Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

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Amor a Dios y a las cosas

05 miércoles Feb 2014

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amor de Dios, Dios

Uno tiene la sensación de que nos hemos olvidado del primer mandamiento de la ley de Dios, de amar a Dios sobre todas las cosas. Por amor de Dios, debemos amarnos a nosotros mismos y al prójimo. Hemos sido creados para amar. Es el mandamiento nuevo que nos dio nuestro Señor Jesucristo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, es decir, buscando el bien del prójimo, hasta dar la vida por él, si necesario fuera. El Vaticano II dice: “La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es incitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por el mismo amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor, confiándose totalmente a Él.” (Gaudium et Spes 19).

clip_image002No hemos sido creados para las cosas (aunque sean buenas), sino para Dios. Las cosas debemos usarlas en tanto en cuanto me ayudan a ser santo y a mi salvación eterna. El consumismo galopante de nuestros días hace que muchos se alejen de la Iglesia, se olviden de Dios y anden por el camino ancho que conduce al sufrimiento eterno. San Agustín decía: “Dios me crió, luego soy de Dios; me crió todo, luego todo cuanto soy, de Dios es.” “A sólo el Señor tu Dios adorarás y a él sólo servirás.” (Mt 4,10).

Sabemos que todas las cosas que ha hecho Dios son buenas, si las usamos rectamente, es decir, para salvarnos. Porque “el extravío de la vida está en usar y gozar mal de las criaturas” (San Agustín). Por tanto, hemos de usar las cosas como nos enseñan los santos. San Ignacio dice: “Es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío y no le está prohibido”. Puedo tomarme un vinillo, pero no debo emborracharme, porque es pecado.

Santo Tomás de Aquino nos dice: “Hemos de usar rectamente de las cosas criadas porque debemos usarlas para lo que fueron hechas por Dios. Y han sido hechas para dos cosas, a saber: para gloria de Dios, porque todo lo hizo para sí; esto es para la gloria del Señor, como se dice en Proverbios 16, 4; y para nuestra utilidad, es decir, para que usándolas no cometamos pecado”.

La creación es la herencia que nos ha dejado nuestro Padre del Cielo: “Díjose entonces Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y nuestra semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y cuantos animales se mueven sobre ella” (Gen 1,26). Ni comunistas, ni socialistas, ni demócratas modernos han entendido estas divinas palabras.

P. Manuel Martínez Cano, mCR

La Encarnación

16 miércoles Oct 2013

Posted by manuelmartinezcano in Meditaciones de la Virgen, P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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contemplación, Dios, divinas personas, Nazaret, san ignacio, voluntad

«El primer día y primera contemplación de la segunda semana es la Encarnación y contiene en sí la oración preparatoria, 3 preámbulos y 3 puntos y un coloquio» (San Ignacio).

La oración preparatoria es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad.

San Ignacio no usa la palabra «contemplación» en su sentido propio, místico, de una vista simple y afectuosa de Dios o de las cosas divinas, sino como sinónima de meditación visible.

El primer preámbulo es «recordar la historia de la cosa que tengo que contemplar; que es aquí cómo las tres personas divinas miraban toda la planicie o redondez de todo el mundo llena de hombres, y cómo viendo que todos descendían al infierno, se determina en la su eternidad que la segunda persona se haga hombre, para salvar el género humano, y así venida la plenitud de los tiempos, enviando al ángel san Gabriel a nuestra Señora».

La anunciación de Jesús.

En el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

Y presentándose a ella, le dijo: Salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras y discurría qué podría significar aquella salutación. El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y Su reino no tendrá fin.

Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón? El ángel le contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios.

E Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el mes sexto de la que era estéril, porque nada hay imposible para Dios. Dijo María: He aquí a la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel.

El segundo preámbulo es composición, viendo el lugar: aquí será ver la grande capacidad y redondez del mundo, en la cual están tantas y tan diversas gentes; asimismo, después, particularmente la casa y aposentos de nuestra Señora, en la ciudad de Nazaret, en la provincia de Galilea.

