Contracorriente

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Catecismo Social XV

29 miércoles May 2013

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animales, autor preferido de Juan XXIII, catecismo social, conciencia, espíritu santo, fama del prójimo, familia, grados naturaleza, hipótesis, hombre, institución divina, libertad, monseñor Pie, orden natural, orden sobrenatural, plantas, presencia de Dios, racional, razón, sensitivo, tesis, vegetativo, verdad absoluta, vida de la gracia, voluntad

10 – Entonces, ¿qué es el orden sobrenatural?

Si el orden natural significa aceptar las leyes de vida de los grados que existen en la naturaleza -lo vegetativo para las catecismo socialplantas, lo sensitivo para los animales, lo racional para el hombre-, y actuar contra la misma en cualquiera de las mismas significa la muerte, el orden sobrenatural supone la aceptación del plan de elevación a la vida de la gracia, a la que Dios por Jesucristo, nos ha elevado. En el orden natural, para el hombre, se significa reconocer la razón y la voluntad, la conciencia y la libertad, orientadas a lo que nuestras facultades rectamente utilizadas nos llevan a alcanzar. La razón y la conciencia, la voluntad y la libertad, encauzadas debidamente, nos muestran que Dios es nuestro Creador, que no podemos blasfemar de ÉL, que hemos de darle culto, que la familia es de institución divina, que la vida humana y los bienes legítimamente queridos, así como la fama del prójimo, merecen nuestro respeto. Pero en el orden sobrenatural, además de estas exigencias, y por encima de los mismos alcances de la naturaleza, la gracia nos da una intimidad y una presencia de Dios íntima y más trascendente. El hombre, por la vida sobrenatural, tiene el Espíritu Santo y una participación en la vida divina, que le hace superar todas las deficiencias y heridas del pecado original. Y así se armoniza la razón y la fe, lo natural y lo sobrenatural, lo temporal y lo divino y adquiere toda su dimensión el destino humano. Lo más contrario al orden natural y al orden sobrenatural es viviseccionar la vida privada y la vida pública, admitir la existencia de Dios y la divinidad de la Iglesia y negarle su influencia en la sociedad. Con monseñor Pie -autor preferido de Juan XXIII- afirmamos: «Nunca enseñaréis que las virtudes naturales son virtudes falsas, que la luz natural es una luz falsa. ¡No! No emplearéis una argumentación rigurosa contra la razón para probarle, con razones perentorias, que no puede nada sin la fe. Si, por desgracia, se nos ocurriese enseñar tales proposiciones, caeríamos bajo las censuras de la Iglesia depositaria de toda verdad, que no se preocupa menos en mantener los atributos innegables de la naturaleza y de la razón, que en vindicar los derechos de la fe y de la gracia … Enseñaréis, pues, que la razón humana tiene su poder propio y sus atribuciones esenciales; enseñaréis que la virtud filosófica posee una bondad moral e intrínseca que Dios no desdeña en remunerar, a los individuos y a los pueblos, con ciertos premios naturales y temporales, y aun con más altos favores a veces. Pero enseñaréis, también, y probaréis con argumentos inseparables de la esencia misma del cristianismo, que las virtudes naturales, que las luces naturales, no pueden conducir al hombre a su fin postrero, que es la gloria celestial. Enseñaréis que el dogma es indispensable, que el orden sobrenatural en el cual el mismo autor de nuestra naturaleza nos constituyó, por un acto formal de su voluntad y de su amor, es obligatorio e inevitable; ENSEÑARÉIS QUE JESUCRISTO NO ES FACULTATIVO Y QUE FUERA DE SU LEY REVELADA NO EXISTE, NO EXISTIRA JAMAS NINGUN TERMINO FILOSOFICO Y SERENO en donde quienquiera que sea, alma selecta o alma vulgar, pueda encontrar el reposo de su conciencia, y la regla de su vida. Enseñaréis que no importa sólo que el hombre obre bien, sino que importa que lo haga en nombre de la fe, por un movimiento sobrenatural, sin lo cual sus actos no alcanzarán el fin último que Dios le señaló, es decir, la eterna felicidad de los cielos.» (<<Oeuvres»,t. II, págs. 380-381).

 

11 -¿Tiene algo que ver esto con lo que se llama la tesis y la hipótesis?

