Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

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El Pecado de Adán y Eva

02 jueves May 2013

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El segundo: hacer otro tanto, es a saber, traer las tres potencias sobre el pecado de Adán y Eva; trayendo a la memoria pecado de adan y evacómo por el tal pecado hicieron tanto tiempo penitencia, y quánta corrupción vino en el género humano, andando tantas gentes para el infierno. Digo traer a la memoria el 2º pecado, de nuestros padres, cómo después que Adán fue criado en el campo damaceno, y puesto en el paraíso terrenal, y Eva ser criada de su costilla, siendo vedados que no comiesen del árbol de la sciencia, y ellos comiendo, y asimismo pecando, y después vestidos de túnicas pellíceas, y lanzados del paraíso, vivieron sin la justicia original, que habían perdido, toda su vida en muchos trabajos y mucha penitencia; y consequenter discurrir con el entendimiento más particularmente, usando de la voluntad como está dicho.

Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Yavé Dios, dijo a la mujer: “¿Conque os ha mandado Dios que no comáis de los árboles del paraíso”?. Y respondió la mujer a la serpiente “Del fruto de los árboles del paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir”. Y dijo la serpiente a la mujer “No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”. Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él la sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio de él también a su marido, que también con ella comió. Abriéronse los ojos de ambos, y viendo que estaban desnudos, cosieron una hojas de higuera y se hicieron unos cinturones.  Oyeron a Yavé Dios, que se paseaba por el jardín al fresco del día, y se escondieron de Yavé Dios el hombre y su mujer, en medio de la arboleda del jardín.

El Papa Benedicto XVI dijo que en nuestro tiempo se habla muy poco del pecado. Los santos sí predicaban y escribían mucho sobre el pecado. San Juan de Ávila: “¿Por qué ofendes a Dios y le haces combate con las piedras suyas? Diote sentidos, ojos, oídos, gusto, manos, pies, con que le sirvieses y le honrases y con todo ello le ofendes”. “¡Oh pecado! ¿Quién no se espantará de ti, de que puedas tornar a Dios de manso en airado, de amoroso en  aborrecedor, y que envíe al infierno y para siempre castigo a quien creó a su imagen y semejanza, y a quién había tomado por hijo y prometido la herencia del Cielo? ¿Quién habrá que no te aborrezca?”

Adán y Eva fueron creados por Dios en estado de santidad y justicia, perfectos. Les concedió los dones preternaturales que perfeccionan la naturaleza, sin elevarla al orden sobrenatural, pero si sobre lo que de suyo exige la naturaleza humana: ciencia infusa, inmoralidad corporal, inmunidad de concupiscencia (dominio de las pasiones), inmunidad de dolores y achaques corporales. Y, sobre todo, les concedió la gracia santificante, que es un don absolutamente sobrenatural, que les hizo participes de la naturaleza divina.

Por el pecado original, Adán y Eva perdieron los dones preternaturales; perdieron la santidad y justicia en que habían sido creados. Perdieron el don de integridad: “viendo que estaban desnudos” (Gen. 3, 7); el don de inmortalidad:”Hasta que vuelvas a la Tierra, pues de ella has sido tomada, ya que polvo eres y al polvo volverás” (Gen. 3,9); el don de impasibilidad: “Multiplicaré los trabajos de tus preñeces, parirás con dolor tus hijos” (Gen 3,16); “comerás el pan con el sudor de tu frente” (Gen. 3,19) “Y le arrojó Dios, Yavé, del jardín de Edén…Expulsó a Adán…” (Gen 3,23-24).

Adán y Eva perdieron la gracia santificante, que solo se pierde por el pecado mortal. Todos los descendientes de nuestros primeros padres nacemos con el pecado original, privados de la gracia santificante y demás dones sobrenaturales. Los Santos Padres nos dicen que el pecado de Adán fue el más grande de todos los pecados porque es el de más graves consecuencias, tanto para Adán y Eva, como para sus descendientes, ya que con el pecado original, también perdimos nosotros la justicia y la santidad.

