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Catecismo Social XXXV: Liberalismo, Capitalismo Y Supercapitalismo II

15 martes Oct 2013

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5 -La Iglesia, ¿ha condenado el capitalismo liberal?

La Iglesia propugna la propiedad privada, como garantía de la libertad y dignidad. Pero la Iglesia ha condenado catecismo socialseveramente, no el régimen de capital y trabajo, sino la concentración del dinero en pocas manos, producido por la usura más criminal. Pío XI, reflejando lo que León XIII había ya apuntado contra el capitalismo liberal, escribe en la «Quadragesimo anno»: «Salta a los ojos de todos, en primer lugar, que en nuestros tiempos no sólo se acumulan riquezas, sino que también se acumula una descomunal y tiránica potencia económica en manos de unos pocos, que la mayor parte de las veces no son dueños, sino sólo custodios y administradores de una riqueza en depósito, que ellos manejan a su voluntad y arbitrio. Dominio ejercido de la manera más tiránica por aquellos que, teniendo en sus manos el dinero y dominando sobre él, se apoderan también de las finanzas y señorean sobre el crédito, y por esta razón administran, diríase, la sangre de que vive toda la economía y tienen en sus manos así como el alma de la misma, de tal modo que nadie puede ni aun respirar contra su voluntad». (39).

 

 

6 -Los otros Papas, ¿tienen este lenguaje condenatorio del capitalismo liberal?

Basta hojear el magisterio pontificio. Pío XII dice: «Vemos, de una parte, cómo ingentes riquezas dominan la economía privada y pública, y a menudo también la actividad civil; la otra, la innumerable multitud de quienes, privados de toda directa o indirecta seguridad de vida, no tienen ya interés por los verdaderos y altos valores del espíritu y se cierran a las aspiraciones hacia una genuina libertad» (l-IX-1944).y en otra ocasión, hablaba así acusando a ciertos católicos: «Otros se muestran no menos timoratos e indecisos frente a ese sistema económico que se conoce con el nombre de capitalismo, cuyas graves consecuencias la Iglesia no ha dejado de denunciar. La Iglesia, en efecto, ha señalado no sólo los abusos del capital y del mismo derecho de propiedad que tal sistema promueve y defiende, sino que ha enseñado también que el capital y la sociedad deben ser instrumentos de la producción para provecho de toda la sociedad y medios de apoyo y de defensa de la libertad y dignidad de la persona humana» (23-IX-1950). Juan XXIII, en la «Mater et Magistra», nos dice: «Si el funcionamiento y las estructuras económicas de un sistema productivo ponen en peligro la dignidad humana del trabajador, o debilitan su sentido de responsabilidad, o le impiden la libre expresión de su iniciativa propia, hay que afirmar que este orden económico es injusto aun en el caso de que, por hipótesis, la riqueza producida en él alcance un alto nivel y se distribuya según criterios de justicia y equidad» (83). Y Pablo VI taxativamente afirma: «¡Debe de haber algo profundamente equivocado, radicalmente insuficiente en el sistema mismo, cuando da origen a semejantes reacciones sociales!» (8-VI-1964).O sea, la Iglesia que proclama que la propiedad es de derecho natural, condena «el sistema mismo», que aniquila la propiedad de muchos y la concentra en pocas manos. Lo que es lo mismo, la Iglesia condena el capitalismo como concentración injusta de la propiedad en unos cuantos. Porque este capitalismo no tiene nada que ver con la civilización católica. Es el hijo legítimo del protestantismo, que con la doctrina calvinista predicaba la predestinación para los que tienen abundancia de riquezas. y es cosa sabida que la Iglesia católica fue la que más se opuso a la doctrina del interés del dinero, entendido como usura, tantas veces condenada en la Sagrada Escritura, y que solamente se acepta por títulos externos, justos y proporcionados. Otra cosa es que los católicos hayan sido fieles a la doctrina social de la Iglesia. Pío XI, en la «Divini Redemptoris», lamentaba «la pesada herencia de los errores de un régimen económico injusto que ha ejercitado su ruinoso influjo durante varias generaciones» (SO). El ideal social de la Iglesia es la difusión de la propiedad, de la que es enemigo el capitalismo liberal y el supercapitalismo. «El derecho a poseer una parte de bienes suficientes para sí mismos y para sus familias es un derecho que a todos corresponde» «<Gaudiumet Spes», 69), nos dice el Vaticano II. Y a esta propiedad difundida, en que efectivamente muchos participan, se oponen el capitalismo liberal y el marxismo. Solamente la limitación del arrendamiento -negación y abuso en muchos casos, de la propiedad privada-, la justicia social y la práctica de la limosna o magnificencia, según los módulos de la moral, lo pueden lograr.

