José Bono ha ofendido gravísimamente a mi madre la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana. Refiriéndose a
la legalización del llamado matrimonio homosexual ha dicho que “cuando se aprobó en España la Iglesia tuvo una actitud no de madre sino de madrastra y defendió el matrimonio de una forma que hasta podría ser ofensiva”. Dice la Sagrada Escritura que el número de los necios es infinito. Dios Padre, arrasó con fuego las ciudades de Sodoma y Gomorra por el pecado de la homosexualidad. Y san pablo dice: “No os engañéis: ni los fornicarios, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas… poseerán el reino de los cielos” (1 Co, 6, 9-10). El Magisterio de la Iglesia es el fiel intérprete de la Revelación divina.
Bono, la madrastra asesina y corruptora es la democracia moderna. Los demócratas han creado leyes antihumanas y antidivinas con las que se asesinan impunemente a niños, niñas, ancianos y enfermos. Eso es diabólico. La democracia ha creado una casta de políticos capitalistas, que están arruinando a los trabajadores, que cada día trabajan más horas y cobran menos. Ayer me entregaron el Boletín número 90 que publica la Asociación Cultural Gerona Inmortal. Trae los sueldos actuales de diez hijos capitalistas de la democracia. Bono cobra un sueldo anual, por ser ex-presidente del Congreso, de 154.080 euros y 42.275 euros por gastos de protocolo y representación. Así paga la democracia a sus hijos sin escrúpulos ni corazón. Yo conozco a sacerdotes jubilados que, después de muchos años cotizando a la Seguridad Social, cobran 700 euros al mes.
El teólogo Bono ha afirmado dogmáticamente: “No creo que Cristo pueda condenar a la infelicidad y a la desesperación a dos personas porque se quieran. No fueron misericordiosos”. Es verdad que Cristo es infinitamente misericordioso y perdona todos los pecados, con una condición, que le pidan perdón, con dolor del corazón y propósito de la enmienda. No olvidemos que el Nuevo Testamento habla 23 veces del fuego del infierno y que son muchos los que van por el camino ancho de la perdición. Cristo habla frecuentemente del infierno y las siguientes palabras son de nuestro Señor y Redentor: “¡Id malditos al fuego eterno!”.
Bono, no se puede jugar con fuego. No se puede calumniar impunemente a la Iglesia de Cristo, a nuestra Santa Madre Iglesia, porque tú, como todos los pecadores que no se arrepienten, puedes sufrir eternamente el fuego del infierno.
El 22 de junio de 2010 el Cardenal Bergoglio, hoy Su Santidad Francisco, escribió una carta a los cuatro monasterios carmelitas de Buenos Aires. Transcribimos unos párrafos:
“Queridas hermanas el pueblo argentino deberá afrontar, en las próximas semanas una situación cuyo resultado puede herir gravemente a la familia. Se trata del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo. Aquí está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones.
No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una “movida” del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios. Jesús nos dice que, para defendernos de este acusador mentiroso, nos enviará el Espíritu de la Verdad.
Este proyecto de ley se tratará en el Senado después del 13 de julio. Miremos a San José, a María, al Niño y pidamos con fervor que ellos defiendan a la familia argentina en este momento. Recordémosle lo que Dios mismo dijo a su pueblo en un momento de mucha angustia: “esta guerra no es vuestra sino de Dios”. Que ellos nos socorran, defiendan y acompañen en esta guerra de Dios.
Gracias por lo que harán en esta lucha por la Patria. Y, por favor, les pido también que recen por mi. Que Jesús las bendiga y la Virgen Santa las cuide”.
Bono estuvo presente en la Santa Misa exequias que se celebró en la catedral de Cuenca por el eterno descanso del obispo diocesano José Guerra Campos. Yo también participé en la Santa Misa. En unas declaraciones posteriores, Bono alabó a Don José. Termino con unas palabras de este santo, sabio y valiente obispo: “La Iglesia es la voz de Dios en la tierra”.
No hay otra alternativa contracorriente, militando en esta guerra de Dios.
Oh Dios, pastor y guía de todos los fieles, mira con ojos de misericordia a tu siervo Francisco, a quien has colocado al frente de tu Iglesia como su pastor; concédele, te suplicamos, el ser útil por sus palabras y por su ejemplo a cuantos están a él sujetos, para que, juntamente con su rebaño, llegue a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
P.Manuel Martínez Cano mCR