismo, el irenismo, el progresismo- que, junto a la práctica privada de la fe cristiana, se une a aquellos que en el orden social prescinden de Dios y legislan contra el Decálogo, bajo los sofismas de la convivencia, y otros pretextos similares.

 

7 -¿La Iglesia acepta el liberalismo?

No, la Iglesia ha condenado el liberalismo. La «Ouanta cura», con el «Syllabus», de Pío IX, infaliblemente anatematiza las 80 proposiciones más destacadas del liberalismo. Y los Papas, continuamente, hasta Pablo VI en su carta al cardenal Roy, en 14 de mayo de 1971, han repetido esta condena. Se explica: el liberalismo es producto del nominalismo que niega que la razón humana pueda conocer la verdad, del racionalismo que recorta su vuelo a lo puramente captable por los sentidos y rechaza todo lo sobrenatural, del iluminismo que se encierra en la autonomía en lo moral, y del calvinismo con su teoría sobre la riqueza como signo de predestinación. Porque el liberalismo es causa del ateísmo en el orden intelectual, del capitalismo en el orden económico, y también del marxismo como secuela del mismo, así como la disgregación de toda moral personal y social, con sus guerras internacionales, hambre y explotación, así como la tragedia de tantos suicidios y perversión, la Iglesia no puede de ninguna forma transigir con el liberalismo, causa de todas las desgracias de nuestro mundo.

 

8 -Pero, ¿el Vaticano II no ha evolucionado en sentido liberal?

No, el Vaticano II ha definido solemnemente: «Los que profesan este ateísmo afirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de sí mismo, el único artífice y creador de su propia historia» (Gaudium et Spes, n. 20). Y esto entraña la condenación absoluta del liberalismo. Los que «afirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de sí mismo, el único artífice y creador de su propia historia» son los liberales, naturalistas –o sea, que no aceptan a Dios, su Revelación, Jesucristo, la Iglesia-, indiferentistas -o sea, que imaginan que todas las religiones son iguales y que todas las ideas pueden ser divulgadas-, y los ateos que, lógicamente, ya implantan una dictadura, en nombre de la libertad, para ahogar definitivamente el sentido verdadero de la vida. El Vaticano II es un nuevo compromiso y confirmación de que ni el hombre ni la sociedad, en todas sus manifestaciones, pueden prescindir de Dios ni que sean independientes a Él, como pretenden los liberales, los marxistas, los demócratas cristianos.

 

9 -¿En qué consiste la maldad intrínseca del liberalismo?

En definitiva el liberalismo entroniza al Estado como origen y razón de todos los derechos. Fruto del liberalismo son los sistemas totalitarios. Es liberal el fascismo, porque se apoya en la razón de la fuerza. Es liberal el nazismo, porque se apoya en la pureza de la raza, entendida según módulos meramente fisiológicos. Es liberal el comunismo, porque dogmatiza sus errores y los eleva a la dictadura del Estado en su máxima expresión. Es liberal el anarquismo, porque el individuo se autodetermina hasta el «yo» elevado a única realidad. Son matices del mismo error. Si no se reconoce la existencia de Dios, la presencia de Jesucristo y su ley dentro de la sociedad, todos los sistemas erróneos encuentran su matriz en la negación que entraña un sistema que desconoce la verdad objetiva y deja el desenfreno libre de la libertad humana, a sus más espontáneos y pasionales instintos.

 

 

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