Satanás que odia a Dios y a los hombres y mujeres hechos a su imagen y semejanza, anda en torno nuestro mirando a quién devorar. Eva se dejo llevar por la curiosidad: el fruto prohibido “era muy hermoso a los ojos” (Gr 3,8). La vanidad de Eva, alagada con el “seréis como dioses”, le hizo alargar la mano; su sensualidad, excitada por el suave gusto de lo prohibido, le hizo caer. Y Adán, por complacer a su esposa, también desobedeció a Dios ¡Cuántas almas caen por los mismos pasos! Debemos refrenar nuestra curiosidad, fundarnos en humildad, mortificar nuestra sensualidad y jamás estar ociosos, aprovechando siempre el tiempo en la oración, el apostolado, los trabajos…

“La tentación nunca nos coge tan flacos como cuando estamos ociosos… No dejéis que se entretenga vuestro espíritu en pensamientos varios e inútiles; si se acostumbra a estos, luego pasará más allá, deteniéndose en los malos y nocivos” (San Francisco de Sales). Y nuestro doctor de la iglesia, san Juan de Ávila, nos advierte: “Combates tendréis y no pequeños, porque nuestros enemigos son muchos y muy crueles, por tanto no os descuidéis; si no, luego sois perdidos. Si los que velan aún tienen trabajo en guardarse, qué pensáis será de los descuidados, sino ser vencidos”. “Un santo nos dice que el hombre que se cree a sí mismo no ha menester demonio que lo tiente, que él es demonio para sí”.

Beata María Pilar Izquierdo: “Las tentaciones son como el abono que hace producir las flores más hermosas de las virtudes. Cada vez que se resiste una tentación se hace un acto de virtud consolidándose más el alma. ¡Oh!, que hermosos ramilletes de mil variadas flores podría ofrecer cada noche a Jesús después de un día de lucha y fidelidad”. “Las tribulaciones, las tentaciones, todo hay que bendecirlo, porque de esos males se sacan grandes bienes”. Nuestra doctora de la Iglesia, santa Teresa de Jesús, dice: “Son tantas veces las que esos malditos demonios me atormentan, y tan poco el miedo que yo los he, con ver que no pueden menear si el Señor no les da licencia… Sepan que cada vez se nos da poco de ellos quedan con menos fuerza y el alma muy mas señora… Porque son nada sus fuerzas si no ven almas rendidas a ellos y cobardes que aquí muestran ellos su poder”.

La tentación sólo puede incitar a pecar, pero nunca nos puede obligar a pecar, porque la voluntad permanece siempre dueña de su libertad. La tentación es pecado, no cuando la sentimos, sino cuando voluntariamente la consentimos. Las tentaciones se vencen con la frecuencia de los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia; con la oración y la mortificación de los sentidos; con la agregación del entendimiento y de la voluntad; con la huida de las ocasiones de pecar y, sobre todo, con la devoción a la Santísima Virgen. Estamos en buenas manos, estamos en el Corazón divino de nuestro Salvador, Jesucristo: “Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, antes dispondrá con la tentación el éxito para que podáis resistirla” (1 Cor 10,15).

“¡Cuanta corrupción vino al género humano andando tantas almas al infierno!” (san Ignacio). Y en mi alma ¿qué ha ocurrido? En el bautismo fuimos adornados por la gracia de Dios, las virtudes infusas, los dones del Espíritu Santo, hechos hijos de Dios, herederos del Cielo y templos vivos de la Santísima Trinidad. Y si pecamos, lo perdemos todo. Nuestros primeros padres pecaron una sola vez, yo tantas veces ¿qué penas no he merecido yo? ¿Cómo es la fealdad de mi alma con tantos pecados manchada? Yo soy mayor culpable que Adán y Eva, merezco mayor castigo. Y, sin embargo, la Misericordia divina ha purificado mi alma y vive en ella. Misterio insondable del amor de Dios a sus criaturas.