El tercer preámbulo es pedir lo que quiero. Sera aquí pedir conocimiento interno del Señor, que por mi se ha hecho hombre para que más le ame y le siga.

El conocimiento interno de Jesús que debemos pedir, insistentemente, no es un conocimiento meramente intelectual o histórico. Es el conocimiento interno de la gracia, que penetra en lo más íntimo de nuestro corazón y, transformado en sentimiento y en acción, se convierte en obras concretas de amor a Dios y al prójimo.

«El primer punto es ver las personas, las unas y las otras y primero las de la haz de la Tierra, en tanta diversidad, así en trajes como en gestos: unos blancos y otros negros, unos en paz y otros en guerra, unos llorando y otros riendo, unos sanos, otros enfermos, unos nasciendo y otros muriendo, etc. 2°: ver y considerar las tres personas divinas como en el su solio real o trono de la su divina majestad, cómo miran toda la haz y redondez de la tierra y todas las gentes en tanta ceguedad, y cómo mueren y descienden al infierno. 3°: ver a nuestra Señora y al ángel que la saluda, y reflitir para sacar provecho de la tal vista.»

«El segundo punto es oír lo que hablan las personas sobre la haz de la Tierra y las personas divinas en el Cielo. El tercer punto es mirar lo que hacen las personas sobre la haz de la tierra, así como herir, matar ir al infierno; lo que hacen las tres divinas personas, obrando la santísima encarnación; y mirar a Nuestra Señora.»

Ver, oír, mirar: san Ignacio enseña a vivir la contemplación. No somos espectadores, sino actores. En la contemplación del nacimiento, nos dice el santo: «Haciéndome yo un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos (a Jesús, la Virgen y san José)… como si presente me hallase… Para que más le ame y le siga.»

San Ignacio expone gráficamente la degradación a la que había llegado el género humano. Lujuria, latrocinio, idolatría,… todos los vicios. Verdaderamente el mundo estaba en manos del diablo. La corrupción de las ideas sobre Dios, la mujer, el niño, el esclavo, hasta del mismo pueblo de Dios era horrible. Así vivían y así morían. El hombre se envilece cuando se aparta de Dios. Hoy como ayer el hombre sin Dios se va asemejando más y más a la bestia de los enemigos de la cruz de Cristo, San Pablo diría a los Filipenses; «El término de esos será la perdición, su dios es el vientre, y la confusión será la gloria de los que solo aprecian las cosa terrenas» (3, 19).

Dice san Ignacio que las tres divinas personas, en su trono de la divina majestad, miran toda la haz y redondez de la tierra y todas las gentes en tanta ceguedad, y como mueren y desciende al infierno. El salmo 14, 1-3, dice; «Al maestro de coro de David dice el necio en su corazón: «No hay Dios». Se han corrompido haciendo cosas abominables, no hay quien haga el bien. Se inclina Yahvé desde los cielos hacia los hijos de los hombres para ver si hay algún cuerdo que busque a Dios. Todos se han descarriado y a una se han corrompido, no hay quien haga el bien; no hay ni uno sólo». San Pablo le escribe lo mismo a los romanos (3, 10-12).

Bien castigó a la humanidad con el diluvio universal, porque «la tierra estaba toda corrompida ante Dios» (Gen. 6, 11). A Sodoma y Gomorra las arrasó por sus aberraciones sexuales con una lluvia de fuego y al pueblo de Israel lo castigó por una infidelidad con la cautividad.

Lo lógico sería un nuevo castigo de Dios, ante tanta corrupción e idolatría. Pero no fue así. Los caminos de Dios son inescrutables. Las tres divinas personas, movidas por su infinita misericordia, decretaron la redención del género humano. El Hijo se ofrece para reparar los pecados de los hombres y aplacar la justa ira de Dios Padre. Dios padre entrega a su Hijo por nuestro amor. «Cuando más abunda el pecado tanto más abunda la gracia» (Rom. 5,20). En el prólogo de su evangelio san Juan dice: «Al principio era el Verbo y el Verbo estaba en Dios… y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Jn. 1, 1-20).