 

Catecismo Social XXX: Educación, Enseñanza y Liberalismo III

12 jueves Sep 2013

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catecismo social, chicago, Divino Maestro, educación, enseñanza, liberalismo, naciones

17 -No parece éste el criterio de las naciones más progresivas

Si nos referimos a los Estados Unidos, es verdad que allí se preconiza la coeducación. Pero, el fracaso es sensacional. La conocida etnóloga y antropóloga Margaret Mead, en su libro «Hombre y mujer», refiriéndose a la experiencia americana, afirma: «Cada vez se deshacen en fecha más temprana los vínculos de amistad que unían a los adolescentes del mismo sexo, para sustituirlos por las dates, que comienzan antes de la pubertad. En una edad en que los muchachos, según los datos comparativos que poseemos, se encuentran todavía incapacitados para ello, los vemos ya metidos en una vida en la que tratan de imitar el comportamiento sexual de los mayores … Con los juegos eróticos del petting y del Necking, iniciados desde las clases de séptima y sexta de la escuela, ponemos a nuestros chicos en situaciones francamente intolerables y clamamos al cielo cuando se produce lo que es moralmente inevitable » (páginas 202 y 207).

 

18 -No obstante, se persevera en la coeducación.

Sí, se persevera en los Estados Unidos y en muchos países inclinados en la pendiente de la descristianización programada. Pero, prácticamente, no sirve. En Rusia, por una ley del 25 de agosto de 1943, se abolió la coeducación implantada allí por el comunismo en 1917. Las razones soviéticas de la supresión coeducativa, no se basan en motivos religiosos, sino eminentemente prácticos. Un profesor de la Universidad de Chicago, W. C. Bagley, en la revista «School and Isociety», escribe comentando la medida soviética sobre este aspecto, comparada con la americana: «La educación americana se gloría de adoptar frente a sus problemas una actitud netamente científica. La política americana de la educación durante la adolescencia, ¿no tendría necesidad urgente de una seria revisión? Lo cierto es que la sabiduría de esa política coeducativa no se ha fundado nunca entre nosotros en la menor investigación científica» (página 152). En realidad la coeducación tiene el inconveniente insalvable señalado por el pedagogo protestante Foerster, en su obra «Temas capitales de la educación», publicado en 1960. Dice así: «Desde el punto de vista de un influjo beneficioso de los dos sexos entre sí, no nos parece deseable la familiaridad juvenil que se desarrolla en una atmósfera coeducativa. Creemos también que el creciente número de divorcios y de matrimonios mal avenidos, se explica, en gran parte, como una consecuencia de esa camaradería originada por la escuela mixta, que destruye el verdadero sentido del amor al nivelar artificial mente ambos sexos, pues la mujer deja de responder con un amor superior al egoísmo y a la rudeza del hombre y trata de pagarle con la misma moneda». (página 48).

 

19 -En definitiva, ¿qué dice la Iglesia sobre la coeducación?

Estas son las palabras de Pío XI, en la «Divini illius Magistri»: «Igualmente erróneo y pernicioso a la educación cristiana es el método llamado de la coeducación, y también fundado, según muchos, en el naturalismo negador del pecado original y además, según todos los sostenedores de este método, en una deplorable confusión de ideas que trueca la legítima sociedad humana en una promiscuidad e igualdad niveladora. El Creador ha ordenado y dispuesto la convivencia perfecta de los sexos solamente en la unidad del matrimonio, y gradualmente separada en la familia y en la sociedad. Además, no hay en la naturaleza misma, que los hace diversos en el organismo, en las inclinaciones, en las aptitudes, ningún motivo para que pueda o deba haber promiscuidad y mucho menos igualdad de formación para ambos sexos. Estos, conforme a los admirables designios del Creador, están destinados a completarse recíprocamente en la familia y en la sociedad, precisamente por su diversidad; la cual, por lo mismo, debe mantenerse y fomentarse en la formación educativa con la necesaria distinción y correspondiente separación, proporcionada a las varias edades y circunstancias. Principios que han de ser aplicados a su tiempo y lugar, según las normas de la prudencia cristiana, en todas las escuelas, particularmente en el período más delicado y decisivo de la formación, cual es el de la adolescencia; y en los ejercicios gimnásticos y de deporte, con particular atención a la modestia cristiana en la juventud femenina, de la que gravemente desdice cualquier exhibición y publicidad. Recordando las tremendas palabras del Divino Maestro: ¡Ay del mundo por razón de los escándalos!, estimulamos vivamente vuestra solicitud y vigilancia, venerables hermanos, sobre estos perniciosos errores que con sobrada difusión van extendiéndose entre el pueblo cristiano, con inmenso daño de la juventud». Y esta doctrina es la misma que la Iglesia mantiene después del Concilio Vaticano II, como lo demuestra la Instrucción de la Sagrada Congregación para los Religiosos, del 8 de diciembre de 1957, las palabras de Juan XXIII, en el trigésimo aniversario de la «Divini illius Magistri» (A.A.S. 1960, páginas 57-59), y el documento «Perspectiva \::ristiana del amor y la sexualidad», de los obispos de la Provincia Eclesiástica Tarraconense.