Catecismo Social IV

13 miércoles Mar 2013

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1, 1 Juan, 10, 17, 19, 26, 28, 3, 43, abstracción, adorar, alma, amor, apasionado, aristóteles, artes, ateísmo, atracción, avalado, último término, única, ¿Cómo es Dios?, ¿Cómo es el alma?, ¿Cómo somos los hombres?, ¿Qué aprovecha el hombre ganar el mundo entero, ¿Qué entendemos por alma?, Bautismo, bienes naturales, blasfemia, bueno, captar, castigo, catecismo social, comer, compuesta, con, conceptos inmateriales, concupisciente, consecuencias del pecado original, consentimiento de todos los tiempos, convicción irrefutable, cosas, cristiano, cultura, cumplir perfectamente nuestros deberes, del hombre, deporte, desdichados, desgracia del hombre, Dios, divertirse, divinizarse, En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso, encarnación, entendemos, espiritual, espiritualidad, evangelista, evolución y plenitud de la vida sobrenatural, existir, felicidad, felicidad inmortal del alma, fin de la vida humana, freno para el progreso humano, gracia, gracia santificante, guarda los Mandamientos, hijos de Dios, hombre, hombre libre, ignorante, indeferentismo, infaliblemente, inmortalidad, intelectual, inteligencia humana, interior, investigación, investigar, jesucristo, justicia, justo, liberalismo, libertad, libertad perfectible, lo que se divide, lo que se mide, lo que se pesa, loq ue se toca, Lucas 23, Lutero, Mateo, MAteo 16, materia, meritoriamente, migajas, MIrad qué amor más entrañable nos ha manifestado el Padre, miserias, movemos, Mt.X, muerte del cuerpo, mundo, naturaleza, no somos buenos, no somos malos, no temáis a los que matan el cuerpo, nos, nosotros mismos, nuestras luchas, obrar racionalmente, omnipotente, participación de la vida divina, pensar, pero el alma no la pueden matar, pesimistas, pide, planos, por encima de todo, por la gracia, postulados, prójimos, premio, pues ha querido que nos llamáramos hijos de Dios y lo somos en efecto, pura, querer, razón recta, realidad, Redención, Rousseau, sabio, sacramento, san Juan, secreto radical, sensible, sentimos, sentir, separación de alma y cuerpo, si pierde su alma?, si quieres entrar en la vida, simplicidad, simplicidad del alma, sinrazón, soporte de todo el hombre, superior a cualquier tentación, sustancialidad, talla divina, taller donde se lucha y se alcanza, te´cnica, textos evangélicos, todos, todos los pueblos, trabajar, trabajo, unicidad, unida al cuerpo, unidad de operación, unidad de ser, universo, víctima, vicios, vida natural, vida sobrenatural, vida vegetal, vivimos

7 -¿Qué entendemos por alma? El alma es, según Aristóteles «aquello por lo cual en último término, la fotovivimos, sentimos, nos movemos y entendemos». O sea, el alma es lo que nos hace obrar racionalmente, así como sentir, pensar, querer y querer con libertad. El alma es lo que da unidad de ser y de operación. El secreto radical del pensar y del existir. Y el alma está unida al cuerpo en todos los planos de la naturaleza y de la gracia. Por esto el hombre necesita comer y trabajar, divertirse e investigar, pero también pensar, y mediante todo este conjunto divinizarse por la gracia que nos alcanzó Jesucristo con su Redención.

8 ¿Cómo es el alma?