En Nazaret, aldea ignorada de Galilea, vivía una niña hermosa, María, la llena de gracia, la Virgen santísima, la purísima, la Inmaculada. La Trinidad Santísima, que había decidido hacer redención, la miro complacida; las tres divinas personas la eligieron como Madre, Hija y Esposa. La pureza virginal de esta doncellita pobre, humilde y santa, arrancó de los cielos al mismo Hijo de Dios, para recibirlo en sus purísimas entrañas y hacerlo hijo suyo.

«He aquí la esclava del señor, hágase en mí según su palabra». Fiat. Ya se ha cumplido la promesa hecha por Dios a su pueblo hace más de setecientos años: «Una Virgen concebirá» y su hijo será Emmanuel, Dios con nosotros (Isaías 7, 14). En aquel instante la Virgen quedó hecha templo vivo del Hijo de Dios. Por la Encarnación Jesús se hace nuestro hermano, nuestro salvador, nuestro redentor, nuestro sumo sacerdote. Hay que llenar el corazón de agradecimiento por la infinita misericordia de Dios. Dios Padre entrega a Su Hijo por nuestro amor. El Hijo de Dios se hace hombre para arrebatar nuestros corazones. Amor con amor se paga. El Hijo de Dios se hizo hombre por mí. No lo olvidemos jamás.

Podemos empezar esta contemplación, enfocando la casita de Nazaret, y allí, absortos, ver el rostro de belleza celestial de nuestra madrecita. Si vemos su rostro pletórico de belleza y alegría, nuestros ojos se purificaran y no querrán mirar nunca nada que pueda manchar la pureza del alma.

En el coloquio podemos decirle a Dios Padre: «Hágase en mí según tu palabra». No según mi capricho, mi gusto, mis comodidades; ni según lo que diga el mundo, ¡Señor yo quiero cumplir siempre tu voluntad! ¡qué dignidad! ¡Hijo de Dios, hermano de Jesucristo, hijo de María santísima! Madrecita del alma querida, en mi pecho yo tengo para ti un altar.

P. Manuel Martínez Cano, mCR

 

La Voz de los sin Voz XLIII

15 martes Oct 2013

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adán, aficiones mundanas, beato juan pablo II, bien comun, ciudadanos, cobardía, comunismo, contracorriente, coraje, crímenes abominables, desidia, Dios, diosa mayoría, ecologismo, eva, feliz, Hitler, hombre democrático, iglesia catolica, inquisición española, leyenda negra, libre, madre naturaleza, moderantismo, mundo occidental, Patria, regenerar España, regenerar Hispanoamérica, religión pagana, salvación de las almas, santa teresa de jesús, seréis como dioses, soberanía del pueblo, Teresa con Jesús lo puede todo, Teresa sola no puede nada, tolerancia, tolerante

Pedro: Muchos hombres y mujeres han dejado de lado sus obligaciones ante Dios y la patria. Se han encerrado en sus intereses particulares y aficiones mundanas, sin preocuparse, lo más mínimo, por el bien común de sus países y la salvación de las almas.

Salomé: Sobre todo, han aceptado el sistema político dominante, especialmente la dogmatización de esta democracia aberrante, que se niega a aceptar cualquier ley superior a la que promulgue la “soberanía” del pueblo en sus parlamentos. ¿Llegará la ley de la matanza de los menores de 18 años?

Santiago: Lo peor de nuestros tiempos en política es el miedo, generado por la falta de coraje para ir contracorriente. La tolerancia y el moderantismo, frena la lucha y el combate por la verdad y acaba en la desidia y la cobardía. Con nuestra Santa Teresa de Jesús os digo: “Teresa sola no puede nada, Teresa con Jesús lo puede todo”.

Judit: El ecologismo delirante que respiramos por todas partes, tiene como principio fundamental: “el mayor enemigo de la Madre Naturaleza es el hombre”. De ahí sus campañas de reducción drástica de la población humana, en nombre del “derecho” de otras especies, animales o vegetales.