 

 

Catecismo Social XXIX: Educación, Enseñanza y Liberalismo III

03 martes Sep 2013

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catecismo social, coeducacion, De la Vaissiere, educación, enseñanza, jóvenes, liberalismo, muchachas, sexo débil

14 -¿Cuál sería el ideal de una política educativa?

Quizá se podría sintetizar así: la escolarización total. Reconocimiento de la enseñanza privada a todos los niveles. También para fundar Universidades. Exclusión del monopolio total en la enseñanza, aunque el Estado deba cumplir su papel como función social, a donde no pueden llegar los particulares. Pero el Estado, en sus centros educativos, debe dar facilidades y programas de enseñanza católica. Reparto equitativo de fondos económicos, no ubicándolos solamente en la enseñanza que depende de la Administración del Estado, sino tutelando el pluralismo de las escuelas privadas. Es de justicia distributiva que los impuestos de los ciudadanos no se canalicen solamente en los centros estatales, sino en todos aquellos que tengan iniciativas educativas para así evitar discriminaciones sociales que vienen originadas por las dificultades que encuentran en su gestión las escuelas privadas, al no poder competir con aquellos que disfrutan unilateralmente del presupuesto.

 

15 -¿Es de primera necesidad que a los niños se les forme e inicie en la vida sexual?

La educación sexual debe responder a la naturaleza humana. Cada edad tiene sus exigencias, y cada niño su psicología. El cuerpo humano, el sexo, vienen de Dios. Pero la vida sexual no tiene su plenitud en la infancia, sino en la juventud. Uniformar, drogar obsesivamente con dosis masivas de materias sexuales a niños y niñas, es un auténtico atentado. Pío XI enseña luminosamente que es reprobable la «temeraria iniciación e instrucción preventiva para todos indistintamente y hasta públicamente, y lo que es aún peor, exponiéndolos prematuramente a las ocasiones para acostumbrarlos (a los jóvenes) y para curtir su espíritu contra aquellos peligros (de la concupiscencia) … En este dei licadísimo asunto, si atendidas todas las circunstancias se hace necesaria alguna instrucción individual, en tiempo oportuno, dada por quien ha recibido de Dios la misión educativa y la gracia de estado, hay que observar todas las cautelas, sabidísimas en la educación cristiana tradicional» (e Divini illius Magistri», 49 y 51). Por tanto, la educación llamada sexual tiene que ser verdadera, hecha individualmente, teniendo presente que por encima de la materialidad genésica, la voluntad tiene un papel de primer orden, que sólo puede cumplir fortificada por la gracia santificante y el cultivo de la castidad, virtud eminentemente fuerte y superior. Encenegarse en meras informaciones fisiológicas es convertir el cuerpo humano en animalidad. La experiencia muestra el fracaso de esta educación sexual, perniciosa por sectaria, que causa víctimas innumerables. En Suecia, desde que se introdujo esta pedagogía sexualista, los embarazos de niñas menores de 14 años aumentó en un 900 por 100 entre 1956 y 1973. Y los delitos de homosexualidad, en menores de 15 años, con sus estigmas de enfermedades venéreas, se ha duplicado en dicho período. El Ministerio sueco de Sanidad lo ha reconocido en un libro editado sobre este tema. Y en las naciones que han caído en esta aberración, las violaciones e incluso asesinatos de niñas pequeñas perpetrados por menores, abundan. La educación sexual es parte de la educación cristiana y supone el conocimiento de la flaqueza del hombre por causa del pecado original, que sólo puede superar por la fe y la vida cristiana. Y esto también para los niños. Sólo así se prepara una juventud limpia y alegre y unos matrimonios acertados, dignos y responsables.