El alma goza de unicidad, sustancialidad, espiritualidad, simplicidad e inmortalidad. Es única porque rige toda la vida vegetal, sensible, intelectual del hombre. Es sustancial porque es el soporte de todo el hombre. La separación de alma y cuerpo, produce la muerte del cuerpo. Y el alma es espiritual, o sea, es capaz de la abstracción, de captar conceptos inmateriales, de sentir la atracción por lo que está por encima de todo el universo. Esto reclama la simplicidad del alma, que no puede estar compuesta de lo que se pesa, de lo que se mide, de lo que se toca, de lo que se divide. Y explica que el alma debe ser inmortal. El fondo más profundo del hombre reclama la felicidad, el premio, el castigo, la justicia. Estos postulados exigen la inmortalidad del alma. De otra suerte Dios no sería ni bueno, ni omnipotente, ni sabio, ni justo. Imaginar esto, es pura blasfemia. Y lo que la inteligencia humana toca como infaliblemente reclamado por su propio ser, y esto avalado por el consentimiento de todos los tiempos y de todos los pueblos con una convicción irrefutable, maravillosamente responde a la realidad. Jesucristo, en su Encarnación, vino para que los hombres se hicieran dignos de la felicidad inmortal del alma. Recordemos estos textos evangélicos: «No temáis a los que matan el cuerpo, pero el alma no la pueden matar> (Mt. X, 28). «Si quieres entrar en la vida, guarda los Mandamientos» (Mt. XIX, 17). «¿Qué aprovecha al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?» (Mt. XVI, 26). «En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc, XXIII, 43).

9 ¿ Cómo somos los hombres y cómo es Dios?

Los hombres no somos buenos, como enseñan Rousseau y el liberalismo. Los hombres no somos malos, como afirman Lutero y todos los pesimistas. El hombre es libre, víctima de consecuencias del pecado original que le hacen ignorante, apasionado, concupiscente, pero que con la razón recta y, sobre todo, con la gracia, es superior a cualquier tentación. Ni esencialmente bueno, ni fatalmente malo. Sino dotado de una libertad perfectible y guiada para liberarnos meritoriamente de nuestras luchas y así cumplir perfectamente nuestros deberes con Dios, el prójimo y nosotros mismos. Y Dios, ¿cómo es? Dios es infinitamente Amor. Lo más cierto y claro que podemos decir de Dios es esto: ¡Qué bueno es Dios! Dios me ama. Cuando nos convencemos de esto, dichosamente nos enamoramos de Dios. Y ya en esta vida participamos de migajas de verdadera felicidad. Y el que ama a Dios le adora, le da gracias, le pide, se arrepiente de sus pecados. La desgracia del hombre es enamorarse de sus vicios, de sus miserias, de las cosas, de la materia. Entonces nos convertimos en unos desdichados que vamos vagabundeando por el laberinto de la sinrazón. No basta saber que existe Dios. Hay que enterarse de que Dios nos ama a cada uno personalmente con amor infinito. Y, oportunamente, tenemos la clave de todos los problemas. Porque amar a Dios alegra y pacifica nuestro interior. Así como el ateísmo y el indiferentismo sólo producen oscuridades, mala conciencia y amarguras.

10 En definitiva, ¿cuál es el fin de la vida humana?

Al hombre, además de haberle dado la vida natural, Dios le ha elevado a la vida sobrenatural. Esta maravilla se realiza en el sacramento del Bautismo. Aquí podemos recordar lo que nos dice el evangelista San Juan: «Mirad qué amor más entrañable nos ha manifestado el Padre, pues ha querido que nos llamáramos hijos de Dios y lo somos en efecto» (1 Jn., III, 1). Por eso el cristiano, al mismo tiempo que desarrolla los bienes naturales -la cultura, la técnica, el trabajo, las artes, el deporte, la investigación-, pone su acento en la evolución y plenitud de la vida sobrenatural. Esta no es un freno para el progreso humano, en su sentido verdadero, sino la que le da una trascendencia por encima de toda cortedad temporal y transitorio quehacer. Con la gracia santificante -participación de la vida divina- nos convertimos en hijos de Dios. Y el mundo es el taller en donde se lucha y se alcanza esta talla divina de nuestra existencia.

Catecismo Social II

27 miércoles Feb 2013

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Primera Parte

1. EL PRIMER PROBLEMA

 1 -¿ Qué es el hombre?

Hacemos nuestra la respuesta de Aristóteles: «El hombre, animal racional.» Y esta definición, iluminada por el cristianismo, nos lleva a conocer que el hombre. animal racional, ha sido redimido por Jesucristo, llamado a la unión divina por la gracia santificante y destinado a gozar de Dios eternamente.

