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Pedro: Me dan mucha pena los políticos y eclesiásticos que hablan y defienden lo que ellos entienden por bien común, sin mover un dedo para defender el derecho a la vida, sobre el cual se fundamenta los demás derechos inalienables de la persona humana. No se puede votar ni pertenecer a partidos políticos abortistas.
Salomé: Es vergonzoso. Mi hermana es monja, en una orden contemplativa. Pocos días antes de las últimas elecciones generales, se presentó un católico, político, de las instituciones católicas más conocidas. Hoy es ministro. Una monja le preguntó por qué no suprimieron la ley del aborto cuando eran mayoría absoluta. Respuesta: “hay mucha cobardía, de eso hablaremos en otra ocasión”. No ha vuelto por el monasterio. Y siguen siendo cobardes. Eso sí, con unos sueldos astronómicos, comparados con los nuestros.
Santiago: Con las ideologías democráticas que gobiernan el mundo, toda maldad es posible y, de hecho, lo estamos constatando. Sin respeto al derecho natural, que Dios ha grabado en la naturaleza humana, es imposible conocer la verdad y hacer el bien.
Judit: Sí, todo el mundo habla de las libertades democráticas y de los derechos del hombre, pero cada año son asesinados cien mil cristianos en el mundo. No son asesinados ni musulmanes, ni budistas, ni confucionistas. El respeto a la libertad religiosa de la que hablan los organismos internacionales y las constituciones son una burla sarcástica. Por cierto, la libertad religiosa de la que habla el concilio vaticano II es la libertad de coacción externa en materia religiosa, no de la consagración del indiferentismo religioso. Todos los hombres tienen el deber de profesar la única religión verdadera, la católica. De ahí la urgente necesidad de las misiones y la nueva evangelización.
Pablo: El problema fundamental es que el Estado moderno es absolutista y totalitario. Se ha metido en la regulación de la vida familiar y hasta en la propia conciencia. El Estado tiene que respetar la libertad de los cuerpos intermedios, con el único límite de no perjudicar al bien común.
Paul: Un Estado católico no debe limitarse a ser un mero guardián del derecho y del recto orden social sino que, desde la Administración, debe procurar la prosperidad de la sociedad y de los ciudadanos.
Andrés: La solución de todos los problemas no puede venir sólo de la intervención del Estado, pero, pero es evidente que, en la actual crisis económica, la Administración debe ayudar de una manera significativa a las familias numerosas, que son la gran riqueza de las naciones.
María: Las ideologías políticas democráticas están infectadas de naturalismo, agnosticismo y materialismo; los partidos políticos los instrumentalizan y manejan para conseguir sus fines inconfesables. Está clarísimo. Por eso el Beato Juan Pablo II dijo: “una democracia sin valores se convierte con facilidad en totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia. “y es trágico que católicos y católicas apoyen con sus votos a estas democracias que, en realidad, son ateocracias , partitocráticas», como ha escrito el P.Manuel Martinez Cano en nuestro Contracorriente.
Mateo: El derecho natural internacional, que nació en la universidad católica de Salamanca con Vitoria, etc. Está pisoteado y envilecido por eso que los ateocráticos llaman los derechos humanos. El papa Francisco ha denunciado la esclavitud de hombres, mujeres y niños en nuestro tiempo. “Los españoles – como demuestra el hispanoamericano Antonio de Mendoza – nunca se dedicaron al tráfico de esclavos, salvo algún hecho aislado y anecdótico… las colonias inglesas, francesas y holandesas, eran verdaderas almacenes de esclavos, lo que ha dado lugar a que la población existente en las antiguas y diminutas colonias del Caribe sea negra en su totalidad”. Los mestizos, que pueblan las naciones hispanoamericanas, demuestran la grandeza de corazón de los conquistadores y evangelizadores españoles.
Magdalena Presidenta