 

16 -Parece normal y deseable la coeducación de niños y niñas, ¿no es así?

La Iglesia ha condenado la coeducación. ¿Por qué? Porque tiene un concepto verdadero de la naturaleza humana y sabe que los sexos son queridos por Dios para realizar fines altísimos, en orden a la procreación y educación de los hijos. Pero cada cosa tiene su tiempo. y el niño y la niña, sus diferencias psicológicas, Como dice el filósofo De la Vaissiere, «existe un tipo psicológico masculino y otro femenino; y estos tipos están caracterizados por las diferencias de ideales a que se dirige el ejercicio de sus actividades». Precisamente porque la Iglesia quiere que los jóvenes y las muchachas vayan al matrimonio preparados, no puede aprobar el hermafroditismo que debilita y perturba la debida formación del chico y de la chica, en la mezcolanza continuada en las mismas aulas y recreos, paseos y precocidades inoportunas, lo que causa que los chicos se afeminen Y las chicas se embrutezcan. El ilustre médico Blanco Nájera afirma que «el trato de las jóvenes con los muchachos como condiscípulos, embota o malogra el desarrollo de los sentimientos de caballerosidad, que tanto elevan y espiritualizan las relaciones con el sexo débil, y entibia en unos y otros la inclinación al matrimonio». La coeducación es como la fruta verde que es amarga por falta de madurez. En cambio la evolución de los jóvenes y las muchachas a su debido tiempo, les madura y les prepara para el verdadero amor consagrado en el matrimonio.

Catecismo Social XXVIII: Educación, Enseñanza y Liberalismo II

28 miércoles Ago 2013

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catecismo social, educación, enseñanza, liberalismo

9 -Así pues, ¿hemos de canonizar la enseñanza privada?

El derecho educativo no procede del Estado. El Estado puede completar, ayudar, impulsar la enseñanza en todos sus grados. Pero fundamentalmente debe reconocerse que los primarios educadores de los hijos son los padres. Los que niegan este derecho son los seguidores de aquello que afirmaba Boukarine, en su libro «ABC del comunismo»: «El derecho de los padres a la educación de sus hijos carece de fundamento … pues nadie puede perfeccionarse si no es en la sociedad. La sociedad tiene, por tanto, un derecho primordial y fundamental en la educación de la juventud». y esto mismo defendía también Mussolini. Y antes un hombre «humanitario» como el cruelísimo Danton, ya decía que «los hijos son de la patria antes que de los padres». La enseñanza privada procede del propio seno y ser de la familia, que es anterior al Estado. Unicamente los que están vocacionados a implantar tiranías, pueden negar esa verdad de sentido común.

 

10 _Pero los niños, como miembros de la sociedad, deben ser educados por la sociedad. Y la instrucción es materia propia del Estado, se dice.

Sí, los niños son miembros de la sociedad, pero lo son porque pertenecen a una familia. Y los derechos de la familia son anteriores a cualquier facultad del Estado. Una cosa debe hacer el Estado cuando falle la familia, Y otra que la suplante donde la familia puede bastarse, a través de la enseñanza privada. Ni es completo el concepto de instrucción si se limita a asignaturas culturales. No se puede mutilar al hombre a una entidad de horizontes materialistas, como se lograría sin la formación de ideas esenciales para entender la vida humana, lo que sólo se alcanza por la educación religiosa.

 

11 –La educación privada es clasista y coacciona a los niños coartándoles la libertad de elegir la filosoña o la religión– que quieran.

Que la enseñanza privada pueda tener defectos, nadie lo niega. Pero mil dudas no destruyen una certeza, dijo alguien. Que muchas veces los colegios privados han tenido defectos, no hay inconveniente en aceptarlo. Pero esos defectos -que son corregibles y algunos causados por la mentalidad liberal-, son inconmensurablemente menores a la estatificación de la enseñanza, que sin razón de ninguna clase, comete el peor atropello y utiliza los fondos públicos al servicio del humanismo anticristiano, aunque se disfrace de neutral.