2 -¿Admiten todos esta definición del hombre?

No, para algunos el hombre continúa siendo un extraño, un desconocido, un absurdo. Son las falsas filosofías que sintetizamos de esta manera: para Platón, el hombre es sólo una apariencia sensible, en contínuo itinerario hacia las ideas eternas. Para Descartes, el alma convive con el cuerpo como un espíritu que utiliza el cuerpo, al estilo de una herramienta, de una máquina. Entonces el hombre se divide en un dualismo que provoca en unos el subjetivismo y en otros el materialismo. Para el marxismo, el hombre es mera materia y lo único importante es lo temporal y lo económico. Para el existencialista, sólo la desesperación y la náusea trágicamente se combinan en el vivir, tras las guerras y campos de concentración de los tiempos modernos. Para el Evangelio, a la luz de la fe, el hombre es la síntesis de todos los valores materiales y espirituales, y tiene en Cristo, verdadero Dios y Hombre, su verdad, su camino y su vida. Y así el hombre queda unido a Dios y a los demás, dentro del plan providencial.

3 -¿Qué es lo más importante para el hombre?

Sencillamente, encontrar la verdad. ¿Cómo se encuentra la verdad? Aceptando la realidad de las cosas. Cuando se ajusta nuestro pensamiento a lo que existe fuera de nosotros, entonces encontramos lo que efectivamente existe. La verdad no son imaginaciones, cosas ficticias. La verdad nos hace experimentar lo que decía el músico César Franck, ponderando una melodía suya: «No la he hecho, ni escrito. La he encontrado». 

4 -¿Cuáles son las cuestiones fundamentales para todo hombre?

Para todo hombre, de la época, cultura, clase, situación, edad que sean, hay tres preguntas sin las cuales todo se convierte en un callejón sin salida al no contestarlas debidamente: ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por qué vivo? Es tremendo que Buda pudiera decir: «No logré mi objetivo». Que Jean Paul Sartre, en «Life», declarara: «Desde hace más o menos diez años he despertado de un largo, amargo y dulce sueño. Veo claramente y con plena sobriedad la realidad y no sé qué hacer con mi vida. He pisoteado y desechado al Espíritu Santo, sólo me queda el coraje de un desesperado». Que Ernest Hemingway confesara: «Mi vida se ha convertido en una senda oscura que no conduce a ninguna parte, siempre la nada y el vacío; una vida oscura y sin meta alguna. Un vacío sin fin». Que Miguel de Unamuno proclamara: «No me someto a la razón y me rebelo contra ella». De ahí que todo hombre ha de plantearse y resolver las tres preguntas más importantes de nuestra existencia y de nuestra eternidad.

5 -¿Podemos conocer de dónde venimos?

Tenemos la razón. Y, sobre todo, la fe. La razón, rectamente utilizada, nos lleva a Dios. Y la fe amplía, certifica y nos ilumina con certeza imbatible acerca de esas grandes verdades. La existencia de Dios es una conclusión lógica del examen de todo lo que nos rodea y conocemos. Del efecto a la causa, de lo visible a lo invisible, de lo mutable a lo inmutable, de lo contingente al Ser necesario, son pasos que lógicamente se alcanzan cuando funciona la inteligencia honradamente. Y entonces se llega a captar, por la fe, la propia definición dada por Dios sobre su Ser y Existencia: «yo soy el que soy». Esto, es un raciocinio contundente, pues el hombre contempla todos los movimientos de la naturaleza, de su propio interior, y esto exige la existencia del primer Ser. Entonces, el cosmos, que es limitado y finito, nos hace volar hasta la claridad de Dios, Acto puro, cuyo Pensamiento, Amor y Acción, se funden en la Trinidad, a cuyo misterio de felicidad inagotable estamos llamados. Como dice Santo Tomás de Aquino: «La visión de la Trinidad: he aquí el fruto sabroso y fin de toda la vida humana».

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