Es así. La tesis es el ámbito de la verdad absoluta, del ideal que debe mover a todo cristiano. La hipótesis, lo que en una situación concreta se puede hacer. El católico debe siempre propugnar la tesis, y sólo en caso de imposibilidad, acomodarse a la hipótesis. Lo que no se puede hacer es renunciar a la tesis, con pretextos de que actualmente su aplicación no tiene camino. Lo normal es la defensa a ultranza de la tesis. Y simultáneamente hacer todo el bien posible en aspectos parciales, pero no ceder por aspectos parciales la obtención de la meta total. No basta que los católicos hagan campañas aisladas en contra del divorcio, del aborto, del marxismo, en favor de la enseñanza católica, y descuiden y callen sistemáticamente sobre la obligación del Estado en profesar la verdadera religión, en donde es conocida y aceptada. Con el cardenal Pie repetimos: «Decir que Jesucristo es el Dios de los individuos y de las familias, pero no es el Dios de los pueblos y de las sociedades, es decir que ÉL no es Dios. Decir que el cristianismo es la ley del hombre individual y no es la ley del hombre colectivo, es decir que el cristianismo no es divino. Decir que la Iglesia es juez de la moral privada y que nada tiene que ver con la moral pública, es decir que la Iglesia no es divina» (<<Oeuvres»,t. VI, pág. 434).

 

Examen Particular y Examen General

10 miércoles Abr 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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Beata Mª Pilar Izquierdo, beneficios recibidos, caído, cada díae, como si fuese a morir, con su gracia, conciencia, conferir los exámenes, confesión general, conocer los pecados y lanzarlos, contiene en si 5 puntos, corregir, cotidiano, dar gracias a Dios, defecto, demandar cuenta al ánima, desmayar, divinos ojos, embeberte, enmendar, examen general de conciencia, examen particular, examinar, faltas, gracia a Dios, ignorancias, limpiar el alma, modo de hacer el examen general, Nuestro Señor, olvidar amor Dios, Pater Noster, pecado, pecado particular, pedir gracia, pedir perdón, perdóname, primer punto, primer tiempo, progreso espiritual, proponer enmienda, quinto, recordar, san ignacio, san juan de ávila, segundo, tercer, veces, vida pasada

Después del Principio y Fundamento, quiere san Ignacio que el ejercitante aprenda a examinar su san ignacioconciencia cada día. El examen particular y cotidiano tiene tres tiempos y dos veces examinarse. El primer tiempo, es a la mañana en levantándose, debe el hombre proponer con diligencia, aquel pecado particular o defecto que se quiere corregir y enmendar.

El segundo tiempo es que al mediodía pidamos gracia a Dios para recordar las veces que he caído en ese pecado o defecto para enmendarme.

El tercer tiempo es hacer lo mismo por la noche, comparando un examen con el otro, y proponer enmienda. Cada vez que el hombre cae en aquel pecado o defecto particular, póngase la mano en el pecho doliéndose de haber caído.

Conferir los exámenes de un día con los otros para ver el progreso espiritual.

El examen general de conciencia es para limpiar el alama y hacer mejor así la confesión general. San Ignacio dice: “Presupongo en mí tres pensamientos o incitaciones a obrar, es a saber, uno propio mío, el cual sale de mi mera libertad y querer y otros dos que vienen de fuera, el uno que viene del buen espíritu y el otro del malo.

San Ignacio, pasa a reparar los pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión, que podemos hacer, recordando los mandamientos de la ley de Dios de la santa Madre Iglesia, los pecados capitales…

Modo de hacer el examen general y contiene en si 5 puntos.

El primer punto es dar gracias a Dios Nuestro Señor por los beneficios recibidos.

El segundo, pedir gracia para conocer los pecados y lanzarlos.

El tercero, demandar cuenta al ánima: desde la hora que se levantó hasta el examen presente de hora en hora, o de tiempo en tiempo; y primero del pensamiento, y después de la palabra, y después de la obra, por la misma orden que se dijo en el examen particular.

El cuarto, pedir perdón a Dios Nuestro Señor de las faltas.

El quinto, proponer enmienda con su gracia. Pater Noster. El examen debe hacerse al mediodía y por la noche.

San Juan de Ávila dice: “Los peligros muy grandes entre otros, tenemos en esta vida, que debemos evitar viviendo con gran vigilancia para conseguirlo:

1)     El uno es no mirarnos, no tomarnos en cuenta de quienes somos ¡Ay de quien no se ha examinado! ¡Ay de quien no se procura saber quién es!

2)     El otro es, después de habernos visto y de saber quiénes somos, desmayar. ¡Ay de aquél que después que se ha examinado y ha caído en la cuenta de lo que, desmaya!

No podrán durar mucho las faltas, si dura en vos este examen y este tomaros cuenta y reprenderos cada día y cada hora. Y si duran las faltas, dice el P. Rodríguez, comentando este pasaje y por ventura años os estáis tan inmortificados tan vivos y enteros en vuestras pasiones como al principio, es porque no usáis como debéis de estos medios”.