Pablo: Es la hipocresía de eso que llamamos el “mundo occidental”. El aborto es una pena de muerte para niños y niñas inocentes.

Rut: El “seréis como dioses” que el diablo prometió a Adán y Eva, ha llegado a su culminación en nuestra época: lo bueno se convierte en malo y lo malo en bueno porque así lo dice la “diosa mayoría”.

Andrés: La democracia ha traído a las naciones todas las libertades habidas y por haber. Ahí está la libertad de enseñanza en la que los decretos oficiales detallan por lo menudo que objetivos, conocimientos y ¡actitudes! que han de alcanzar los alumnos cada año. Decretos que deben cumplir la educación estatal y la privada.

María: Siguen en su urna de marfil, en sus despachos políticos, elaborando el nuevo hombre democrático, tolerante, libre y feliz; y se preguntan desconcertados como cada día, los ciudadanos son más egoístas, violentos y neuróticos. Y es que, la buena educación, la enseña la Iglesia Católica.

Mateo: Para regenerar España e Hispanoamérica, es necesario que todos lleguemos al conocimiento cabal y auténtico de nuestra historia: “Una obra sin par”,  como ha dicho el beato Juan Pablo ll

Sara: ¿Quién no ha leído los “crímenes abominables” cometidos por la Inquisición Española?, lanzados a los medios de comunicación por los creadores de la “leyenda negra”. Nadie quiere enterarse de los brutales crímenes del ateísmo organizado que, en setenta años, sólo el comunismo, asesinó a cien millones de ciudadanos honrados.

José: Y el nazismo fue una religión pagana, que siempre vio en el cristianismo el enemigo a destruir. Los nazis propugnaban acabar con los judíos y los cristianos al mismo tiempo. Hitler odiaba a la Iglesia Católica. Durante sus 12 años de terror, la persiguió implacablemente.

Magdalena: Lo políticamente correcto está ahí, y no hay quien lo toque, aunque reviente España. España tiene una de las presiones fiscales más altas, un IVA a la cultura al 21%, mientras el de las revistas pornográficas es del 4%; los salarios medios y las pensiones públicas de jubilación entre los más bajos. Y 17 gobiernos.

                                                                                                                                                Magdalena Presidenta

Imitación de Cristo XL: que debemos andar con verdad y humildad delante de Dios

15 martes Oct 2013

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alma, corazón, Dios, humildad, juicios de Dios, murmuraciones, pecados, sencillez, Verdad

Jesucristo.- 1. Hijo, anda delante de mí en verdad y búscame siempre con sencillez de corazón.

El que anda en mi presencia en verdad será defendido de los malos encuentros, y la Verdad lo librará de los engañadores y de las murmuraciones de los malvados.
Si la Verdad te librare, serás verdaderamente libre y no cuidarás de las vanas palabras de los hombres.
El Alma.- Verdad es, Señor. Como tú dices, así te suplico que lo hagas conmigo. Enséñame tu verdad, y ella me guarde y me conserve hasta alcanzar mi salvación.
Ella me libre de toda mala afición y amor desordenado, y andaré contigo en gran libertad de corazón.

Jesucristo.- 2. Yo te enseñaré -dice la Verdad- lo que es recto y agradable delante de mí. Piensa en tus pecados con gran descontento y tristeza, y nunca te juzgues ser algo por tus buenas obras.
En verdad eres pecador, sujeto y enredado en muchas pasiones.
De ti siempre vas a la nada; presto caes, presto eres vencido, presto te turbas y presto desfalleces.
Nada tienes de que puedas alabarte, pero mucho de que humillarte, porque eres más flaco de lo que puedes pensar.