12 -Algunos dicen que la escuela no es el lugar de la catequesis, ya que ésta debe limitarse al ámbito familiar o a la acción de los militantes católicos.

Dialectizar es procedimiento marxista. Oponer la familia, con su misión de catequizar y educar cristianamente, a la escuela como centro aséptico únicamente apto para las materias profanas, procede de una la vida religiosa a la intimidad. Y como que para el hombre la neutralidad es un camino falso y una vía muerta, ofrecer toda la cultura en forma neutra -que engloba una cierta filosofía de la vida y unos juicios de valor sobre la moral y la historia-, es prácticamente implantar el ateísmo escolar. Si la escuela únicamente debiera ofrecer una instrucción viviseccionada, sin la integridad de los conceptos básicos de Dios, de Jesucristo, de la Iglesia, no habría por qué la escuela impartiera cultura física, deportes y otros elementos complementarios. Y en la balanza, la enseñanza religiosa es más fundamental que la cultura física y los deportes. Si no se discute esto último, ¿por qué se quiere justificar la estafa mayor que significaría la escuela sin catequesis?

13 -¿No es una coacción la enseñanza religiosa?

No, no hay coacción, no hay privación de libertad, no hay ninguna argolla para la voluntad humana. ¿Es coacción que los conductores aprendan el Código de la Circulación? No, después podrán faltar al mismo, a lo menos físicamente, pero tienen las nociones claras para saber cómo hay que portarse con un vehículo en la vía pública. Ningún conductor sería responsable de cualquier atropello, si jamás hubiera saludado los artículos del Código. O si voluntariamente no los hubiera conocido. En tales casos habría que acusar a la Jefatura de Tráfico de haber aprobado a un incapacitado. Y también al propio delincuente, de haber burlado lo que tenía obligación de saber. Esto se eleva a una categoría suprema si lo aplicamos a la enseñanza religiosa. Porque la religión no es una ideología ni una teoría particular. Se trata de dar a conocer la raíz del hombre en su relación con Dios. En esto no hay coacción, porque la libertad queda inmune con el triste privilegio de quebrantar la Ley divina. Pero sería imperdonable que la Iglesia no propiciara la enseñanza de su fe también en la escuela. Y se convertiría en una dictadura atea el Estado que impusiera la enseñanza neutra, al margen de la ilustración que merecen y que deben tener todos los bautizados. La coacción se comete cuando en nombre de la democracia y de la planificación escolar, se monta una pedagogía absurda en que se excluye a Dios de la enseñanza.

 

Catecismo Social XVII: Libertad y Liberalismo II

12 miércoles Jun 2013

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14 de Mayo de 1971, 80 proposiciones más destacadas del liberalismo, anarquismo, ateísmo, autodeterminación, autonomía moral, único absoluto, bien común de la sociedad, calvinismo, capitalismo, captable, carta cardenal Roy1, causa de todas las desgracias de este mundo, causa del ateísmo, centrismo, comunismo, condena, confusionismo, conocer, convivencia, decálogo, democracia cristiana, desenfreno libre, dictadura, dictadura del estado, Dios, disgregación, el individuo se autodetermina hasta el yo elevado a la única realidad, en nombre de la libertad, encierra, entroniza alEstado, esencia de la libertad, espontáneos, existencia de Dios, explotación, familia liberal, fascismo, fe cristiana, fin de la existencia humana, fruto del liberalismo, guerras internacionales, hambree, hombre, ideologías, Iglesia, iluminismo, indiferentistas, instintos, irenismo, jesucristo, legislan, ley, liberales naturalistas, liberalismo, liberalismo católico, liberalismo naturalista, liberalismo total, libertad, libertad humana, mal, maldad intrínseca del liberalismo, maneras de proceder, maritanismo, marxismo, matices del mismo error, matriz, máscaras, moral personal, moral social, naturaleza humana, naturalmente bueno, nazismo, negación, niega, no aceptan, nominalismo, orden económico, orden intelectual, origen y razón de todos los derechos, pablo VI, Papas, pasionales, pío IX, perversión, práctica privadad, prescindir de Dios, presencia de Jesucristo, progresismo, propugna, pureza de la raza, quanta cura, racionalismo, razón humana, rechaza, rechaza a Dios, religiones, religiones iguales, Revelación, se apoya en la razón de la fuerza, secuela del mismo, sentido verdadero de la vida, sentidos, sistemas totalitarios, sobrenatural, sociedad, sofismas, suicidios, sylabus, teoría de la riqueza como signo de la predestinación, todas las ideas pueden ser divulgadas, tragedia, VaticanO II, Verdad, verdad objetivad

6 -Entonces, el liberalismo, ¿qué propugna?

