Lo ha dicho el Santo Padre Francisco: “Son millones los menores, en su mayoría niñas, víctimas de esta forma oculta de explotación que comporta a menudo también abusos, maltrato y discriminación ¡Esta es una verdadera esclavitud!”. Esclavitud de los cuerpos y de las almas en países cuyos políticos vocean por todos los medios a su alcance la defensa de los derechos humanos ¡hipócritas! Me he enterado, bastantes días después, de la amonestación a los Jóvenes de San José para que dejen de repartir comida, ropa y mantas a los indigentes que mal viven en las calles de Barcelona. Porque esa actividad da una mala imagen de la ciudad. La realidad no existe, lo que importa es la imagen, la falsedad, la hipocresía política.

El Papa sigue diciendo: “Deseo vivamente que la comunidad internacional pueda poner en marcha acciones aún más eficaces para afrontar esta auténtica plaga… Todos los niños deben poder jugar, estudiar, orar y crecer en la propia familia, en un contexto armónico, de amor y de seguridad. Esta gente, en vez de dejarlos jugar, los hace esclavos.” Esclavos de una ateocracia que desprecia la ley de Dios y fomenta toda clase de vicios y pecados. Tres millones de niños mueren cada año por falta de una alimentación adecuada. Tres millones de vidas de niños inocentes, que  podrían seguir viviendo, con sólo lo que gasta en publicidad una multinacional cada año. ¡Maldito capitalismo salvaje!

El año 2008 se registraron unos 215 millones de niños trabajadores en el mundo, de ellos 115 millones expuestos a las peores formas de trabajo infantil: esclavitud, trabajos forzados, prostitución, drogas, incluso obligados a participar como soldados en guerras. Y yo me pregunto; qué hacen los endiosados políticos? ; ¿la ONU? La Iglesia en España atendió el 2011 a 4,3 millones de personas pobres en sus 7.743 centros asistenciales. Una actividad evangelizadora y socio-caritativa valorada en unos 1.957 millones de euros. Y no faltan los políticos que atacan a la Iglesia miserablemente. Nuestra “venganza” contra esos enemigos declarados, como ha dicho el Sumo Pontífice Francisco, es: “Recen por sus enemigos, por aquellos que les persiguen. ¡Recen! Y díganle a Dios: cámbiale el corazón, tiene un corazón de piedra, pero cámbialo, dale un corazón de carne, que sienta el bien y amen”.

Esclavitud física, sicológica, intelectual, moral. Sólo la Iglesia, con la cooperación de los Estados, tiene los medios morales y sobrenaturales para liberar al hombre moderno de tantas esclavitudes antihumanas. Sólo Cristo libera al hombre y lo hace persona e hijo de Dios.

P. Manuel Martínez Cano mCR