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Magdalena: Estamos recibiendo felicitaciones por nuestra aportación a “Contracorriente”. Nosotros hablamos de lo que nos viene al paso. Si algún amable lector, nos sugiere un tema, intentaremos complacerle. Lo que los tertulianos, tenemos claro es que, si no se pone un límite ético y moral a estos “demócratas de toda la vida”, institucionalizarán jurídicamente todo género de uniones: incestuosas, bestiales, pederastas, pluriafectivas…
Pedro: La pedagogía y enseñanza democrática es diametralmente opuesta a la enseñanza de la Iglesia. De hombres y mujeres sin formación humana y religiosa, puede esperarse cualquier cosa aberrante. No hay educación posible cuando se desprecia la verdad y no se enseña que la libertad humana es para hacer el bien, no el mal. Hacer el mal es libertinaje, injusticia y pecado.
Juan: Hemos oído y leído hasta la náusea, las alabanzas del Estado laico. No es verdad que las prácticas laicistas son neutras. Si todo es inmanente, como enseñan, se sitúan como antitrascendentes. El ejemplo de la retirada de los crucifijos del espacio público, no es una acción neutra. Lo que hacen esos demócratas es imponer totalitariamente su laicismo.
Salomé: Es evidente que lo de la neutralidad y la tolerancia es un camelo democrático para borreguitos. Cuando en sus programas ideológicos, toleran casi todo, los demócratas muestran su totalitarismo encubierto, siendo intolerantes con Dios y sus verdades.
Santiago: La Iglesia ha enseñado siempre que el fin terreno de la política es el bien común, que muestra la ley natural y regula el derecho natural. El derecho positivo, emanado de los parlamentos democráticos, no sirve como elemento definitorio del bien común. El aborto, la eutanasia y otras leyes democráticas antinaturales son ejemplos demoledores.
Judit: Estoy de acuerdo. El fin natural es el bien común de todos los integrantes de la comunidad. Asesinar a enfermos mentales, físicos y ancianos, para beneficiar a otros ciudadanos es monstruoso. El bien común es universal y trasciende, y al mismo tiempo, mantiene todos los bienes particulares, como enseña la Iglesia.
Pablo: No hay bien común si no se respeta el orden natural. La determinación del bien común, como enseña Pío XI, le corresponde a la ley natural. Las leyes positivas de los Estados, contrarias a la ley natural, son injustas y no obligan en conciencia.
Magdalena Presidenta