La semana pasada, les contaba la labor apostólica extraordinaria desarrollada por las Misioneras de las Doctrinas Rurales en un barrio marginal de una ciudad del sureste de España. El último día de la Misión Popular, una piadosa mujer me regalo el libro “Francisco, el Nuevo Juan XXIII”. Leí sólo unas páginas con párrafos, que parecían oler a infierno.

Por ejemplo: “Un continente vivo (América española), con una Iglesia mucho más dinámica y abierta a los gozos y las esperanzas de la humanidad sufriente. La cuna de la Teología de la Liberación, injustamente condenada por los dos pontificados anteriores”; “Y es que la Iglesia latinoamericana es una Iglesia de mártires y del pueblo. Una iglesia que, como decíamos ha sido maltratada en numerosas ocasiones por el anquilosado aparato romano. Jon Sobrino, Leonardo Boff o Irene Guevara, fueron algunas de las víctimas de Juan Pablo II, y por extensión de Joseph Ratzinger”.

Pues ya lo sabemos, la Iglesia de Cristo condena injustamente a la Teología de la Liberación marxista. Yo tengo muy buenos amigos misioneros en Hispanoamérica que dicen exactamente todo lo contrario que los autores del libro, que se han otorgado autoridad para proclamar quiénes son los mártires de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

Mis diarias obligaciones, me han impedido leer todo el libro. Y, como no conozco a sus autores pedí información a un buen amigo periodista. Me ha dicho que José Manuel Vidal es un sacerdote secularizado, hace muchos años, de la diócesis de Orense. Está casado y tiene dos hijas. Es director de una página digital muy leída. El coautor es Jesús Bastante. Un joven periodista, que estuvo de responsable de la información religiosa de ABC. Los dos son muy inteligentes, mas Vidal que Bastante. Focio, Lutero y muchos herejes fueron muy inteligentes. La experiencia me ha enseñado que hay casos que sólo la oración y el sacrificio pueden solucionarlos. Lo dijo la Virgen María en Fátima.

En una entrevista al entonces arzobispo de Santiago, Cardenal Bergoglio, los periodistas le preguntaron: “¿considera que hubo teólogos de la liberación que equivocaron el camino?. Respuesta: Desviaciones hubo. Pero también hubo miles de agentes pastorales, sean sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, maduros y viejos, que se comprometieron como lo quiere la Iglesia y constituyen el honor de nuestra obra, son fuente de nuestro gozo. El peligro de una infiltración ideológica fue desapareciendo en la medida en que fue creciendo la conciencia sobre una riqueza muy grande de nuestro pueblo: la piedad popular”. ¿Sorprendidos, autores del libro? La piedad popular, el evangelio de los pobres, es exactamente lo que viven y predican mis amigos misioneros en Hispanoamérica.

P. Manuel Martínez Cano mCR