El liberalismo niega la naturaleza humana en su versión auténtica. Pretende que el hombre es naturalmente catecismo socialbueno. Y así entiende que la libertad es la autodeterminación de cada uno, sin tener en cuenta ni a Dios, ni el fin de la existencia humana, ni el bien común de la sociedad. Para el liberalismo, la libertad es lo único absoluto. Todo lo demás se subordina a la misma. Y la familia liberal tiene diferentes máscaras. Desde el liberalismo total que rechaza a Dios como si fuera el mal, al liberalismo naturalista que navega en el confusionismo de que todas las ideologías, religiones y maneras de proceder son dignas de respeto, hasta el liberalismo llamado católico -la democracia cristiana, el maritainisrno, el centrismo, el irenismo, el progresismo- que, junto a la práctica privada de la fe cristiana, se une a aquellos que en el orden social prescinden de Dios y legislan contra el Decálogo, bajo los sofismas de la convivencia, y otros pretextos similares.

 

7 -¿La Iglesia acepta el liberalismo?

No, la Iglesia ha condenado el liberalismo. La «Ouanta cura», con el «Syllabus», de Pío IX, infaliblemente anatematiza las 80 proposiciones más destacadas del liberalismo. Y los Papas, continuamente, hasta Pablo VI en su carta al cardenal Roy, en 14 de mayo de 1971, han repetido esta condena. Se explica: el liberalismo es producto del nominalismo que niega que la razón humana pueda conocer la verdad, del racionalismo que recorta su vuelo a lo puramente captable por los sentidos y rechaza todo lo sobrenatural, del iluminismo que se encierra en la autonomía en lo moral, y del calvinismo con su teoría sobre la riqueza como signo de predestinación. Porque el liberalismo es causa del ateísmo en el orden intelectual, del capitalismo en el orden económico, y también del marxismo como secuela del mismo, así como la disgregación de toda moral personal y social, con sus guerras internacionales, hambre y explotación, así como la tragedia de tantos suicidios y perversión, la Iglesia no puede de ninguna forma transigir con el liberalismo, causa de todas las desgracias de nuestro mundo.

 

8 -Pero, ¿el Vaticano II no ha evolucionado en sentido liberal?

No, el Vaticano II ha definido solemnemente: «Los que profesan este ateísmo afirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de sí mismo, el único artífice y creador de su propia historia» (Gaudium et Spes, n. 20). Y esto entraña la condenación absoluta del liberalismo. Los que «afirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de sí mismo, el único artífice y creador de su propia historia» son los liberales, naturalistas –o sea, que no aceptan a Dios, su Revelación, Jesucristo, la Iglesia-, indiferentistas -o sea, que imaginan que todas las religiones son iguales y que todas las ideas pueden ser divulgadas-, y los ateos que, lógicamente, ya implantan una dictadura, en nombre de la libertad, para ahogar definitivamente el sentido verdadero de la vida. El Vaticano II es un nuevo compromiso y confirmación de que ni el hombre ni la sociedad, en todas sus manifestaciones, pueden prescindir de Dios ni que sean independientes a Él, como pretenden los liberales, los marxistas, los demócratas cristianos.

 

9 -¿En qué consiste la maldad intrínseca del liberalismo?

En definitiva el liberalismo entroniza al Estado como origen y razón de todos los derechos. Fruto del liberalismo son los sistemas totalitarios. Es liberal el fascismo, porque se apoya en la razón de la fuerza. Es liberal el nazismo, porque se apoya en la pureza de la raza, entendida según módulos meramente fisiológicos. Es liberal el comunismo, porque dogmatiza sus errores y los eleva a la dictadura del Estado en su máxima expresión. Es liberal el anarquismo, porque el individuo se autodetermina hasta el «yo» elevado a única realidad. Son matices del mismo error. Si no se reconoce la existencia de Dios, la presencia de Jesucristo y su ley dentro de la sociedad, todos los sistemas erróneos encuentran su matriz en la negación que entraña un sistema que desconoce la verdad objetiva y deja el desenfreno libre de la libertad humana, a sus más espontáneos y pasionales instintos.

 

 

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