Creemos en algo preternatural reunido al mundo precisamente para turbar, para sofocar,  los frutos del Concilio Ecuménico y para impedir que la Iglesia entonara el himno de la alegría por haber recuperado en plenitud el conocimiento de sí misma. Precisamente por esto desearíamos ser capaces sobre todo en este momento de ejercer la función encomendada por Dios a Pedro de confirmar en la fe a los hermanos.(29 de junio de 1972)
El mal no es solamente una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y temible… se aparta del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien rehúsa reconocer su existencia; o quien hace de él un principio autónomo, sin tener su origen en Dios, como toda criatura o lo explica como una seudorealidad,  una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestros malestares. (15 de noviembre de 1972)
He aquí la importancia que asume la advertencia del mal para vuestra corrupta concepción cristiana del mundo, de la vida, de la salvación (15 de febrero de 1972)
Refiriéndose a la Iglesia el Santo Padre, afirma: Por alguna rendija ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios. Existe la duda, la incertidumbre, la problemática, la inquietud, la insatisfacción, la confrontación. Ya no hay confianza en la Iglesia… ha entrado la duda en nuestras conciencias, y ha entrado por las ventanas que deberían estar abiertas a la luz. (29 de junio de 1972)
¿Cuáles son hoy las necesidades más grandes de la Iglesia? No os maraville como simplista o hasta como su perfil supersticiosa e irreal nuestra respuesta: Una de las más grandes necesidades es la defensa de este mal que llamamos demonio (15 de noviembre de 1972).

P. Manuel Martínez Cano mCR