Es conveniente empezar por el examen particular, porque al computar sus faltas, se recorre ya gran parte del campo del examen general. En Ejercicios, el examen particular se hace para quitar faltas y defectos en la práctica de los ejercicios particulares, en las meditaciones del día y las negligencias en guardar las adiciones o normas que da san Ignacio.

Las faltas voluntarias, no combatidas, pueden, poco a poco hacernos olvidar el amor que Dios nos tiene y el que debemos tenerle a Él.

Beata Mª Pilar Izquierdo (27 de junio de 1906  Zaragoza – 27 de Agosto 1945):

“Procurar en el examen detenerte un poco, y en el examen particular embeberte por completo; espero que esos dos puntos los harás cada día mejor”. “El examen particular lo puedes hacer de este punto: Jesús mío, como si me fuese a morir, perdóname la vida pasada y todas mis ignorancias y también todo lo que no te hago por mi culpa”. “Te es muy necesario hacer el examen particular, buscando en todas las partes sus divinos ojos, y cuando llegue la noche, te examinarás si verdaderamente has puesto tu corazón en buscar sus divinos ojos. Ya verás, si lo haces así, qué dulce te será la vida y cuánto amaras a nuestro Amado”.

 

P. Manuel Martínez Cano mCR

Imitación de Cristo XIV

10 miércoles Abr 2013

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alma, buena alegría, conciencia, corazón, Dios, disipación, libre, pelea como varon, peligros, temor, una costumbre vence a otra costumbee, vanos conetentos, verdadera libertad

Capítulo 21

De la compunción del corazón

 1. Si quieres aprovechar algo, consérvate en el temor de Dios y no quieras ser demasiado libre; mas con severidad refrena todos tus sentidos y no te entregues a vanos contentos.
Date a la compunción del corazón, y te hallarás devoto.
La compunción causa muchos bienes, que la disipación suele perder en breve.
Maravilla es que el hombre pueda alegrarse alguna vez perfectamente en esta vida si considera su destierro y piensa los muchos peligros de su alma.

2. Por la liviandad del corazón y por el descuido de nuestros defectos no sentimos los males de nuestra alma; mas muchas veces reímos vanamente, cuando con razón deberíamos llorar.
No hay verdadera libertad ni buena alegría sino en el temor de Dios con buena conciencia.
Bienaventurado aquel que puede desviarse de todo estorbo de distracción y recogerse a lo interior de la santa compunción.
Bienaventurado el que renunciare todas las cosas que pueden mancillar o agravar su conciencia.
Pelea como varón; una costumbre vence a otra costumbre.
Si tú sabes dejar los hombres, ellos bien te dejarán hacer tus buenas obras.

3. No te ocupes en cosas ajenas, ni te entremetas en las causas de los mayores.
Mira siempre primero por ti, y amonéstate a ti mismo más especialmente que a todos cuantos quieres bien.
Si no eres favorecido de los hombres, no te entristezcas por eso, sino aflígete de que no te portas con el cuidado y circunspección que conviene a un siervo de Dios y a un devoto religioso.
Muy útil y seguro es que el hombre no tenga en esta vida muchas consolaciones, mayormente según la carne.
Pero de no tener o gustar rara vez las cosas divinas, nosotros tenemos la culpa, porque no buscamos la compunción ni desechamos del todo las vanas y exteriores.

4. Reconócete por indigno de la divina consolación; antes bien, créete digno de ser atribulado.
Cuando el hombre tiene perfecta contrición, luego le es grave y amargo todo el mundo.
El que es bueno halla bastante materia para dolerse y llorar, porque ora se mire a sí, ora piense en su prójimo, sabe que ninguno vive aquí sin tribulación.
Y cuanto con más verdad se mira, tanto más halla por qué dolerse.
Materia de justo dolor y entrañable contrición son nuestros pecados y vicios, en que estamos tan caídos, que pocas veces podemos contemplar las cosas celestiales.

5. Si con más frecuencia pensases en tu muerte que en vivir largo tiempo, no hay duda que te enmendarías con mayor fervor.
Si ponderases también en tu corazón las penas del infierno o del purgatorio, creo que de buena gana sufrirías cualquier trabajo y dolor, y no rehusarías ninguna austeridad. Pero como estas cosas no pasan al corazón y amamos siempre el regalo, permanecemos demasiado fríos y perezosos.
Muchas veces por falta de espíritu, se queja el cuerpo miserable.
Ruega, pues, con humildad al Señor que te dé espíritu de contrición y di con el profeta: «Dame, Señor, a comer pan de lágrimas, y a beber en abundancia el agua de mis lloros» (Sal 79,6).

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