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No quiero omitir el texto, aunque sea parcialmente, de la oración a la Virgen María que por el Caudillo se rezaba en la zona nacional, y que pone de relieve la adhesión y el afecto por Franco que sentían los católicos españoles. En ella se pedía por «el generalísimo, que sobre sí (había) echado (la) responsabilidad gloriosa de liberar nuestra Patria», rogando al Señor que «sea amado por (Ella) con predilección, consiguiéndole de Jesús luz y vida e inspiración para regir a la Patria y llevarnos hasta la paz y esplendor con que quiere verla rodeada».
Recordando a Franco escribí este soneto:
España sumergida en un barranco dolorosa, atontada, malherida, clamaba a Dios y al Cielo por su vida:
una llaga con pus en cada flanco.
Roto su espíritu maltrecho y manco, su débil corazón en decaída, obnubilada, torpe y confundida, muy fácil era rematar el blanco.
‘»Pero una espada del mejor acero, alzada por la mano de un guerrero, sacó a la Patria de tan sucio estanco, lodazal de basura, estercolero.
¡Te puso, España, en el buen sendero! ¡Dale las gracias a Francisco Franco!
José María Muñoz Sánchez