La primera vez que oí hablar de Sor Lucía fue el mes de agosto del año pasado, en Teruel. Nos dijeron que esta religiosa había dicho muchas barbaridades, incluso herejías. Hasta la semana pasada no he vuelto a saber nada de esta mujer que vive en un convento de Manresa, aunque ella afirma mi claustro es el mundo. Así será, porque los católicos, aunque vivimos en el mundo, no somos del mundo, como dijo Nuestro Señor Jesucristo. Y esta mujer vive a pleno pulmón en este mundo, enemigo del alma como lo son también el demonio y la carne.

En unas declaraciones a La Vanguardia de Barcelona, el 14 de diciembre de 2012, dice esta encarnada en el mundo: La Iglesia debería aceptar el uso anticonceptivo del preservativo: ¡ayuda a la paternidad responsable! Y no imponer el celibato. Protesta contra la enseñanza de la Iglesia, es protestante. De pequeños aprendimos en el Catecismo que el cristiano es quien cree lo que Dios ha revelado y la Iglesia nos enseña. Surge espontánea la pregunta ¿Caram es católica?

En otro medio de comunicación social, Lucia afirma: Siento vergüenza cuando oigo a la Conferencia Episcopal Española. Antes me hacía daño y ahora he aprendido a practicar una especie de higiene mental y no escucharlos. A quién escucha esta mujer que vive en el mundo. ¿Será juicio temerario pensar que escucha voces infernales?

Lo que sí sabemos es que escucha la voz de ciertos políticos, les cree y les sirve dócilmente. Esta mujer argentina afirma rotundamente: Estoy absolutamente a favor de la independencia de Cataluña, ni nada ni nadie puede impedirla. Palabras de una diosa todopoderosa y romántica, fantasmagórica.

También me han dicho que, entrevistada en una emisora, el día 5 de enero dijo estas palabras: Si hay otra vida… Sí. Hay otra vida. La vida eterna. La eterna felicidad del cielo y el eterno sufrimiento del infierno. La Virgen María en Fátima y la Divina Misericordia en Polonia, nos han recordado que son muchos los que se condenan y van al infierno, porque no hay quien rece y se sacrifique por ellos. Recemos y sacrifiquémonos. El humo de Satanás ha penetrado en la Iglesia (Pablo VI).

P. Manuel Martínez Cano, mCR.

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