3. Por eso no te parezca gran cosa alguna de cuantas haces.
Nada tengas por grande, nada por precioso y admirable; nada estimes por digno de reputación, nada por alto, nada por verdaderamente de alabar y codiciar, sino lo que es eterno.
Agrádete sobre todas las cosas la Verdad eterna y desagrádete siempre, sobre todo, tu grandísima vileza.
Nada temas, ni desprecies, ni huyas tanto como tus vicios y pecados, los cuales te deben desagradar más que todos los daños del mundo.
Algunos no andan sencillamente en mi presencia, sino que, guiados de cierta curiosidad y arrogancia, quieren saber mis secretos y entender las cosas altas de Dios, no cuidando de sí mismos ni de su salvación.
Estos muchas veces caen en grandes tentaciones y pecados, por su soberbia y curiosidad, porque yo les soy contrario.

4. Teme los juicios de Dios; espántate de la ira del Omnipotente, y no quieras escudriñar las obras del Altísimo, sino examina tus maldades, en cuántas cosas pecaste y cuántas buenas obras dejaste por negligencia.
Algunos tienen su devoción solamente en los libros; otros, en las imágenes, y otros, en señales y figuras exteriores.
Algunos me traen en la boca, pero pocos en el corazón.
Hay otros que, alumbrado el entendimiento y purificado el afecto, suspiran siempre por las cosas eternas; oyen con pena las terrenas y con dolor sirven a las necesidades de la naturaleza; y estos sienten lo que habla en ellos el Espíritu de la Verdad, porque les enseña a despreciar lo terreno y amar lo celestial, aborrecer el mundo y desear el cielo de día y de noche.

Imitación de Cristo XXXVIII (38): Que las palabras de Dios se deben oír con humildad y muchos no las consideran como deben

02 miércoles Oct 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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apetito, beneplácito divino, carne, ciencia, Dios, espíritu y vida, filósofos, humildad, Imitación de Cristo, ley, mundo, palabras, perezoso, ponderar, profetas, quejumbroso, razón humana, siervo

Jesucristo.- 1. Oye, hijo, mis palabras, palabras suavísimas, que exceden toda la ciencia de los filósofos y sabios de este mundo. «Mis palabras son espíritu y vida» (Jn 6,64) y no se pueden ponderar por la razón humana. No se deben traer para vana complacencia sino oírse en silencio y recibirse con toda humildad y grande afecto. El Alma.- Y dije yo: «Bienaventurado aquel a quien tú, Señor, instruyeres, y a quien mostrares tu ley, porque lo guardes de los días malos» (Sal 93,12), y no sea desamparado en la tierra.

Jesucristo.- 2. Yo -dice Dios- enseñé a los profetas desde el principio, y no ceso de hablar a todos hasta ahora; pero muchos son duros y sordos a mi voz. Muchos oyen con más gusto al mundo que a Dios, y más fácilmente siguen el apetito de su carne que el beneplácito divino. El mundo promete cosas temporales y pequeñas, y con todo eso le sirven con grande ansia. Yo prometo cosas grandes y eternas, y entorpécense los corazones de los mortales. ¿Quién me sirve a mí y obedece en todo con tanto cuidado como al mundo y a sus señores se sirve? «Avergüénzate Sidón, dice el mar» (Is 23,4). Y si preguntas la causa, oye el porqué.

3. Por un pequeño beneficio van los hombres largo camino, y por la vida eterna, con dificultad muchos levantan una vez el pie del suelo. Buscan los hombres viles ganancias; por una moneda pleitean a las veces torpemente; por cosas vanas, y por una corta promesa, no temen fatigarse de día y de noche. Mas, ¡oh vergüenza!, que emperezan de fatigarse un poco por el bien que no se muda, por el galardón que inestimable y por la suma gloria sin fin. Avergüénzate, pues, siervo perezoso y quejumbroso, de que aquellos se hallen más dispuestos para la perdición que tú para la vida. Alégranse ellos más por la vanidad que tú por la verdad. Porque algunas veces les miente su esperanza; pero mi promesa a nadie engaña, ni deja frustrado al que confía en mí. Daré lo que he prometido, cumpliré lo que he dicho, si alguno perseverare fiel en mi amor hasta el fin. Yo soy remunerador de todos los buenos y fuerte examinador de todos los devotos.

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